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Reportaje:

Un triunvirato en la Comisión de Energía

Luis Albentosa y Jorge Fabra actuarán como el 'núcleo ejecutivo' bajo la presidencia de Maite Costa

Jesús Mota

La nueva Comisión Nacional de la Energía (CNE), trabajosamente organizada por el ministro de Industria, José Montilla, parece una prolongación -técnica y políticamente mejorada, eso sí- de la que a su vez, en su día, montó el primer Gobierno del Partido Popular como una copia administrativamente degradada de la Comisión Nacional del Sistema Eléctrico (CNSE) del Gobierno socialista que acabó en 1996. El Ministerio de Industria no quiere o no puede o no se atreve a modificar el carácter consultivo de la comisión y mantiene conscientemente el modelo de un presidente (presidenta) sin especial experiencia técnica en energía, sin un perfil público ostensible, pero conectado por una afinidad política incontestable. María Teresa Costa, ex diputada del PSC, proviene de la familia política de Narcís Serra, es catedrática de Economía Aplicada y se supone que entre sus virtudes destaca la buena relación con el ministro de Industria y con el director general de Industria, Joan Trullén. Garantías ciertas de que no abundarán los enfrentamientos.

José Montilla, el ministro de Industria y Energía, ha cuidado que las familias socialistas estén bien representadas en la Comisión

Era preferible una comisión con independencia política y administrativa -de características similares a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)- presidida por un técnico o político de reconocida solvencia y probada autonomía frente al poder. Una vez descartada esta opción -no se advierten, por el momento, indicios de que se quiera dar a la CNE un estatuto de regulador-, podría haberse recurrido a una amplia renovación del consejo para reforzar su carácter técnico, económico y energético. Es notorio que el PP decidió que en el foro institucional energético español abundaran los abogados del Estado. Pues tampoco. Las renovaciones de Jaime González (apoyado por el PSOE) y Sebastiá Ruscalleda (cuenta con el apoyo de CiU-ERC) informan de que el ministro de Industria socialista también descartó este camino.

Hasta aquí, lo evidente. Ahora bien, la nueva CNE está conformada según un juego de conexiones personales y políticas sumamente revelador de las relaciones de fuerzas en el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Algunas de ellas son relevantes para el funcionamiento de la comisión.

1. Maite Costa, presidenta de la CNE, cuenta con el apoyo explícito de José Montilla, por supuesto, y también de Narcís Serra. Cuenta con la bendición del PSC; no podía ser de otra forma, siendo Montilla el guardián político de los socialistas catalanas en Madrid. La socialista Arantxa Mendizábal, portavoz de la Comisión de Energía en el Congreso, era la candidata mejor situada para los socialistas "no catalanes". Renunció por motivos personales.

2. En la medida de lo posible, Montilla ha cuidado que las familias socialistas estén bien representadas en la Comisión. Los nuevos (Jorge Fabra y Luis Albentosa) responden a esta lógica del equilibrio. Fabra, ex presidente de Red Eléctrica Española (REE), técnico de probada experiencia, nació a la Administración de la mano de Fernando Maravall (uno de los primeros secretarios de Energía del PSOE) y cuenta con el apoyo de José Manuel Eguiagaray y, según parece, de Cristina Narbona, ministra de Medio Ambiente. No provoca entusiasmos en Economía ni en la Secretaría General de la Energía. Albentosa, ex director general de Política Económica en el último Gobierno socialista de la etapa anterior, es un economista curtido en la Administración y en el análisis de los mercados energéticos. Su apoyo político es Miguel Ángel Fernández Ordóñez, secretario de Estado de Hacienda.

3. Así, si bien se examina, el gobierno efectivo de la comisión, si puede decirse así, quedará en manos de un triunvirato: la presidenta, Maite Costa, y dos hombres fuertes (Jorge Fabra y Luis Albentosa), ambos con capacidad técnica, pero representantes de posiciones que pueden ser divergentes con el paso del tiempo. Es verdad que Montilla ha transmitido, con imperativo toque de corneta, que todos deben ponerse a las órdenes de la presidenta; pero mientras Fabra es, por decirlo así, más sensible a los requerimientos sociológicos de la energía, el servicio y las redes públicas, la personalidad del ex director general de política económica reacciona mejor al cálculo económico y a la optimización de la oferta.

Las dos piezas básicas de la CNE tienen criterio propio y no tienen por qué coincidir necesariamente. No se trata de profetizar una confrontación -es demasiado pronto para emitir cualquier vaticinio-, sino de evaluar los riesgos implícitos en el perfil profesional de ambos. El primer contacto oficial con la presidenta -el jueves 2 de junio en una comida- se saldó con lo que los cursis llaman "buenas sensaciones" y que en realidad es un mero reconocimiento cortés entre colegas.

4. En términos políticos no se esperan problemas, por lo menos de inmediato. La CNE aparece dividida en dos grandes bloques. Por una parte, el formado por los triunviros ejecutivos mencionados, más Ruscalleda y González; por otra, el grupo de consejeros formado por los apoyados por el PP (Peón, Fernández Rozado, Sierra) y el vicepresidente Martí Scharfhausen. Aparentemente, no funcionan en régimen de voz común. Por el momento no se dispone de la reacción en caso de un acontecimiento de gran importancia, como una fusión empresarial.

5. Están pendientes algunas decisiones de contenido sobre la CNE. ¿Adoptará un punto de vista proempresas o proconsumidores? ¿Aceptará a priori las decisiones del mercado en concentraciones y fusiones? ¿Tomará la iniciativa para denunciar posiciones dominantes del mercado? Y, de forma inmediata ¿cómo recibirá el triunvirato de la CNE las recomendaciones del Libro Blanco de Electricidad?

El ministro de Industria, José Montilla, y la presidenta de la CNE, Maite Costa.
El ministro de Industria, José Montilla, y la presidenta de la CNE, Maite Costa.

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