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Reportaje:CICLISMO | Dauphiné Libéré

El bravo Landaluze resiste en los Alpes

El corredor del Euskaltel conserva 59 segundos de ventaja sobre Botero a falta de una etapa

Carlos Arribas

Si Íñigo Landaluze (Algorta, Vizcaya, 1977) resiste hoy en el insidioso circuito de los alrededores de Sallanches -siete ascensiones al repecho de Domancy, dos kilómetros al 10%, allá donde Hinault masacró a sus rivales en el Mundial de 1980- y, después de contemplar el coraje con que defendió ayer su liderato en el colosal Joux Plane, nada hace pensar que no pueda superar el desafío, habrá inventado una nueva forma de ganar el Dauphiné Libéré: solo, a solas y contra todos.

Su equipo, el Euskaltel, llegó al Dauphiné con problemas en la plantilla, sólo seis ciclistas de los ocho posibles y una táctica simple, que cada uno haga lo que pueda hasta que pueda, una regla a la que Landaluze, de todas maneras, lleva toda la temporada acostumbrado. Una aproximación muy modesta, más acorde con los tiempos que corren, a una carrera que el año pasado supuso el cénit de su temporada -recuerden: Mayo arrasador, cronoescalada del Ventoux, Armstrong sufriendo- .

Pasados los días, el equipo se redujo a cuatro, Landaluze y tres más, y a una situación cuanto menos curiosa: Landaluze, que el año pasado fue uno de los más preciosos gregarios de Mayo, de líder, su compañero Aitor Silloniz, de farolillo rojo, y Koldo Fernández y Joseba Zubeldia, perdidos en las profundidades de la general.

Landaluze alcanzó el liderato el viernes porque no se había portado mal en la contrarreloj que ganó Botero, porque también brilló en la ascensión al Mont Ventoux y porque cuando sus compañeros de fuga le pidieron el viernes que lo dejara, ya que estaba colocado para la general, para que ellos pudieran llegar, y cuando dejaron de pedalear y dar relevos tras el fugado Axel Merckx, él decidió atarse los machos y lanzarse tras el belga.

Tras todo ello, pocos daban un duro por él, por su capacidad de resistir con el maillot amarillo en la terrible etapa alpina de ayer, un recorrido por la Chartreuse que vio al increíble Santiago Botero escalar como un poseso la Joux Plane, que vio al tenaz Paco Mancebo mostrar sus primicias, que vio al cauto Lance Armstrong en compañía de los tenores Vinokúrov y Leipheimer, subir sin arriesgar. Allí, solo, a solas, contra todos, Landaluze pudo haberlo perdido todo, pero se negó. Con coraje resistió. Perdió 4m 17s con respecto a Botero, y poco menos de minuto y medio respecto a Armstrong y compañía. Mantuvo el liderato con 59s sobre el colombiano, 1m 16s sobre Leipheimer, 1m 37s sobre Armstrong y 1m 40s sobre Vinokúrov.

Por pura ironía del destino, el triunfo de Landaluze llega acompañado de las desgracias del Liberty, uno de los equipos más fuertes del ProTour. Ayer abandonó Contador, que recibió 18 puntos en el anular de la mano derecha que se había cortado intentando colocar en marcha el imán del cuentakilómetros en un radio. Roberto Heras, su figura para el Tour, siguió sin encontrarse a gusto. Ayer, también Isidro Nozal, expulsado del Dauphiné por no pasar el control de hematocrito, sufrió un atropello cuando se entrenaba en Mieres. No se rompió nada, por lo menos.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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