"Serra equivale este siglo a lo que supuso Brancusi en el XX"
"En una época como ésta, que tiene tan pocos grandes artistas, [el escultor Richard] Serra equivale en el siglo XXI a lo que significó [Constantin] Brancusi a comienzos del XX. Sus esculturas del Museo Guggenheim son la mejor exposición de escultura contemporánea que he visto. Son más que buenas. No suelo ver una exposición que me llene de tanto entusiasmo". Así de contundente se expresó ayer el historiador y crítico de arte Robert Hughes (Sydney, Australia, 1938) tras visitar las ocho piezas monumentales que componen La materia del tiempo, el conjunto escultórico de Serra instalado en el museo bilbaíno, para escribir una crítica en el diario británico The Guardian.
"La obra de Serra le hace un gran favor a esa galería, que antes de albergarla parecía no tener ningún objetivo especial. Estas esculturas, aunque sean grandes, no son pomposas, sino que se presentan directas, con nobleza y comprensibles por todo el mundo", aseguró Hughes, uno de los principales críticos de arte contemporáneos, quien resaltó la fortuna que supone para Bilbao disponer de este conjunto escultórico: "No hay ninguna otra ciudad en el mundo que pueda decir que tiene algo parecido".
"Hay demasiado arte contemporáneo y la mayoría es una mierda"
Para el crítico, tanto el Guggenheim como el escultor han dado muestras de "gran generosidad": el museo al plantearle ese encargo y el artista al aceptarlo. "Es la solución perfecta", indicó. El historiador se mostraba feliz, tras haber "paseado entre las esculturas de Serra llevado en una silla de ruedas". Hughes sufrió un gravísimo accidente de coche en 1999 en una carretera del desierto australiano, del que aún padece secuelas y necesita muletas y una silla de ruedas para desplazarse.
A raíz de ese accidente se decidió a escribir su Goya sobre el pintor que tanto le ha fascinado y que, cuenta, se le apareció en sus delirios durante la convalecencia y al que comprendió "tras pasar por el dolor". Hughes se había enamorado de Goya mucho antes, cuando vio por primera vez un grabado, "de impresión muy mala", en una tienda de segunda mano de su país. Era El sueño de la razón produce monstruos, uno de los Caprichos y Hughes lo compró "por dos duros". "Tenía 16 años y me pregunté: ¿Quién es este hombre que ha pintado esto tan misterioso que no entiendo? La razón que me ha llevado a escribir de arte es explicarme algo a mí mismo, algo que no entiendo. Es la única posición desde la que puedes escribir un libro", explicó. Ahora, va a emprender un género nuevo para él: sus memorias.
Ese trabajo promete ser cuanto menos, entretenido, ya que el crítico no ha tenido nunca pelos en la lengua. "La mayoría del arte contemporáneo es malo. No estamos viviendo una gran época", se lanzó ayer. "Hay demasiado arte contemporáneo y la mayoría es una mierda", sentenció este detractor furibundo de Julian Schnabel y Basquiat y para quien Pollock y Rothko son simples "decoradores". Sin embargo, en un alarde de ironía, afirmó: "Mi reputación como crítico feroz es una invención".
Lo que más sorprende de este hombre, además de su generosa anatomía, es su fuerza vital, el ímpetu con que defiende sus ideas y la pasión que demuestra por cualquier asunto. Confesó que, pese a que la edad le ha restado entusiasmo ante el arte, sigue emocionándose cuando encuentra "piezas como las de Serra". En cuanto al edificio de Frank Gehry, se mostró más esquivo al dar su opinión. "No sé si debo, estando aquí", reconoció. Pero no tardó en añadir: "Creo que es un edifico lleno de manierismo, que parece que ahora tiene mucho éxito. Es un objeto de arte, por supuesto, pero a mí lo que me interesa es lo que contiene. El edificio es singular y tiene partes buenas, pero parece que es lo único que Gehry puede hacer. Ahora es único, pero dentro de nada habrá teatros de la ópera y ayuntamientos iguales al Guggenheim Bilbao".
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