El 'chicho'
Pues nada, que ahora lo que mola, la lengua de moda que mezcla lo mejor de lo hispano y de la lengua del imperio, ya no es el spanglish, sino el englishñol que es mucho más castizo. Y aquí estamos, dándole al tema de si chicho sí, si chicho no (ya saben, el barco-tienda, el ship-shop), y que si va a venir muy bien para solucionar casi todos los problemas de Alicante, y eso.
Y que salvo a algunos comerciantes a todos nos va a venir de maravilla. ¿Qué quieren que les diga? Estaba cantado. Aprobado y casi cum laude. Hay quienes tienen una lámpara de Aladino, la frotan, y ¡hale!, deseo cumplido: chicho, chachi. Ése es el mensaje. En mi barrio, San Gabriel, andamos buscando denodadamente una lámpara de ésas para acabar con los problemas, pero nada, ni horadando el Barranco de las Ovejas, ni buscando pecios en su desembocadura, ni hurgando entre las basuras de la playa acosada, ni entre los depurados residuos -dicen que líquidos, pero les aseguro que los hay gaseosos, vaporosos y, en algunos casos, más que sólidos en flotación de los que ya habló Arquímedes- de Rincón de León.
Y lo peor del caso no es el chicho en sí mismo, que hasta puede ser una buena idea y todo. Lo peor es el precio que deberemos pagar los demás: lo que el chicho desaloje en su ubicación portuaria de cinco estrellas va a ir a parar directamente a... ¡San Gabriel, claro, la cloaca de la ciudad. Pronto veremos este barrio y sus inmediaciones como lugar idóneo para colocar las grúas, contenedores y cachibaches que tanto afean a las construcciones proyectadas en la Milla de Oro. ¿Qué se juegan? Y es que también en lo de los puertos hay clases. Lo dicho, chachi. Chachi piruli.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.