Una avería en la torre de control de Torrejón provoca retrasos en 400 vuelos
Algunos aviones sufrieron hasta tres horas de demora en Barajas
Más de 400 vuelos con destino y llegada al aeropuerto de Barajas sufrieron ayer retrasos de hasta tres horas. Según las compañías aéreas, sobre las 8.20 se produjo una avería en la conexión entre la terminal y el centro de control de Torrejón de Ardoz. Tuvieron que retrasarse los aterrizajes de todos los vuelos y las salidas de los que estaban en tierra. AENA, sin embargo, aseguró que el retraso se debió a un colapso del espacio aéreo sin relación con el aeropuerto. Aunque la avería quedó arreglada a las dos de la tarde, los vuelos siguieron acumulando retrasos durante el resto del día.
A la una de la tarde, al mirar las colas de facturación del aeropuerto de Barajas, podría pensarse que el calendario se había adelantado un mes. Decenas de personas esperaban pacientes bajo los paneles luminosos que iban señalando los sucesivos retrasos, como en plena operación salida del verano. Bajo la palabra "retrasado", un panel publicitario de Iberia indicaba: "La puntualidad es nuestro objetivo".
Fuentes de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) aseguraron que no era responsabilidad suya: "El problema está en el aire". Según argumentaron: "Hubo un exceso de capacidad aérea en un momento dado en el que pasaban más vuelos de los que debían". AENA no quiso precisar el número de vuelos afectados por los retrasos: "Es imposible saber cuáles de los vuelos salen más tarde de lo previsto a causa de este incidente".
La versión que dieron las compañías aéreas fue muy diferente de la oficial: a las 8.20 se produjo una avería, de forma que los aviones que intentaban comunicarse con el centro de conexión de Torrejón de Ardoz para aterrizar no conseguían obtener respuesta. Desde este punto se controla la navegación aérea en la zona centro de España. Ante la ausencia de respuesta, los pilotos tenían que contactar directamente con la torre de control de Barajas, que les daba instrucciones para retrasar el aterrizaje. Así quedó colapsado el espacio aéreo.
Avería resuelta
La avería no se resolvió hasta las dos de la tarde, pero los retrasos acumulados se prolongaron durante varias horas más. Los retrasos acumulados durante la mañana causaron problemas en las rotaciones de aviones y tripulaciones, que afectaron a la mayoría de los vuelos, y prácticamente a todos los transoceánicos, informa Efe.
Todos los vuelos que tuvieron que aterrizar en Madrid durante la mañana sufrieron retrasos de una media de una hora. Gran parte de los pasajeros que salían de Madrid padecieron demoras a lo largo de toda la mañana, aunque el momento de mayor caos se produjo sobre las diez.
Algunos vuelos llegaron a registrar hasta tres horas de retraso: a las 10.50 tenía prevista su salida un vuelo a Fuerteventura; a las 11.25 uno a Santiago de Compostela; a las 11.30 otro a San Sebastián; a las 11.55 a Londres... Según se podía leer en los paneles informativos, ninguno de ellos había salido a las dos de la tarde, ni se sabía cuándo lo harían, mientras que el vuelo con destino a San Sebastián había sido cancelado.
El aeropuerto de Barajas registra un tráfico aéreo diario de 900 vuelos. Al menos 400 de ellos se vieron perjudicados directamente por los retrasos desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde. Pero también hubo viajeros afortunados que no se vieron afectados por este caos. Santiago S. fue uno de ellos: su vuelo a Florencia, previsto para las dos de la tarde salió a las 14.15. "Uno de los más puntuales de mi vida", aseguró desde la ciudad italiana. También un vendedor de lotería de la Cruz Roja se mostró sorprendido al enterarse de que estaba habiendo retrasos. "Pero si parece un día tranquilo... Tampoco había tanta gente", aseguraba.
Sin indemnización
Carlos, en cambio, estaba preocupado. El vuelo en el que viajaba su mujer desde Lima no había aterrizado. Llegaba más de 40 minutos tarde. "Entro a las dos a trabajar y no sé si llegaré; ando a ver si localizó a mi jefe para contarle mi problema", relataba, agobiado, sobre las 13.30.
En el mostrador de información explicaron que los viajeros no tenían derecho a indemnización por estos retrasos, alegando que se debían a causas ajenas a las compañías aéreas y a AENA. "Es un problema de la torre de control", explicaba una azafata de tierra. También aclaraba que no dependía ni de los destinos de los vuelos, ni de las compañías aéreas. "Por ejemplo, había dos vuelos a Barcelona a primera hora, y uno se ha retrasado y otro no", explicaba.
El panel de vuelos en tiempo real de la página de Internet de AENA seguía recogiendo retrasos a las nueve de la noche de ayer. El que mayor demora acumulaba era un vuelo procedente de Málaga, que debía haber aterrizado en Barajas a las 15.05. Sin embargo, no lo hizo hasta las 19.46.
¿Por qué mi avión sí y otros no?
"¿Por qué mi avión sí y otros no?". Esta pregunta estaría ayer, por ejemplo, en la mente de los viajeros del vuelo de Málaga que debía haber aterrizado a las tres de la tarde, pero que llegó cuatro horas después.
Fuentes de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) explicaron que la palabra clave en todo este asunto es slot, que significa espacio en inglés, y que son los derechos de vuelo de una compañía.
Dos veces al año se asignan los slots, que vienen a ser algo así como el número que da la vez a los vuelos para despegar. El slot lleva asignado un tiempo para el despegue de la aeronave. En caso de que se pierda ese turno, el vuelo pasa a la cola. Entonces tendrá que esperar a que le asignen una nueva hora de despegue.
Los vuelos que tuvieron la fortuna de su parte, consiguieron despegar en su slot y por eso no se produjeron retrasos en todas las salidas.
Los slots suelen concentrarse normalmente en las horas punta. Las ocho y media de la mañana, cuando sucedió la avería en el aeropuerto de Barajas, es considerada como tal. Por eso se dio ese cuello de botella en el espacio aéreo. Sin embargo, se fue resolviendo según se iban recolocando los vuelos en las "parrillas de salida". Por eso, los pasajeros que iban llegando a partir de las dos de la tarde percibían que la situación era de normalidad.
En las terminales de llegadas nacionales e internacionales, el caos prácticamente ya se había resuelto. En las de salida había más colas de lo habitual. La estampa se asemejaba a la de cualquier operación salida en los puentes y vacaciones: gente sentada en las maletas, ajetreo de carritos por los pasillos, desconcierto sobre los vuelos de los que no había información en los monitores.
Antes de embarcar, pocas protestas y resignación por parte de los viajeros. En los mostradores de información la respuesta se repetía: "Lo siento, señora. Lea su billete con atención. Verá que ahí dice que no le indemnizarán por este retraso".
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