Cuatro oportunidades, tres goles
El acierto ante la portería permite al Madrid resolver con facilidad ante un Zaragoza poco inspirado
En un alarde de acierto cara a puerta, el Real Madrid se impuso a un Zaragoza falto de mordiente y oficio. Al carecer de interés deportivo el encuentro porque el Barça así lo determinó hace dos semanas, las miradas se centraron en los aspectos emotivos, polémicos y especulativos. Tan poco interés, que no curiosidad, despertó la contienda, que los colegiados permitieron a Casillas portar la misma indumentaria que ellos: pantalón negro y camiseta amarilla. Así, aunque extradeportivos, el partido tuvo sus alicientes: el guardameta César Láinez, retirado esta semana, se llevó un caluroso homenaje que erizó la piel; Guti y Figo prosiguieron su vía crucis iniciando el partido en el banquillo, Villa no logró alcanzar a Fernando Torres en el duelo por el Pichichi nacional y, a buen seguro, varios futbolistas se despidieron de los colores defendidos anoche.
ZARAGOZA 1 REAL MADRID 3
Zaragoza: Luis García; Ponzio, Álvaro, Milito, Toledo; Galletti, Cani (Camacho, m. 70), Movilla (Cuartero, m. 77), Savio; Óscar (Piti, m. 77); y Villa.
Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Samuel, Roberto Carlos; Celades, Gravesen, Zidane (Solari, m. 60); Raúl (Guti, m. 65); Owen (Figo, m. 45) y Ronaldo.
Goles: 0-1. M.24. Fallo de Luis García que no atrapa un disparo de Zidane desde la frontal y Owen aprovecha el rechace para marcar. 1-1. M. 43. Óscar hace la pared con Villa dentro del área y remata a placer. 1-2. M. 52. Roberto Carlos, de disparo cruzado. 1-3. M. 92. Ronaldo, a pase de Figo.
Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Samuel y Toledo.
Unos 25.000 espectadores en La Romareda.
Planeaba la duda de si jugaría Figo en La Romareda. Si sería, además, su último partido con la elástica blanca. El cruce de declaraciones entre el portugués y Vanderlei Luxemburgo durante la semana no hizo más que avivar el debate público, la confrontación entre ambos. La lógica, por norma general, dice que el técnico siempre tiene las de ganar si de una batalla oral se trata. Por lo menos si debe traducirse en minutos sobre el césped. Figo, así, no salió de inicio. Ni siquiera participó en los típicos rondos que realizan los suplentes mientras los titulares calientan. Acostumbrado a tener un papel relevante donde juega, al luso le apodera la desidia cuando no entra en los esquemas del entrenador. Pero salió tras el descanso. Aunque no debió sentirse a gusto sobre el césped. La Romareda le abucheó constantemente. No olvida que fue él quien lesionó de gravedad al central aragonés César. Pero quizás eso, o que era su adiós, le espolearon para demostrar que nunca se le ha olvidado eso de encarar, de centrar desde la banda, de jugar al fútbol. Se llevó, sin embargo, más patadas de las habituales. El técnico tampoco cuenta desde el inicio con Guti. Su calidad y facilidad para entender el fútbol, leer un partido y encontrar a los hombres de arriba, no son suficientes argumentos para Luxemburgo, aunque al fin al se decidió por él.
Aunque los futbolistas del Madrid, instalados en la inopia, abundaron en un letargo propio del que no se juega nada, del que no compite, prolongaron el acierto de cara a puerta exhibido durante la temporada. Zidane agarró el cuero en el borde del área y sacó con su izquierda un disparo cruzado y raso. El meta Luis García, en lo que fue un error garrafal, no logró blocarlo y, consecuentemente, le dejó un balón franco a Owen, libre de marcaje, que resolvió con facilidad. Una ocasión, un tanto. Más adelante, Zidane se la cedió a Raúl, que con habilidad pasó al hueco hacia Roberto Carlos. El brasileño, con la potencia que le caracteriza, volvió a agujerear el marco aragonés. Al borde del final, Ronaldo se hizo presente y marcó su golito. Cuatro ocasiones, tres tantos. El único que falló la suya fue Figo.
No tuvo el Zaragoza tan afinada su mirilla. Pero el sistema, el 4-1-4-1, nunca probado hasta la fecha y obligado por las sanciones de los mediocentros Zapater y Generelo, resultó ser revelador; con dos mediapuntas, el equipo maño consigue tener más posesión de balón, atrevimiento, descaro e incisión. Sin embargo, faltó compenetración entre Óscar y Cani, que se pisaban las parcelas respectivas. Mejor le funcionó el experimento al Madrid a la hora de defender, pues Gravesen y Celades, encargados de conectar las líneas extremas de su equipo, no tuvieron facilidades para desempeñar la función. Si a esto se le suma la inactividad de Zidane y el poco acierto de Raúl, Ronaldo entró menos en juego de lo habitual.
Pero Luxemburgo ha sabido dotar al Madrid de algo que la cultura del club ha negado casi siempre: solidez defensiva. Los apoyos de los mediocentros, las constantes interrupciones de ritmo por parte de Samuel, la excelente colocación y oportunismode Helguera, y el buen hacer de Salgado y Roberto Carlos, hacen del Madrid un equipo difícil de batir. Siempre y cuando no se inspiren los contrincantes. Y sus contrincantes de ayer no se inspiraron.
Cosa que consiguieron Óscar y Villa. El primero le leyó el movimiento y le puso el cuero entre dos defensas. El segundo ganó la posición, pisó área pequeña y se la devolvió cuando Casillas se aventuró a adelantar su posición. Óscar, solo, empató. Insuficiente; jugar al fútbol no siempre te da la victoria. Marcar un gol más que el contrario, sí.
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