El poder y la comunicación
La vieja expresión popularizada por Shakespeare de "matar al mensajero" cuando es portador de malas noticias ha sido sustituida por "adueñarse del mensajero y manipularlo", evitando así que las noticias sean desagradables para el poder. Se ha hecho usual en nuestro país, y de forma rotunda, en Andalucía, que quien ostenta el poder posea, además, el control absoluto de los medios de comunicación públicos y una enorme capacidad de intromisión (no en defensa del interés público, sino de su presencia partidaria) en los medios de comunicación privada.
La creación de un Consejo Audiovisual tiene como objetivo velar por el interés público en los medios de comunicación, garantizar la pluralidad no sólo política sino también social y devolver a la ciudadanía ciertos derechos constitucionales en materia de información, formación de opinión y conocimiento de su realidad.
En Andalucía, sólo IU-LV-CA ha venido planteando desde hace más de una década la necesidad de este Consejo y hemos colaborado en la aprobación de su ley de creación intentando dotarlo de más independencia y capacidad de decisión. Sin embargo, su nombramiento viene precedido de una enorme bronca política en la que se cruzan los dos grandes males de esta legislatura: el enfrentamiento sin límites entre el PP y el PSOE así como la intromisión de ciertos miembros del Gobierno andaluz en la vida del resto de las fuerzas políticas y en el control de las personas propuestas.
La absoluta confrontación PP y PSOE trae como resultado la esterilización de la política andaluza. No discuten por los temas centrales. No les preocupa la financiación. Ni el alto nivel de desempleo, ni el modelo insostenible de desarrollo urbanístico ni las insuficiencias de los servicios públicos. Discuten una y otra vez no sobre realidad, sino sobre los tigres de papel de sus propios titulares de prensa. Y aunque en este caso el trasunto de la confrontación sea la comunicación no les importa la calidad de ésta, ni los derechos de la ciudadanía, sino el poder que de ella se deriva.
El Gobierno andaluz aprovecha las circunstancias para meter el dedo en el ojo al PA, recientes socios de gobierno, proponiendo a un dirigente andalucista contrario a la actual dirección. No caben más errores en la punta de un alfiler, ni más tormentas en el vaso de agua del audiovisual.
Con una brizna de sentido común todos los problemas se hubiesen solucionado: el carácter independiente de los consejeros, la adecuada representación de todas las fuerzas políticas, la apuesta por esta nueva institución. Se trataba de dar un paso adelante en una democracia más rica, menos partidaria, con mayores contrapesos al poder político. Esperemos que tras este accidentado nacimiento el Consejo sea un paso adelante hacia modelos más civilizados y democráticos de comunicación social.
Concha Caballero es portavoz parlamentaria de Izquierda Unida.
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