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Crítica:LA MAESTRANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sorprendió el debutante Currito

Antonio Lorca

Sorprendió el más joven, el que se presentaba como novillero en la Maestranza, Fernando López Currito, cordobés de Fernán Núñez, que toreaba su quinta novillada con caballos. Y sorprendió quien, por encima de todo, tiene personalidad, hechuras de torero y sentimiento. Lo demostró cuando se abrió de capa para recibir a su primero y lo veroniqueó con las manos muy bajas, gustándose en cada lance, y cerró con una media y una larga muy vistosas. Muleta en mano, comenzó por bajo y, con la rodilla contraria flexionada, dibujó un ayudado larguísimo por el pitón izquierdo y, ya de pie, remató con un recorte que fue en sí mismo un cartel de toros. Toreó, después, por redondos y lo hizo como mandan los cánones: bien colocado, alargando el brazo y rematando los pases en la cintura. El novillo duró muy poco y a la faena le faltó la consistencia que su oponente no tuvo. Pero el toreo dejó una buena carta de presentación.

Montealto/Carbonell, Palacios, Currito

Novillos de Montealto, bien presentados y de juego desigual; el sexto, sobrero del Conde la Maza, manso y deslucido. Manuel Carbonell: silencio y silencio tras aviso. Andrés Palacios: palmas en su lote. Fernando López Currito: vuelta y silencio. Plaza de la Maestranza. 5 de junio. Novillada de abono. Media plaza.

Le devolvieron el sexto, que quedó conmocionado tras dos topetazos contra los burladeros y, en su lugar, salió un sobrero de 520 kilos del Conde de la Maza. Una auténtica mala suerte porque, como era previsible, fue un manso que huía de su sombra, violento, áspero y deslucido, que echó por tierra todas las aspiraciones del chaval.

Incomprensible la estrecha relación entre la empresa Pagés y esta ganadería, que fracasa año tras año y vuelve cada temporada -está anunciada el próximo domingo- como si no hubiera pasado nada. Una ilusión más perdida a causa del inexplicable empecinamiento de la empresa sevillana con esta ganadería que no ha hecho mérito alguno para lidiar en esta plaza. Lo que pudo ser un triunfo quedó en una profunda decepción que pagó quien menos culpa tiene: un novillero con cualidades, con empaque y personalidad.

Tampoco le faltan condiciones a su compañero Andrés Palacios, pero tuvo peor suerte. Para él fueron los dos novilleros menos lucidos. El primero embestía con la cara alta y con un molesto cabeceo, que hizo muy difícil el lucimiento del torero. El otro, rajado y parado, se negó a embestir. No obstante, Palacios tiene maneras y sello de torero artista, Toreó muy bien a la verónica y no se desesperó ante la impotencia de su lote.

En primer lugar actuó Manuel Carbonell, un joven ya mayor y novillero veterano, próximo a la alternativa. No le faltó voluntad, lo intentó una y otra vez, pero no dijo nunca nada. Torea muy despegado, con la muleta retrasada y el cuerpo encorvado, y así no es fácil emocionar. Su primero, muy rajado, era imposible, pero el cuarto se dejó torear y Manuel Carbonell evidenció que alguien puede estar enganándolo.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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