_
_
_
_
Reportaje:

El desierto de los milagros

Almería, sede de los próximos Juegos Mediterráneos, ha pasado en 30 años del subdesarrollo a liderar la economía andaluza

Bernabé Aguilar tuvo una idea genial. A este ingeniero del Instituto Nacional de Colonización (el organismo que se encargó de la repoblación de las zonas rurales durante la dictadura) se le ocurrió cubrir con plástico un pequeño huerto de 500 metros cuadrados en las cercanías de Roquetas de Mar. Corría 1963 y ese fue, según los expertos, el primer invernadero de Almería. El germen de una revolución que ha convertido a esa provincia en la primera de Andalucía en generación de riqueza, por encima de Málaga o Sevilla. Y en sólo 30 años.

Almería cumplía hasta entonces con un cliché ganado a pulso, el del subdesarrollo y la pobreza endémica. Una capital inmovilista y funcionarial rodeada de enormes eriales en los que la falta de agua e industria condenaba a la población a emigrar. La provincia, sedienta y sin infraestructuras, expulsaba a sus habitantes a los cinturones de Barcelona o Madrid. Hasta finales de los sesenta no abandonó el último puesto del ranking español de renta per cápita.

Más información
Un modelo de crecimiento exportable

Fernando Martínez, alcalde socialista de la capital entre 1991 y 1995, recuerda la pobreza del final del franquismo. "En la ciudad había barrios de miseria atroz, como La Chanca, inmortalizada por Juan Goytisolo. Había gente que vivía en cuevas, en muchas zonas no había agua corriente y la gente la llevaba a casa en cubas. Subsistían enfermedades casi desaparecidas en el resto del país como la lepra o la tracoma [un mal ocular contagioso debido a la falta de higiene]", explica.

Pero para entonces, las semillas del desarrollo ya germinaban. En los cincuenta, el Instituto Nacional de Colonización ideó un plan para repoblar la comarca del Poniente (El Ejido, Roquetas de Mar, La Mojonera, Adra) después de encontrar agua en el subsuelo. El desierto se repartió por hectáreas entre familias inmigrantes de la comarca serrana de la Alpujarra y de toda la provincia de Granada. "Fue entonces cuando se extendió el enarenado, una técnica de cultivo típica del sureste", explica Francisco Camacho, profesor de Producción Vegetal de la Universidad de Almería. Sobre el suelo yermo se coloca una capa fina de estiércol y encima otra de ocho a diez centímetros de arena de playa. "La arena retrasa la evaporación y acelera la descomposición del sustrato proporcionando a la planta más nutrientes", añade el investigador.

El enarenado y el plástico unidos al minifundio familiar creado con la colonización, son los tres factores que convirtieron el desierto en un vergel. El éxito de los invernaderos trajo desde los setenta nuevos inmigrantes (españoles y extranjeros), que se endeudaron para adquirir tierras o trabajaron como asalariados. El plástico se extendió hasta las 27.000 hectáreas actuales en un proceso de efervescencia sin precedentes.

La explotación media supera escasamente la superficie de un campo de fútbol. "Lo que se planta básicamente es lo que aquí llamamos los ocho magníficos: tomate, pimiento, berenjena, calabacín, pepino, judía verde, melón y sandía", dice el profesor Camacho. Un invernadero a la última (con riego y temperatura informatizada) puede costar unos 100.000 euros, según los cálculos de Cajamar (Caja Rural Intermediterránea).

Gracias a la innovación y a la entrada en la UE, la producción se triplicó en los noventa. En 2003 alcanzó los 2,6 millones de toneladas de frutas y hortalizas por un valor de 1.281 millones de euros. Algo más de la mitad (1,6 millones de toneladas) se exportó a Europa, lo que produjo un superávit en la balanza de pagos de 1.123 millones de euros. Descontando Almería, el saldo de la balanza de pagos andaluza tendría un déficit cercano a los 2.000 millones. Los agricultores lo consiguieron sin ayudas a la explotación.

"Esa explosión y la intervención de las instituciones produjo un salto espectacular", explica el ex alcalde Martínez. Las autovías A-7 y A-92 solventaron la carencia secular de comunicaciones y conectaron la huerta con el resto de Europa. Almería cuenta hoy con cuatro hospitales importantes frente al único existente hasta los setenta. Los 681 profesores de su universidad, creada en 1993, imparten 29 titulaciones a 15.000 estudiantes.

La provincia esperaba redondear su desarrollo con los Juegos Mediterráneos, que se inauguran mañana, viernes. El evento ha supuesto una inversión de 600 millones, según el presidente del comité organizador, Juan Megino. Se han construido 12 instalaciones deportivas y otras ocho se han restaurado. La residencia de los deportistas se convertirá en la primera urbanización turística de la capital.

Sin embargo, los Juegos han llegado con un saldo de promesas incumplidas. El Gobierno anterior (PP) aseguró que el AVE estaría listo, pero su llegada se ha retrasado. Los sectores sociales reclaman el desdoblamiento de la A-7 en dirección a Málaga que no entrará en servicio hasta 2008, según Fomento. David Uclés, director del servicio de estudios de la Cámara de Comercio lo explica: "Los almerienses tienen la sensación de que aportan más de lo que reciben".

"Uno de los motores del desarrollo de la provincia", según señala Uclés, ha sido la Caja Rural Intermediteránea (Cajamar), que se fio y dio su apoyo a la apuesta de los agricultores. Esta apuesta "medio científica, medio intuitiva", como la califica Francisco Cortés, del centro de estudios de la citada caja, fue la decisión más acertada de sus gestores. Desde los ochenta, la entidad ha tenido un crecimiento sostenido paralelo al del sector agrícola que la ha disparado al primer puesto del ranking nacional de cooperativas de crédito.

Desde los primeros créditos a agricultores, a muy corto plazo y con los intereses de la época (en los ochenta el tipo de interés legal rondaba el 10%), Cajamar se convirtió en el principal actor financiero del sector hortofrutícola, con el que evolucionó.

Esa vinculación con los agricultores permitió la progresiva incorporación de tecnología y la innovación en los invernaderos, la clave del desarrollo agrícola almeriense, según los expertos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_