Triunfa el carácter deportivo de BMW
El BMW Serie 3 y el Audi A4 son dos berlinas medias que -junto al Mercedes Clase C- marcan tendencias en Europa entre los coches de su tamaño. La imagen y prestigio de sus fabricantes, y su calidad y contenidos tecnológicos, los convierten en referencias para los modelos equivalentes de las marcas populares. Además son el objeto de deseo de muchos compradores que aspiran a disfrutar de sus virtudes.
En esta prueba se enfrentan las versiones cuatro puertas de estos modelos, equipadas con motores turbodiésel, que concentran la demanda de forma mayoritaria en la actualidad.
Eficacia o confort
El Serie 3 de BMW acaba de llegar al mercado y es la propuesta más novedosa. El modelo alemán exalta la deportividad, tanto en la línea como, sobre todo, en la mecánica y el comportamiento dinámico. Es un coche diseñado para ofrecer la máxima calidad de conducción y el disfrute al volante.
Aunque BMW no ha completado todavía el despliegue de la nueva gama (la carrocería Touring o familiar se presenta en julio), cuenta ya con una buena oferta de motores. La versión básica en gasolina es el 320i de 150 CV (desde 31.300 euros), al que siguen el 325i de 218 CV (36.100) y el 330i de 258 CV (39.900). Pero en diésel sólo cuenta con el 320d de 163 CV (desde 32.800), que es el elegido para esta prueba. En los próximos meses llegarán los 318i de gasolina (129 CV) y 318d y 330d turbodiésel (125 y 204 CV), y más adelante, los 325d (180 CV) y 335d biturbo (272 CV), también en gasóleo.
Frente al nuevo BMW, el Audi A4 ha alcanzado ya la madurez en su vida comercial, pero se mantiene en forma. Es una berlina media que combina el toque deportivo y la elegancia discreta y sin ostentaciones de la marca alemana. Se vende en carrocerías berlina y Avant, o familiar, con una amplia oferta de motores. La versión básica en gasolina es el 2.0 de 130 CV (desde 27.800 euros), y le siguen los 1.8 turbo de 163 CV (30.300), 2.0 TFSi de 200 CV (33.300) y 3.2 FSi de 255 CV (41.950) en gasolina. Y en turbodiésel se ofrecen el 2.0 TDi de 140 CV (30.400), el 2.5 V6 TDi de 163 CV (34.500) y un nuevo 3.0 TDi de 205 CV (40.000 euros). Además pueden incluir la tracción Quattro, una seña de identidad de Audi.
CONCLUSIÓN
AUNQUE EL RESULTADO final es muy ajustado, las dos berlinas que se enfrentan en esta prueba presentan muchos matices que las distinguen.
El BMW 320d se impone por tan sólo un punto porque ofrece una calidad de conducción y un comportamiento dinámico más conseguidos. Es un coche pensado para quienes valoran el disfrute al volante y tiene un planteamiento más deportivo, que se aprecia ya en la línea y sigue en el tacto preciso de los mandos. Cuenta también con un motor más potente y ofrece una estabilidad impecable, con unos sistemas de seguridad que eliminan los inconvenientes de la propulsión trasera y permiten conducir con seguridad incluso en pisos mojados. Sin embargo, cuesta 2.400 euros más que su rival, e incluye un equipo de serie muy similar, lo que equilibra sus ventajas.
El Audi A4 2.0 TDi tiene un planteamiento más convencional, y, aunque prima también la deportividad, busca más el confort en los viajes. Tiene una línea sólida y elegante, un interior más alegre, y un motor turbodiésel que corre más de lo que se necesita y gasta poquísimo. No es tan gratificante para el conductor, porque tiene un tacto menos preciso, pero sus suspensiones ofrecen un buen comportamiento dinámico y son más cómodas para todos los pasajeros. Además cuesta 2.400 euros menos que el BMW con un equipo de serie equivalente.
Audi A4 2.0 TDi
La línea del A4 es también deportiva, pero aplica un estilo más serio, sólido y elegante. Destaca su rotunda parrilla y las formas robustas del capó delantero, las puertas y la zaga. Además integra muy bien los parachoques en la carrocería.
Conducción: 47 puntos (2º)
El A4 2.0 TDi tiene un motor menos progresivo y potente que su rival (140 CV), pero ofrece unas prestaciones brillantes y muy similares en la práctica a las del BMW porque, aunque acelera con menos brío, se recupera mejor a medio régimen. En cambio, no es tan agradable en ciudad: tiene un embrague brusco, le falta potencia por debajo de 1.800 vueltas, y, si no se presta atención, se cala a veces en los semáforos, en especial con el aire acondicionado conectado. En contrapartida, a partir de 2.000 revoluciones se nota el empuje del turbo y responde con mucha fuerza. Con el cambio de seis marchas, bien escalonado y de accionamiento más rápido que el del BMW, llega en un suspiro a las 4.500 revoluciones y permite viajar casi al mismo ritmo a pesar de tener 23 CV menos.
El comportamiento dinámico del Audi es más apropiado para el mediocre estado de las carreteras españolas, al menos con la suspensión de serie de la unidad de pruebas: los reglajes buscan más el confort y absorben mejor los baches. Pero la dirección y los mandos presentan un tacto menos preciso y balancea más en las curvas. Por lo demás, frena muy bien, ofrece un buen equilibrio de conjunto para viajar con seguridad y tiene una calidad de conducción notable, aunque algo inferior a la del 320d.
Vida a bordo: 42 puntos (1º)
La carrocería ofrece más altura interior, da más sensación de desahogo y presenta un acceso más fácil. Las plazas delanteras y los asientos son más amplios, pero atrás es más estrecho y hay menos espacio para las piernas. Al igual que en el BMW, la quinta plaza central resulta poco útil: el túnel de transmisión molesta bajo los pies. El maletero es muy similar, pero el Audi ofrece más accesorios prácticos, aunque tampoco destaca por sus detalles: posavasos y cajita desplegable en la consola central, bolsas más grandes en las puertas delanteras, una guantera mejor, dos repisas junto al freno de mano... y poco más.
El diseño interior es más convencional, pero tiene buena presencia, con detalles metalizados y unos plásticos sólidos y atractivos. La calidad de acabados, los ajustes y los materiales crean un ambiente elegante y acogedor. No está tan bien insonorizado, pero es silencioso y más cómodo para viajar porque las suspensiones de serie filtran mejor las irregularidades y cansan menos en trayectos largos, sobre todo si el asfalto no está en buenas condiciones.
Seguridad: 15 puntos (2º)
Viene de serie con seis airbags, ABS, control de estabilidad ESP y reposacabezas activos en las plazas delanteras (reducen el riesgo de sufrir lesiones cervicales en caso de accidente). Puede añadir los airbags laterales traseros como opción (405 euros). Pero no es tan ágil ni tiene un comportamiento tan eficaz como el BMW.
Economía: 27 puntos (1º)
El A4 2.0 TDi cuesta 30.400 euros y es 2.400 más asequible que el 320d. Pero el equipamiento de serie es equivalente: aparte de los dispositivos de seguridad, viene con climatizador, ordenador de viaje, radio-CD, llantas de aleación de 16 pulgadas, cuatro elevalunas eléctricos y detalles como una rueda de repuesto igual que las demás, botiquín, adornos en aluminio...
El Audi ha gastado algo menos en la prueba: no llega a seis litros en conducción tranquila, y apenas gasta ocho en ciudad y cuando se estiran las marchas.
BMW 320d
El Serie 3 tiene una línea deportiva de cupé. La carrocería, baja y estilizada, refleja su carácter en el frontal, en los nervios marcados del lateral y en las formas abombadas de las aletas y la zaga. Una berlina con estilo.
Conducción: 51 puntos (1º)
Su punto fuerte. Tiene un motor más potente (163 CV), unas prestaciones algo superiores y una estabilidad muy lograda. Se disfruta más cuando se conduce, en parte por la propulsión trasera, y los mandos muestran un tacto más preciso y consistente.
El motor es más elástico a bajo régimen, se estira con alegría y carácter hasta las 4.500 vueltas y es muy progresivo. Con el cambio de seis marchas responde siempre con nervio sin tener que reducir, algo que se agradece en ciudad y en zonas viradas. Además es más rápido al adelantar, aunque después las recuperaciones son similares, incluso en las subidas.
El 320d ofrece un comportamiento dinámico más eficaz, en especial con la suspensión deportiva opcional (330 euros), 15 milímetros más baja. Obedece con gran exactitud al volante, gira plano en las curvas sin balancear y se pega al suelo como una lapa en todos los trazados. Los frenos y el ABS son muy buenos y no acusan el esfuerzo. El conjunto ofrece una calidad de conducción superior al A4: responde siempre con brillantez a lo que se le pide.
Vida a bordo: 42 puntos (1º)
La habitabilidad y el acceso al interior están penalizados por el diseño de la carrocería, más baja que la del A4. Tiene unas plazas delanteras menos desahogadas, pero atrás es más ancho y, sobre todo, ofrece más espacio para las piernas y permite viajar cómodamente a dos adultos altos. En cambio, la tercera plaza central es simbólica: obliga a llevar los pies encima del túnel de transmisión.
El BMW tiene un diseño más moderno que su rival, con un salpicadero de formas más suaves y detalles sofisticados, como el botón de arranque. La calidad de materiales y los ajustes son buenos, pero presenta una resolución y un ambiente menos colorista y más austero. Por lo demás, está bien acabado, transmite sensación de solidez y es algo más silencioso. Las suspensiones deportivas opcionales que montaba la unidad de pruebas resultan demasiado secas en los baches y no son aconsejables para nuestras carreteras porque limitan el confort en los viajes.
Otro aspecto mejorable que penaliza el confort interior y la funcionalidad es la mínima dotación de huecos: no hay donde dejar nada. Delante no tiene ni posavasos, ni repisas en la zona del freno de mano, y la guantera y las bolsas de las puertas son pequeñas. Sólo los apoyabrazos permiten dejar los objetos de uso habitual. Por lo demás, el maletero es casi igual, pero no lleva rueda de repuesto: monta neumáticos antipinchazos.
Seguridad: 16 puntos (1º)
El equipo de serie en seguridad es similar, con seis airbags, ABS y un control de estabilidad DSC que se puede regular para que no entre en acción demasiado pronto. Además incluye un control de presión de ruedas que compensa los reposacabezas activos del Audi. A pesar de tener propulsión trasera, los sistemas electrónicos de ayuda a la conducción evitan el riesgo de derrapar en pisos deslizantes y ayudan a ofrecer un comportamiento dinámico superior, tanto en trazados virados como rápidos y, sobre todo, con asfalto seco.
Economía: 23 puntos (2º)
El 320d cuesta 32.800 euros, 2.400 más que el Audi, y, aunque tiene un motor más potente, penaliza sus ventajas dinámicas. El equipo de serie es similar: los sistemas de seguridad, climatizador, ordenador de viaje, llantas de aleación, radio-CD, arranque por botón, cuatro elevalunas eléctricos...
El consumo es muy bajo, pero ha gastado medio litro más que el A4 en la prueba: unos seis litros a ritmos suaves, y algo más de ocho en ciudad y estirando las marchas.
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