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Reportaje:

La Tierra vibró como una campana

El terremoto del sureste asiático batió récords como fenómeno geológico

La Tierra vibró como una campana al ser sacudida por el reciente terremoto del sudeste asiático y sigue vibrando todavía, han comprobado algunos de los sismólogos de varios países que han unido sus datos para publicar el primer panorama científico del monstruoso fenómeno que causó casi 300.000 muertos. Ésta es la primera ocasión que tienen los científicos para verificar con instrumentos modernos la ocurrencia tras un gran terremoto de estas oscilaciones libres de la Tierra, que la deforman ligerísimamente.

Además, todos los datos de los 400 sismógrafos consultados, repartidos por el mundo, indican que este seísmo fue el mayor de los últimos 40 años y que alcanzó una magnitud de al menos 9,15 grados en la escala de Richter. Esto quiere decir que se liberó dos veces más energía que la estimada al principio (magnitud 9). Le sigue en la clasificación otro gran terremoto, que no una réplica (de 8,6), en una falla adyacente, que se produjo el 28 de marzo siguiente. La comparación con los grandes seísmos del siglo XX, superiores a magnitud 9 -Rusia en 1952, las islas Aleutianas en 1957, Chile en 1960, Alaska en 1964-, resulta difícil porque no se disponía entonces de las redes de sismómetros digitales de banda ancha, de satélites de observación de la Tierra y de GPS (posicionamiento por satélite). Estas redes han permitido a equipos de varios países, con coordinación estadounidense, publicar sus primeros informes en la revista Science. Sin embargo, los científicos se inclinan por creer que es el segundo mayor terremoto por orden de magnitud de los medidos en toda la historia de la sismología, ya que se liberó una energía equivalente a una bomba atómica de 100.000 millones de toneladas.

El fondo del mar se rompió a lo largo de 1.300 kilómetros durante 10 minutos
En Alaska las ondas del terremoto indujeron pequeños seísmos en un volcán

Algunos científicos que publican los datos ahora ya adelantaron en febrero que la magnitud del terremoto era mayor que 9, y sugirieron 9,3 (ver EL PAIS del 16 de febrero). Ahora, ellos mismos y sus colegas afinan esos cálculos y creen que 9,15 es la más probable, si se tienen en cuenta el tipo de ruptura y la longitud de la falla.

Además de la energía liberada, otras magnitudes deducidas de los datos también constituyen récords. La longitud de la zona de fractura se calcula ahora en 1.300 kilómetros, y la ruptura duró casi 10 minutos, cuando lo habitual es que dure sólo segundos. "Este terremoto es un verdadero hito", ha dicho Thorne Lay, de la Universidad de California, que preside la red internacional Iris de investigación sismológica y ha coordinado el análisis de los datos. "Nunca hemos dispuesto de datos tan completos para un gran terremoto, porque hace 40 años no teníamos la instrumentación para obtenerlos. El tamaño del acontecimiento es aterrador y nos hace ser humildes. Que la comunidad científica sismológica haya estado de acuerdo en trabajar unida refleja el hecho de que comprendemos su importancia".

La causa del terremoto fue el movimiento de subducción por el que la placa tectónica de la India tiende a penetrar bajo la microplaca de Birmania, liberando así tensiones acumuladas durante siglos. Lo que diferencia este seísmo de otros es que tras la primera ruptura, ésta prosiguió con lentitud, probablemente durante horas. "Esto puede explicar por qué el daño estructural del terremoto fue menor que el esperado", ha dicho Roland Bürgmann, que ha trabajado con científicos indios.

Según otro de los sismólogos, Roger Bilham: "Más de 30 kilómetros cúbicos de agua fueron desplazados por el movimiento del fondo del mar, lo que dio lugar a un maremoto que llegó tan lejos como la Antártida, ambas costas de América e incluso el océano Ártico".

Pero lo más impresionante es la confirmación de que la Tierra entera está todavía vibrando y deformada a consecuencia de la enorme energía liberada, que provocó las llamadas oscilaciones libres, medidas por primera vez tras el terremoto de Chile en 1960 y confirmadas posteriormente en terremotos a muy gran profundidad. Y el estudio de estas oscilaciones está proporcionando ya nuevos datos sobre el misterioso interior terrestre. "Al igual que se golpea una sandía para saber si está madura, después de que un gran terremoto golpea la Tierra medimos los tonos naturales para detectar propiedades del interior. Este terremoto puede resolver varias discusiones, como si los cristales microscópicos de hierro puro en el centro de la Tierra están alineadoso no on el eje de rotación", explica Jeffrey Park, de la Universidad de Yale.

Debido a estas oscilaciones del globo, a las ondas internas y a las superficiales producidas por el terremoto, "ningún punto de la Tierra ha escapado a una perturbación en la escala de los centímetros", según Bilham, y muchas zonas sufrieron desplazamiento de varios metros. Las ondas sísmicas alcanzaron, por ejemplo, una estación sismológica en Sri Lanka a los cuatro minutos y el suelo se levantó nueve centímetros. A los 21 minutos el terremoto ya estaba registrado en sismómetros de todo el mundo. "Normalmente vemos deformaciones en la superficie hasta una distancia de varios centenares de kilómetros, pero aquí las vemos a 4.500 kilómetros, y mucho mayores que en otros terremotos", en palabras de Bürgmann. Además, la perturbación producida en el Índico indujo una hora después en las inmediaciones del volcán Wrangell (Alaska), a 11.000 kilómetros de distancia, 14 pequeños terremotos a intervalos de entre 20 y 30 segundos durante 11 minutos.

Conocer mejor lo que ha pasado en este trágico fenómeno no tranquiliza respecto al futuro. De hecho, mucho expertos coinciden en que es probable que uno o dos terremotos similares se produzcan en la misma zona durante este siglo, lo que hace urgente, en su opinión, el establecimiento de redes eficaces de alerta.

El devastador seísmo de Irán

El 26 de diciembre de 2003, justo un año antes del devastador maremoto del sureste asiático, la tierra tembló en la ciudad iraní de Bam. Fue un terremotó muy distinto al que provocó el tsunami pero también muy destructivo, de magnitud 6,5, que causó unas 40.000 víctimas mortales. Ahora, datos de radar procedentes del satélite europeo Envisat han permitido a científicos de dos prestigiosas instituciones de EE UU reconstruir lo que pasó en Bam. Según sus cálculos, la mayor parte de la energía sísmica en la zona de ruptura -de 20 kilómetros de longitud en la frontera entre las placas tectónicas de Arabia y de Euroasia- se liberó a poca profundidad -entre 4 y 5 kilómetros-, a pesar de lo cual la ruptura no afectó a la superficie.

Desde el punto de vista sismológico, explican los autores en la revista Nature, estos resultados confirman la teoría de que en caso de terremotos que se originan a poca profundidad, la capa superior de la corteza terrestre (la superficie de la Tierra) no llega a sufrir porque las tensiones se reparten por ella en los periodos entre terremotos y no se acumulan.

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