Del Teatro Real
Señor Muñiz, director gerente del Teatro Real, como amante de la ópera y asidua al coliseo que usted dirige, me parece una idea muy buena querer acercar la ópera a todo tipo de clases sociales, querer que todo el mundo disfrute de esta maravilla, cada uno a su manera, la gente pudiente disfrutarlo en directo y los que no podamos pagar, en una pantalla de cine en diferido, y a la salida, cruzarnos con los que pueden permitírselo esperando para entrar y disfrutar del directo.
Hace años denuncie la situación del personal que recibirá a este público, los acomodadores que en esta apertura a toda la sociedad son los grandes olvidados. Se olvida usted de que no son trabajadores del teatro, que siguen después de ocho temporadas contratados por una ETT, que siguen ganando 300 euros, que los diferentes gerentes que han pasado nunca les han tenido en cuenta e incluso la última se encargo de renovar el contrato con la empresa de trabajo temporal, que antes hacían anual, por tres años antes de dimitir.
Se olvida que el teatro esta subvencionado por la Comunidad de Madrid y por el Ministerio de Educación y Cultura. Y que esa ETT gana dinero del Estado por hacer de intermediario de esos trabajadores en el teatro (sin ninguna razón aparente), privándoles de los derechos que les corresponderían si fuesen trabajadores suyos y poder acogerse a algún convenio que no sea de una ETT y poder revindicar algún derecho que les correspondería después de tantos años. Los acomodadores tenían la esperanza de cambiar su situación con el nuevo Gobierno y ministro, ya que cuando estaban en la oposición siempre le apoyaban con buenas palabras y la ministra que está en el Gobierno es la que le nombro a usted como gerente.
Si queremos democratizar nuestro teatro, empiece por el personal que trabaja para usted, no me gusta que con mis impuestos se alimenten este tipo de empresas que lo único que hacen es privar a los trabajadores de sus derechos utilizándoles como mano de obra barata y así, con la excusa de que no son trabajadores suyos, lavarse las manos de su situación. Son usted y el Ministerio los únicos que pueden solucionar su situación laboral.
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