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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

La última cena política de Fabra

No hay que ser adivino para pronosticar que este verano será seco, bochornoso y políticamente ajetreado. Sólo hay que ver cómo ha estallado, y no únicamente en los termómetros. Ayer, mani contra los matrimonios de homosexuales, que será replicada el próximo día 25 por el Orgullo Gay. Hoy mismo estaremos pendientes de las elecciones gallegas, donde parece que, por fin, comenzará la transición democrática en el país de las meigas y Fraga Iribarne será entronizado en la correspondiente hornacina histórica. Aquí, en el País Valenciano, seguiremos amenizándonos con el variado surtido de escándalos y escandalillos -aunque ninguno por debajo de los miles, muchos miles, de euros- que afloran de ese insondable sombrero de copa que luce el mago Carlos Fabra, presidente del PP de Castellón y de su Corporación provincial.

Tan portentoso es el surtido que ha terminado por provocar sospechas entre los inspectores de la Agencia Tributaria -parece que condescendientes y remisos hasta ahora- y muchas reservas, cuando no veladas acusaciones, entre el vecindario menos afín. Nos tememos que el prodigioso caballero ha tenido estos años pasados motivos sobrados para sentirse blindado frente a las indagaciones fiscales o cualesquiera otras. Al fin y al cabo, ha sido él y sólo él quien ha repartido lo que se daba en su taifato, y conseguido de las debidas instancias administrativas cuanto fuere necesario para sus amigos y gobernados. Los mismos que han organizado una cena de desagravio para mediados de julio. Su última cena política, sin duda, visto el cariz que van tomando el cerco judicial y fiscal al prohombre de La Plana. Será digna de reseñar la nómina de asistentes, pero mucho más la de los ausentes y sus coartadas.

A este respecto, resultan ilustrativas algunas reacciones personales. Previsibles por su inevitabilidad las del Molt Honorable Francesc Camps y el vicepresidente del Consell, Víctor Campos, prestos a inmolarse en la pira funeraria del descrédito al que les abocará la tanda de resoluciones judiciales que ya empapelan al homenajeado. No pudiendo sacudirse el abrazo del denunciado e imputado, se hundirán en la misma patera, fatalidad que no les hará desmerecer para la medalla a la solidaridad que ahora exhiben. Eduardo Zaplana, en cambio, se ha sacudido el muerto. Que Dios reparta suerte, ha venido a decir, sabiendo que la suerte está echada y el trullo abierto de par en par. Y después están los que exclaman totus tuu, pero maldicen este mortificante y proteico episodio de corruptelas sin fin.

Y esto -decimos de la serie de trapos sucios- no ha hecho más que empezar por estos pagos si es verdad que Joan Ignasi Pla y sus gentes del PSPV desarrollan esa especie de glasnost o transparencia informativa que han anunciado y que, en realidad, ya les ha dado buenos dividendos. El tesón escudriñador de Ana Noguera y de Isabel Escudero ha desbrozado una política clarificadora y de denuncias que podría apuntillar al PP si se complementase con propuestas alternativas a los problemas que nos apremian y los que se divisan. Pero eso, quizá, sería pedir demasiado a una oposición que empieza a tentarse los machos. Démonos por servidos con que escudriñen y que Carlos Fabra siga abonando el relevo con el gota a gota de sus trapicheos.

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