"Se ha exagerado el perjuicio del MP3 en la industria musical", dice Bernhard Grill
"Ofrecimos al sector discográfico la codificación, pero nos dijeron que era demasiado incómodo y que no sería un mercado de masas" - "Ha tardado 10 años en producirse el cambio de actitud de la industria musical"
En la cuna del MP3 no suena la música. En la cuna del MP3 nadie se ha hecho rico. En la cuna del MP3 no hay stock options, ni joint ventures, ni venture capitalist. La cuna del MP3, efectivamente no es Estados Unidos, sino Europa: el Instituto Fraunhofer en Erlangen (Alemania).
En este instituto trabaja desde hace 18 años Bernhard Grill. Así, de entrada, su nombre no suena como un Steve Jobs o Bill Gates, ni como un Marconi o un Edison, pero él es el culpable de la crisis de la industria discográfica. Grill creó, con dos colegas, el MP3, el sistema de compresión musical que facilita el intercambio de archivos por Red. Nacido hace 44 años en Schwabach, Grill estudió electrónica en Erlangen, allí trabaja desde 1987 y dirige el departamento de Audio del Fraunhofer IIS. Con él comenzó la revolución musical. Ahora presenta una evolución del MP3 con sonido Surround, mejor que el estéreo.
Pregunta. ¿Cómo nació la tecnología MP3?
Respuesta. A comienzos de los ochenta, en la época en que se digitalizó la red telefónica en Alemania, el profesor Seitzer, de la Universidad de Erlangen, tuvo la idea de transmitir por la línea telefónica RDSI de 64 kilobits por segundo algo más que la voz. Entonces comenzó a investigar un pequeño grupo en el que yo entré para hacer mi tesina de fin de carrera. Era la época en que aparecieron los primeros discos compactos. Si querías envíar por la línea telefónica toda la información contenida en uno de estos discos, había que hacerlo a 1,5 megabits por segundo. Pero la línea telefónica sólo permite 64 kilobits por segundo, de modo que para enviar un disco hacían falta 24 líneas telefónicas paralelas.
P. ¿Y qué hizo?
R. Tuve la idea de cómo comprimir la información para poder transmitirla por una sola línea telefónica. Tratamos de patentar una primera aplicación, que fue rechazada con el argumento de "eso es imposible". Entonces seguimos investigando Karlheinz Brandenburg y yo. Él desarrolló un proceso con el que se podía reducir bastante la música, yo seguí trabajando y conseguí reducirla un poco más, y así llegamos a los 64 kilobits por segundo, primero sólo en calidad mono y luego en estéreo (15 años de desarrollo más tarde). Ya se podía enviar música por teléfono sin multiplicar el número de líneas.
P. ¿El siguiente paso?
R. La Sociedad Fraunhofer creó un grupo de investigación para trabajar en la compresión de radio y televisión. Se unieron a nosotros dos para avanzar en esta tecnología y trabajar en la estandarización de un sistema de radio y televisión digital. Era el año 1987. El grupo se llamó Motion Pictures Expert Group (MPEG). Desarrollamos, con las empresas AT&T y Thomson, un proceso llamado Aspec, que fue el antecesor del MP3. Propusimos el Aspec para su estandarización como tecnología de radio y televisión digital porque era el mejor de los procesos que se habían conseguido hasta entonces por su calidad y por la medida en que habíamos reducido los datos, pero la industria no lo quiso. Nos dijeron que era demasiado complicado.
P. ¿Y qué pasó?
R. Que no abandonamos. Lo cambiamos un poco y así nació el MP3 en 1993 con el nombre de ISO MPEG Audio Layer 3. El nombre de MP3 no surgió hasta 1995. La industria dijo entonces que nunca habría aplicaciones MP3 en el mercado.
P. ¿Por qué 3?
R. Existieron el MPEG Audio Layer 1 y 2, variantes más sencillas. El 3 ya podía ser reproducido en un ordenador con procesador Pentium, que podía descodificar el MP3 sin hardware. Ya no necesitábamos que la industria fabricara ordenadores especiales, sino que cualquiera que tuviera un PC podía reproducir música en MP3.
P. ¿Cuál era su objetivo?
R. El primer objetivo era crear un proceso para transmitir música por una línea telefónica normal, de las que hay en todo el mundo. Si conseguíamos eso, podríamos transmitir música de cualquier punto del planeta a otro. Para hacer una cosa así en esa época había que encargar unos cables especiales a la Deutsche Telekom que costaban muy caros. La primera utilidad que se le dio fue el envío de crónicas de radio desde el estadio de fútbol. Antes las radios necesitaban cables especiales, pero con nuestro proceso era suficiente una línea telefónica. La primera vez que se puso en práctica a gran escala fue en los juegos olímpicos de invierno de Albertville, en 1994.
P. ¿Y había más objetivos?
R. Un segundo objetivo era digitalizar la televisión y la radio. En 1994 empezaba Internet, comenzaba a extenderse el uso del correo electrónico. Internet ofrecía la posibilidad de enviar datos de un punto a otro, igual que se enviaba el correo electrónico. Teníamos este proceso que permitía reducir de tal modo la información de una canción que se podía enviar por la Red. Así que convertimos el proceso MP3 en un programa informático que pudiera reducir la música en un archivo y enviarla de modo que fuera posible escucharla inmediatamente. Era el tercer objetivo: el envío a través de la Red.
P. ¿Esperaba que el MP3 tuviera tanto éxito?
R. Sí, pero en otro plano. Pensábamos que se impondría como estándar de televisión y radio digital. Lo que hoy lamentamos es que en la transmisión de radio se decidieron por un proceso más sencillo. Con MP3 podrían tener mucha más capacidad de transmisión. El argumento en 1994, era que MP3 era demasiado complicado y nunca podría llegar a ser un sistema barato. Pero hoy el descodificador necesario apenas cuesta unos céntimos. Entonces éramos un grupo de investigación totalmente desconocido y no pudimos imponernos, a pesar de que sabíamos que teníamos el mejor proceso.
La derrota del MP3 en el terreno de la radio y de la televisión dejó al departamento de Bernhard Grill al borde de la ruina, y con ello a todo el Instituto Fraunhofer, que sólo tiene un 15% de ayudas del Estado.
Pregunta: ¿Hubo el riesgo de que se abandonara el MP3?
Respuesta: Hubo una fase crítica, pero afortunadamente aguantamos porque nosotros seguíamos creyendo que teníamos el mejor producto, aunque nadie quisiera comprarlo. Gracias a algunas aplicaciones profesionales, como la de la transmisión de crónicas de fútbol, los juegos de Albertville y la liga de baloncesto americana del año 1994, pudimos mantenernos a flote. Nos preguntamos ¿qué más podíamos hacer con esta tecnología? Y llegamos así a la idea inicial, la de transmitir música por vía telefónica. No fue sino en 1998, después de cinco años de existir MP3, cuando llegó el primer éxito. Cinco largos años en que nadie quería MP3.
P: ¿Esperaba que su invento pusiera en jaque a la industria musical?
R: La posibilidad de intercambiar música por Internet la vimos desde el principio y se la ofrecimos a la industria. Le dijimos: Tenemos una nueva técnica con la que se puede enviar música por redes de datos. La respuesta que nos dieron entonces hoy les debe de dar vergüenza: "Pero si nadie tiene Internet en casa". "Nunca será un mercado de masas, es demasiado incómodo. Los discos de compacto son mejor producto". Entonces ya teníamos la forma de codificarlo que permitía la venta por Internet, pero no supieron ver el potencial y nos mandaron a casa.
P: Otros sí que vieron el potencial.
R: Efectivamente, la técnica existía y lamentablemente algunos la empezaron a usar de manera ilegal. Hay muchas aplicaciones legales de MP3. Yo creo que se ha exagerado un poco el perjuicio que esto ha creado a la industria. Desde el principio dijimos que la mejor forma de combatir la piratería era lanzar buenas ofertas legales al mercado; pero no las hubo durante mucho tiempo. La primera oferta legal no llegó hasta el año pasado con iTunes de Apple. Ha tardado 10 años en producirse el cambio de actitud de la industria.
P: ¿Las próximas versiones de compresión de sonido serán mejores que el sistema actual?
R: No mucho mejores en lo que se refiere a la compresión de sonido estéreo. Hemos conseguido comprimir un poco más la música, pero la diferencia no es significativa. El avance importante lo constituye la posibilidad de almacenar y transmitir sonido multicanal a un nivel de compresión de datos cuyo resultado apenas es 5% o 10% mayor que la misma música en estéreo.
P: ¿Y el futuro MP3?
R: Acabamos de presentar el MP3 Surround, que es el paso siguiente al estéreo. Se escucha por cinco canales diferentes, como en el cine. Si dispones de la tecnología necesaria en casa -cinco altavoces más un subuffer para las frecuencias más bajas- lo puedes escuchar en esa modalidad, y si no estás en casa y sólo tienes tus cascos de siempre, lo escuchas en estéreo. También hemos creado Ensonido, que es una simulación del 5.1 (cinco altavoces más subuffer) para auriculares estéreo. Con Ensonido puedes disfrutar de la calidad surround con unos cascos cualesquiera para ver películas en el móvil o en el PDA.
P: ¿En qué trabaja ahora?
R: Cada vez trabajamos más con compresión de vídeo. También estamos dedicados al Digital Rights Management para poder ofrecer datos multimedia codificados y hacer posible así su venta. Trabajamos en la combinación de audio y vídeo y en la estandarización mundial de los formatos que utilizamos.
PRECIOS: www.mp3licensing.com
Serra y Fernández, dos españoles en la cuna del MP3
Mercè Serra (Mataró, 27 años) y Pablo Fernández (Valencia, 25 años), pertenecen a un grupo de investigación del IIS que trabaja en Digital Rights Management (Gestión de Derechos Digitales). El grupo está desarrollando un sistema para la protección de contenidos digitales que permita a los proveedores la venta encriptada de los contenidos. Es el estándar abierto Open Mobile Alliance (OMA, www.openmobilealliance.org) que ligará los contenidos a la máquina del usuario que ha pagado por ellos para que no puedan ser intercambiados por la Red.
Serra estudió Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones en Barcelona. Con una beca Erasmus se fue a Erlangen con el coche cargado hasta con un jamón para hacer el proyecto de fin de carrera. "Tuve suerte porque era una época, 1998, en que buscaban ingenieros por todas partes", recuerda. Un año después estaba trabajando en el Fraunhofer IIS. Convalidó su diplomatura, que en Alemania no está reconocida, y terminó la licenciatura en Ingeniería Superior.
"Las únicas plazas de Erasmus que había estaban en Erlangen. Cuando empecé a buscar en Internet a ver qué ciudad era ésa, sólo había dos o tres páginas y pensé: Dios mío, ¿dónde me voy a meter?", recuerda Mercè. Pero hoy no se arrepiente. "Aquí se trabaja muy bien, el ambiente es muy relajado y los horarios son muy flexibles. Hay gente muy competente". Aunque visita a España con mucha frecuencia, se siente bien en Erlangen y no piensa volver.
Pablo Fernández estudió Telecomunicaciones en Valencia y terminó el último año en Glasgow (Escocia) con una beca Erasmus. "Me gustó vivir fuera y decidí buscar trabajo fuera de España", recuerda. A través de un amigo llegó al Fraunhofer IIS en 2003. En alemán sólo sabía decirle al taxista la calle donde tenía que ir, así que en el trabajo todo funcionaba en inglés. "La gente aquí es muy agradable e intenta siempre que te integres", explica. Después de varios cursos intensivos, ahora ya se lleva mejor con el idioma.
"El Fraunhofer me alojó al principio en una residencia de estudiantes, donde conocí muchos españoles". Gracias a eso la adaptación fue rápida y fácil. "Hay muy buen ambiente, y gracias al horario alemán acabas a las seis y aún te quedan muchas horas para hacer cosas".
Serra califica a Grill de "muy exigente"; Fernández de "muy serio. Se lo piensa todo mucho, es muy precavido. Se nota que no está ahí por casualidad".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.