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Tribuna:¿HACIA DÓNDE VA EL PARTIDO POPULAR?
Tribuna
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Pancartas y pegatinas: ¿Y si fuese al revés?

Parece que la izquierda en general, y el Partido Socialista en particular, está legitimada, autorizada e incluso mejor considerada cuantas más acciones de protesta protagoniza. Son sus tácticas tradicionales convocar manifestaciones, llevar pancartas, colocarse pegatinas y realizar pintadas ensuciando con ellas la vía pública, las fachadas de propiedad privada o el exterior e interior de edificios que, desde luego, tienen otros usos.

Los cargos públicos socialistas no se excluyen del comportamiento mencionado. Creen que poseen unos derechos que niegan a los demás y les permiten utilizar modos y formas consideradas muy deleznables si las lleva a cabo el Partido Popular.

He descrito un escenario que es en el que vivimos cada día y en función de él voy a establecer una hipótesis que al final ofrecerá bases para una reflexión.

Javier Arenas es elegido presidente de la Junta de Andalucía por mayoría absoluta. A partir de ahí...

El señor Arenas es elegido democráticamente Presidente de la Junta de Andalucía por mayoría absoluta. A partir de ahí, empieza a creer que ese gran respaldo le legitima para realizar cacicadas y, dado su escaso talante, no entiende que en realidad ha adquirido un mayor compromiso con todos los andaluces.

Pronto se olvida de ellos y se aprueba por ley para sí mismo una suculenta pensión, la más alta de España, sin recordar que el paro es el gran problema de Andalucía. Incorpora cesantías a cientos de altos cargos, la inmensa mayoría de su mismo partido, incluyendo a todos los diputados. Por si esto fuera poco, premia o castiga los apoyos a esta política abusando de las instituciones como si fueran suyas.

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Como el PSOE ha sido crítico con estas cacicadas, sufre un castigo implacable. Así, la venganza de Arenas se materializa en un alarde despótico de mando y ajuste de cuentas, 'concediendo' a los socialistas con 37 diputados sólo dos miembros en el Consejo Audiovisual, exactamente los mismos que a IU, que cuenta con seis diputados.

A pesar de las continuas protestas de los socialistas, que no tienen eco en Canal Sur por la férrea manipulación ejercida por el PP, el presidente Arenas está cada vez más crecido e indiferente ante unas mínimas exigencias democráticas.

Llega el Pleno del Parlamento y la pregunta del portavoz de la oposición al señor Arenas se refiere a todo este asunto. Al mismo tiempo, sus diputados refuerzan su postura de queja mostrando unos folios críticos, pero nunca insultantes: Arenas, no + cacicadas.

El Presidente de la Junta entra en cólera, da un manotazo al micrófono y con clara chulería asegura que no contesta mientras no se retiren los carteles.

Demos por finalizado el relato y comencemos la reflexión dejando una duda sobre la mesa: sería interesante saber a qué artículo del Reglamento se acoge el airado Arenas para permitirse no contestar porque no le gusta el decorado.

A partir de ahí, la mayoría de los que hoy critican al Partido Popular opinarían seguramente que el señor Arenas ha demostrado muy escasas convicciones democráticas al no aceptar unas críticas más que justificadas. Otros además insistirían en que es un político del PP, lo que ya marca la duda sobre su tolerancia e imprime carácter totalitario. Resulta curioso, pero todos irían coincidiendo en que se ha descubierto su verdadera cara iracunda al dar un manotazo al micrófono obligando a parar un Pleno, cosa que sólo corresponde a la presidenta del Parlamento.

En las distintas opiniones quedaría patente que Arenas es radical por negarse a responder en una sesión de control cuando esa es su obligación. Casi todos creerían que los carteles del PSOE estaban justificados porque ese partido ignorado no tiene otra forma de llevar a cabo sus denuncias con contundencia y entenderían que las cacicadas en sí mismas son más peligrosas que la forma de evidenciarlas.

Es más, se consideraría que por culpa del PP ésta sería la única manera de hacerse oír en Andalucía.

Hasta aquí, pura ficción. Pero es absolutamente cierto que jamás he visto suspender un pleno porque se nos llamara asesinos, ni porque diputados llevasen pegatinas de 'No a la guerra', tampoco por taparse la cara con máscaras o por vestir camisetas de protesta. Ello demuestra que el sectarismo o la doble vara de medir son una injusta realidad en Andalucía.

El Partido Popular defenderá de forma insobornable el mismo trato para todos.

Esperanza Oña Sevilla es vicesecretaria general PP Andalucía y diputada.

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