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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Con todos los triunfos en la mano

Ha sido necesario que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) difundiese el martes pasado una encuesta de abril de 2004 sobre la situación política valenciana para que el Consell replicase inmediatamente con otra de febrero último en la que, a diferencia de aquella, todo le es favorable. Con ello ha quebrado la que venía siendo su norma: no dar a conocer a la opinión pública los muestreos demoscópicos a los que tiene acceso el Gobierno. Una peculiar y perversa idea de la democracia impide que los ciudadanos -y la misma oposición- puedan acceder a unos datos que son de interés general, por más que el partido en el poder los patrimonialice y reserve taimadamente para sí. Cierto es que la única encuesta decisiva es el escrutinio de los votos, pero conocer a cada momento el pulso y preocupaciones preferentes del vecindario otorga unas ventajas que no debieran ser privilegiadas.

¿Y qué decía la primera de las consultas aludidas? Pues, sucintamente, que, en concepto de simpatía, el PSPV aventajaba en tres puntos al PP y que se reducía la diferencia electoral que los separaba. Poca cosa, en realidad, habida cuenta de la consolidación del partido gobernante en la Comunidad Valenciana y el lento despegue de los socialistas autonómicos. Sin embargo, el presidente Francisco Camps y sus gentes no han tenido indulgencia para con sus antagonistas y, al menor resuello, han echado mano a la santabárbara para dar fe de su hegemonía. Fue digno de ver el rictus sardónico del consejero portavoz, Esteban González Pons, dando cuenta del palizón demoscópico al PSPV que se desprendía de la consulta efectuada en febrero.

No abundaremos en lo sabido, pero baste recordar que, a tenor de tal estudio, el 51% de los consultados aprobaba al presidente, frente al 22% que lo suspendía; el PP obtenía en el capítulo de simpatía -¡quién lo diría!- seis puntos más que en 2004 y que el 47% juzgaba la situación de la Comunidad Valenciana buena o muy buena. Como remate de este canto floral el 50% consideraba buena o muy buena la labor del Consell, en tanto que sólo el 32% otorgaba esta calificación a la del Gobierno de España. Nunca habían sido tan alta y tan baja las calificaciones reseñadas, según enfatizó el consejero. También es verdad, aunque acaso resulte irrelevante, que aumenta el uso del castellano en detrimento del valenciano, lo que no pasa de ser una inercia histórica.

Tampoco ha de extrañarnos, pues, que el PP valenciano se sienta blindado y bien encarrilado para cumplir la legislatura sin despeinarse. Van sobrados, o eso aleccionan las encuestas, salvo que digan otra cosa los maestros en el arte de su lectura, Vicent Franch y Manuel Martínez Sospedra. Tanto es así que para conjurar la molicie el jefe del Ejecutivo convoca periódicamente y en fin de semana a sus estados mayores para leerles la cartilla e instarles diligencia en sus tareas. Parece obvio que, dadas estas bonancibles circunstancias, al PP indígena le ha de importar un ardite la inspección de los eurodiputados y las 15.000 denuncias formuladas contra la legislación urbanística. Un apartado en el que viene a mano glosar algún aspecto.

En primer lugar, y sobre todo por su contundencia, la afirmación del consejero de Territorio y Vivienda, Rafael Blasco, al calificar la política urbanística al uso como modélica, además de un "referente nacional e internacional". A partir de esta percepción va a resultar muy difícil establecer puentes entre la Administración y el frente medioambientalista, esto es, con la inmensa mayoría del vecindario que lamenta la saturación desordenada o pérdida de los mejores paisajes, o se ve abrumada por el desmadre de los abusos, el cafarnaúm de las conurbaciones o el abandono de las áreas metropolitanas. En fin -y digo con el consejero-, siempre nos queda el recurso de acudir al juez para enmendar los entuertos. Solo que, de atenernos a la recomendación, también podríamos prescindir de los políticos que no conciben la política como una herramienta para la transformación y mejora del marco y contenido social sin necesidad de avanzar a golpe de resoluciones judiciales. Pero es probable que semejante idea resulte anacrónica cuando se goza del beneficio de los sondeos desmoscópicos.

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