Habaneando
Hasta hace unos días, nadie se hubiera creído que una banda cubana de rock pudiera llenar un local como el madrileño Arena. Pero ocurrió: dejando aparte los invitados, se vendieron las 900 entradas reglamentarias y la puerta estaba asediada por gente desesperada por entrar. Más prodigios: tampoco se trataba del previsible público de cubanos con "gorrión" nostálgico; puede que fueran mujeres el 60% de los asistentes.
El autor del milagro es el cineasta Benito Zambrano, cuyo Habana Blues ha logrado difundir la noticia obvia: que en Cuba hay una generación de jóvenes insurgentes que no se expresan ni en salsa ni en sonidos tradicionales, sino en rock. Una revelación para un público que ahora desea escuchar en directo las canciones de la película. Temas que oscilan entre las reflexiones internas de los personajes y el didactismo: "La isla no es sólo ron y tabaco, putas, Varadero, Cayo Largo" (Habaneando). Zambrano, bendito sea, ha pensado que la marca Habana Blues pueda servir de plataforma, como un Buenavista Social Club del presente, para potenciar el talento fresco cubano, atrapado entre la ineficaz industria cultural de su isla y la incomprensión de las discográficas foráneas. De la misma manera que el generoso disco de Habana Blues presenta una panorámica del talento underground de La Habana, ésta y futuras giras deberían amplificar la citada "noticia obvia".
Habana Blues Band
Boris Larramendi (voz, guitarra), Dayan Abad (guitarra), Haruyoshi Mori (bajo), Kiki Ferrer (batería), Pedro Pablo Rodríguez (percusión), Jury Wong (teclado). Sala Arena, 22 de junio. Madrid.
Cierto que, como suele ocurrir con lo cubano, lo que se materializa en el escenario del Arena no es exactamente lo esperado. Sí están el baterista Enrique Ferrer y el guitarrista Dayán Abad, coautores de buena parte de las piezas cinematográficas. No aparecen, ay, los dos principales cantantes de la banda sonora de Habana Blues, los extraordinarios Equis Alfonso y Kelvis Ochoa. El primero, se sabía, prefería reservarse para presentar en España el próximo mes su proyecto en solitario. Respecto a Ochoa, hasta el último momento los organizadores anunciaron su participación; su ausencia se explica ahora como una negativa de las autoridades consulares españolas a concederle un visado. Como en todo lo que ocurre en Cuba, mejor no insistir en llegar hasta el fondo.
Boris Larramendi, compañero de Kelvis en diversas aventuras, se ocupa de cantar y lo hace con solvencia, el pecho al aire. Dado que el repertorio cinematográfico es reducido, Boris añade temas que proceden del cancionero generado por el colectivo Habana Abierta: Una de dos, Marea pero me encanta, La algarabía, Lo que más me gusta. Todo funciona: sobre estructuras de rock ortodoxo, irremediablemente se cuelan las idiosincrasias musicales isleñas. Un público entusiasmado ratifica el poder de seducción de una música brava que, aunque nacida en la escasez, está preñada de esperanza.
Babelia
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