Capitalidad compartida
Bien se encargó el consejero de la Presidencia, Gaspar Zarrías de precisar que era el gobierno central el que estaba negociando con el ayuntamiento de Sevilla una Carta Municipal similar a la que ya cuenta Barcelona, un reconocimiento a través del cual se pretende consagrar la singularidad de la ciudad hispalense como capital de Andalucía. Corresponde a la administración central dar un estatus específico de este tipo, y la Junta lo apoyará cuando así se decida, precisó Zarrías. Hay que reconocer el gesto de valentía del político jienense. Ha de saber que debe prepararse tanto él como el resto de miembros de la Junta para el chaparrón de peticiones que les van a caer encima por parte de otras ciudades andaluzas que, a buen seguro, reclamarán otro tanto de lo mismo. Y lo malo es que esto no es todo. Las gestiones ante el Ejecutivo central se unen a la iniciativa del PSOE para que se recoja en la reforma del Estatuto de Autonomía a Sevilla como capital de Andalucía, de una forma concreta y explícita.
La verdad es que tan "generosa" entrega de la administración autonómica para con Sevilla está causando cierta sorpresa en las mismas filas socialistas. Muchos de sus integrantes aún no dan crédito. Se muestran escépticos, sobre todo, después de considerar que la administración autonómica no trata adecuadamente a esta ciudad ,y a su provincia, por aquello de no levantar suspicacias en el resto de capitales como puede suceder con Málaga. Ese discurso está muy instalado en determinados ámbitos políticos sevillanos hasta el punto de que ha supuesto un socorrido banderín de enganche para secundar facciones en el seno del PSOE, intento éste último que no ha tenido, hasta ahora, mucha suerte.
Sin embargo, algo está pasando porque el escenario ha cambiado radicalmente. Ya no se trata de decidir sobre un reparto más o menos generoso hacia Sevilla. Hablamos de adoptar medidas estructurales que fijen con claridad el carácter especial de esta ciudad en su condición de capital de la comunidad autónoma, dotándola de un cuerpo normativo que le compense como corresponde, al margen de quien esté en el poder. De conseguirse tal distinción, sería todo un logro para una ciudad cuyos dirigentes parece que están obligados a pedir perdón cada día por las inversiones que captan o los avances que imprimen a su desarrollo.
Es por eso que no se descarta que ,esta semana, nuestros consejeros, para descargar la presión a la que se verán sometidos, que se dediquen a prometer carros y carretas en la periferia con tal de que no se les acuse de "centralistas".De esas apreturas ya ha sacado provecho el presidente del PP Javier Arenas quien conoce bien el percal hasta el punto de proponer la dispersión de diversos organismos administrativos de la Junta como ocurre con las sedes del Consejo Económico y Social y de la Cámara de Cuentas de Andalucía que serían trasladadas a Málaga. Sabía que jugaba con ventaja con esta iniciativa . Cosechaba no sólo el esperado beneplácito de los suyos en la capital malagueña, sino, también, de los socialistas dispuestos a lo que se ve no a no quedarse atrás. No importaba que se mostraran apresados en un absurdo localismo ni que, tampoco, con ello, pusieran en un aprieto al Gobierno andaluz y a su mismo partido que había rechazado con anterioridad, de forma rotunda, tal iniciativa de Arenas. Había que salvar la cara y se secundó tanto en el ayuntamiento como en la diputación de Málaga la moción popular, dando así la razón al mismo presidente andaluz, Manuel Chaves quien de forma reiterada ha expresado su preocupación por los "localismos" ,fenómeno que dificulta la siempre anhelada articulación de Andalucía.. Se comprende. Cada uno tira para lo suyo al margen de planteamientos coherentes y universales que se suponen ha de regir a un partido de izquierdas como es el PSOE. Se impone, por tanto, algo más que un gesto, así que deberemos estar atentos a las inversiones, anuncios y demás efectos especiales que se van a desplegar para tratar de compensar tanto "entreguismo" a Sevilla.
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