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Reportaje:EL ECUADOR DE LA LEGISLATURA

Bajo la opulencia del Palau de les Arts

Los fondos dedicados a la futura ópera contrastan con el ajuste en la Consejería de Cultura

Ferran Bono

Una de las primeras medidas que adoptó hace dos años el Consell, presidido por Francisco Camps, fue anunciar la paralización de la piel metálica del proyecto de ampliación del IVAM. El entonces consejero de Educación y Cultura y hoy portavoz de Consell, Esteban González Pons, vinculó esta decisión con la necesidad prioritaria de "construir colegios". ¿Cuántos colegios se podrían levantar con el presupuesto destinado al Palau de les Arts?

La futura y espectacular ópera, rebautizada con el apellido de Reina Sofía y diseñada por Santiago Calatrava, marca esta legislatura en materia cultural. El propio Camps presentó el proyecto siendo consejero de Cultura, el segundo de los seis que ha tenido la Generalitat en los 10 años de mandato del PP. Hace dos años ya se habían gastado 165 millones de euros, el doble del coste original, según ha confirmado el propio consejero de Economía, Gerardo Camps. Ahora se estima que se han sumado otros 100 millones más.

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Al mismo tiempo, se han ido presentando fichajes de rutilantes nombres, en consonancia con las pretensiones y el contenedor que albergará cuatro salas, como Zubin Mehta y Lorin Maazel, como primero y segundo director musical, además de Plácido Domingo. El propósito es hacer coincidir la tetralogía de Wagner, dirigida por Mehta, con la culminación de la Copa del América, confluyendo todos los llamados eventos en fechas próximas a las elecciones autonómicas de 2007.

A este gasto disparado del Palau de les Arts habrá que añadir el de mantenimiento y programación (el Teatro Real de Madrid tiene un presupuesto anual de 44 millones de euros y el Liceo de Barcelona, de 55, ambos recintos con dos salas). La Generalitat confía en que el Palau "atraerá a nuevos turistas y melómanos de todo el mundo" porque el recinto "está concebido como un foco de cultura que situará a la Comunidad Valenciana a la cabeza de las regiones musicales de todo el mundo".

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Sólo un proyecto como el de la Ciudad de la Luz rivaliza en gastos con el Palau de les Arts. El que será "el mejor complejo audiovisual de Europa", en palabras de Camps, tiene una inversión de 270 millones de euros en su primera fase. No en vano, ambos complejos se inscriben dentro del área de Grandes Proyectos de Presidencia de la Generalitat, fuertemente endeudada.

Mientras tanto, la Consejería de Cultura se ha apretado el cinturón hasta el punto de que incumple con los compromisos, reiterados anualmente, de incrementar las ayudas para posibilitar el gran salto de las artes escénicas valencianas. Por primera vez, todos los profesionales se han unidos (actores, compañías, bailarines, Circuit Teatral) en una plataforma de protesta. Las compañías denuncian que no hay dinero para más ayudas, pero sí para "fastos" como el que se avecina en la apertura en falso del Palau para el próximo octubre.

Además, en esta legislatura, la política cultural discurre con una de las protagonistas principales de los anteriores mandatos del PP desplazada de la Consejería de Cultura, Consuelo Ciscar. Desde la llegada de Camps a la presidencia, se le fue quitando margen de actuación a la esposa del influyente consejero de Territorio, Rafael Blasco. Al final se optó por nombrarla directora del IVAM. De modo que Ciscar salía de la Consejería y Kosme de Barañano se marchaba de la dirección, donde cobraba uno de los sueldos más elevados de Europa entre los directores de museos.

Unos cambios que no obedecían, en cualquier caso, a una línea de actuación artística meditada respecto a la llamada joya de la corona de la Generalitat en materia cultural. En cuanto al Museo de Bellas Artes de Valencia, una sentencia excluía de promover al cargo de dirección al mayor especialista del mundo, si éste no fuera, por ejemplo, funcionario de la Generalitat. Al final, Cultura decidió dejar el concurso desierto y mantener de momento a Fernando Benito al frente del museo.

Tampoco hay mucho más presupuesto para el rico patrimonio artístico valenciano. Camps inició su mandato haciendo gestos de valencianismo. En este sentido, cobró una notable importancia simbólica la recuperación del antiguo monasterio de la Valldigna. Pero a pesar de la compra del claustro reinstalado en Torrelodones y de las declaraciones del Consell relativas a que su devolución al monasterio justificaría una legislatura, y a pesar de los diversos anuncios de su pronto retorno, el claustrillo sigue en la población madrileña.

Ni hay mucho más fondos para la promoción de la lectura, el apoyo a las editoriales y la compra de libros. La legislatura de Camps pasa su ecuador con los mismos índices de lectura que durante los gobiernos de su compañero y sin embargo rival de partido Eduardo Zaplana: por debajo de la media española. Ni uno ni otro han considerado el aumento de los índices de lectura, una variable ineludible para establecer el nivel cultural de una sociedad, como uno de los ejes prioritarios de su política cultural.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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