La pequeña distensión
Pese a la manifestación de ayer, sábado, y a su marcado carácter antigubernamental, y pese a la apertura formal de la campaña electoral gallega, el clima político parece haberse suavizado en los últimos días, rebajando los niveles de crispación que se alcanzaron en el debate sobre el estado de la nación, a propósito de la política antiterrorista.
El Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero se ha esforzado en esta semana en crear "ámbitos de distensión", según reconocía el pasado viernes un destacado dirigente del Partido Popular. Las "señales" del Gobierno han permitido, incluso, alcanzar algunos acuerdos "de segunda fila" que llevaban paralizados desde hace meses. Entre ellos, la renovación de Enrique Múgica como Defensor del Pueblo, algo que proponía el PP y que, por el contrario, no ha sentado nada bien en algunos medios socialistas, que hubieran preferido el inmediato relevo del antiguo dirigente del PSOE.
Entre las señales enviadas, la renovación de Enrique Múgica como Defensor del Pueblo, pese a que muchos socialistas habrían preferido su inmediato relevo
PP y PSOE coinciden en que la dinámica de distensión ha sido consecuencia de un esfuerzo protagonizado casi en exclusiva por el Gobierno, aunque no se ponen de acuerdo en las razones de ese esfuerzo. El PP asegura que los socialistas han comprendido que la resolución aprobada en el Congreso fue "precipitada e innecesaria" y buscan el camino para generar un nuevo entendimiento en política antiterrorista, incluida la oferta de Zapatero de reunirse con Mariano Rajoy inmediatamente después de la fecha de las elecciones autonómicas gallegas.
"Ya han comprendido que no se puede avanzar en este tema al margen de la oposición y que pueden haber sobrevalorado informaciones y señales muy tenues", señala un dirigente popular experto en el País Vasco.
Los socialistas, por su parte, explican que es verdad su deseo de recomponer un cierto entendimiento en temas antiterroristas, pero que, sobre todo, consideran que el progresivo aislamiento en que había caído el PP, en todas las esferas de discusión política, podía terminar siendo muy problemático para el desarrollo de la legislatura. Merecía la pena "tomar la iniciativa" para desbloquear el principal partido de la oposición, explica un diputado del PSOE que ha participado en la creación de esta "nueva dinámica".
Sea como sea, los dos partidos atribuyen parecida importancia a la escenificación del acuerdo sobre la reforma del estatuto de autonomía de la Comunidad Valenciana. En el PP resaltan el apoyo de Rajoy al presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, y niegan que la ausencia de Eduardo Zaplana se debiera a cuestiones de contenido político.
"Zaplana no critica el contenido del estatuto. Lo que le molesta, simplemente, es que Camps lograra el acuerdo cuando él lo intentó y no pudo", comenta con ironía un dirigente popular. "No es un problema interno del PP, sino personal de Zaplana", asegura un diputado valenciano.
Aunque muchos dirigentes populares mantienen que la dirección del PP no ha hecho ningún cambio sustancial de opinión en estos días, sí admiten, sin embargo, que ahora tienen más presencia pública, y quizá más predicamento, quienes defienden la necesidad de que el PP acote "espacios de discrepancia" y no ejerza una oposición "en todo y para todo".
La necesidad de presentar un lado "negociador" queda de manifiesto en todas las encuestas y sondeos de opinión que maneja la organización de la calle de Génova."La estrategia de relajar algo el ambiente nos ha venido bien a todos", reconoce un dirigente nacional del PP. "Aunque ahora", asegura, "quedan unos días muy difíciles, no sólo por la campaña gallega, sino también por la renegociación de los fondos comunitarios, que casi van a coincidir y en la que los populares vamos a presentar una crítica muy dura".
Campaña gallega
El hecho de que la campaña electoral gallega tenga tradicionalmente poca repercusión o cobertura nacional no va a impedir que tanto el presidente del Gobierno como el jefe de la oposición se conviertan estos días en los auténticos protagonistas de la vida política de esa comunidad.
Los dos lados admiten que los jefes de fila tienen que batirse el cobre duramente porque sus dos candidatos, Manuel Fraga y Emilio Pérez Touriño, son, por razones muy distintas, poco "llamativos". Las encuestas de uno y otro lado coinciden en una cosa: la baja movilización y la posiblemente escasa participación electoral del próximo domingo día 19. Y con poca participación, los escaños decisivos dependen de muy poco, se intentan tranquilizar en un PP agobiado por las encuestas.
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