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La vida de Shostakóvich llega a la Ópera de París

La mítica sala de la ópera Garnier ha sido el marco de la presentación de The noise of time -el montaje puede verse sólo hasta el sábado 25-, un espectáculo concebido por el británico Simon McBurney, en el que se nos cuenta la vida y la obra de Dmitri Shostakóvich a partir de su Cuarteto número 15, una de sus últimas creaciones, de estructura poco habitual pues consta de seis movimientos lentos tocados sin interrupción.

The noise of time (El rumor del tiempo) necesita a cuatro músicos tocando en directo, cuatro actores deambulando por la escena y un uso constante de proyecciones, ya sea de fotografías, filmes o documentos de otra índole. La idea central de Philip Setter, uno de los violinistas e impulsor del proyecto, era encontrar "una nueva manera de escuchar la música". Para ello se nos propone un mosaico de elementos que van desde la información biográfica sobre el compositor ruso, nacido en Petrogrado -hoy San Petersburgo- en 1906 y muerto en Moscú en 1975, hasta materiales que contextualizan su música, es decir, el peso agobiante de la política, pero también el de ciertos descubrimientos técnicos -la radio, por ejemplo- o determinadas hazañas del sistema soviético, como el vuelo espacial del primer astronauta, Yuri Gagarin.

Dmitri Shostakóvich, con una excelente formación clásica, se encontró con la obligación de componer de acuerdo con la idea según la cual "la música es el alma del pueblo". Eso significaba que había que ser comprendido por ese pueblo, es decir, por los comisarios políticos que estimaban lo que el pueblo comprendía o no. Obviamente, el folclor, la tradición popular, gozaba en ese momento de mucho mayor predicamento que el estudio a fondo de Mahler. Con la Revolución toda o casi toda la alta cultura pasó a ser adjetivada como "monárquica" o "burguesa", lo que equivalía a ser tachada de "contrarrevolucionaria", algo que podía llevar al infortunado compositor al Gulag.

En varios momentos de su vida, sobre todo en 1936 y de 1948 hasta la muerte de Stalin en 1953, Shostakóvich vivió peligrosamente. El Partido Comunista le acusó primero de escribir una música que "ofendía los valores de la sociedad soviética", para luego ser vilipendiado por sus "tendencias cosmopolitas", las mismas que muy pocos años antes, cuando la Unión Soviética y Estados Unidos eran momentáneos aliados contra Hitler, le habían hecho merecedor de los mayores elogios.

Para Simon McBurney, tan importante ha sido "visualizar la música como resolver el problema de cómo escuchar una música que se ve". Los actores y los intérpretes comparten escenario y se nos ofrecen como piezas de un rompecabezas fascinante que el espectador va construyendo y destruyendo al mismo tiempo. "En el teatro pensamos, conscientemente o no, que todos los que estamos allí imaginamos lo mismo en el mismo momento. Ese sueño es muy importante, le da dimensión política, hace que el teatro sea, por definición, político. Y desde el momento en que todas las personas reunidas dejan volar libremente su imaginación, todo es posible", dice McBurney.

The noise of time es una producción del estadounidense Lincoln Center concebida dentro de una serie de trabajos bautizada como New visions, cuyo objeto es poner en contacto a directores de teatro de reputación internacional, músicos célebres y formaciones de música clásica. El resultado, si hemos de juzgar a partir de The noise of time, es sencillamente extraordinario.

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