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Crítica:FERIA DE SAN ISIDRO | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El espectáculo de las figuras

Antonio Lorca

Oyes hablar a Ponce y a El Juli y parecen hombres serios, sensatos, inteligentes y curtidos en mil batallas. Y lo serán, con toda seguridad, porque sólo quien tenga la cabeza sobre los hombros puede tocar la gloria con los dedos y ganarse el respeto que ellos se han ganado.

A esos mismos hombres los ves ayer en Las Ventas y no parecen ellos, sino caricaturas de sí mismos. Y el aficionado se queda sin habla, sorprendido ante una situación insólita, más propia de charlotada en plaza portátil que corrida de postín en la que llaman primera del mundo, con dos figuras de la modernidad transfiguradas en colaboradores necesarios de una degradación que parece irrecuperable.

¿Por qué estos toreros, hombres inteligentes, vienen a Madrid a protagonizar el más absurdo de los ridículos con una impresentable corrida? ¿Qué necesidad tienen de ofrecer un espectáculo tan lamentable? ¿Quién es el enemigo que los convence para atentar de tan grave manera contra esta fiesta con exigencias toristas que rayan en el fraude y en supuesta connivencia con la empresa y la autoridad?

San Lorenzo / El Zotoluco, Ponce, El Juli

Toros de Puerto de San Lorenzo, desiguales de presentación -los tres primeros, impresentables-, inválidos, mansos y descastados. El Zotoluco: estocada -aviso- y tres descabellos (silencio); pinchazo, media, pinchazo, estocada y dos descabellos (silencio). Enrique Ponce: pinchazo -aviso-, pinchazo y media tendida (algunos pitos); pinchazo en los bajos, un descabello -aviso- y tres descabellos (silencio). El Juli: estocada trasera y dos descabellos (silencio); pinchazo y estocada (silencio). Plaza de las Ventas, 23 de mayo. 11ª corrida de feria. Lleno.

El primero de Ponce no alcan zaba, siquiera, la categoría de novillo; más bien, tenía pinta de perro grande; inválido, además, soliviantó con razón a gran parte del respetable que protestó ruidosamente durante toda su lidia. Y allí pasó un mal rato, es de suponer, Enrique Ponce, que intentó justificarse, siempre al hilo del pitón, en una labor sin interés, entre las protestas del sol y el silencio complaciente -era tarde de claveles- de la sombra. Se esforzó en el quinto, mejor presentado, pero ni el ambiente era el más propicio ni el torero estuvo lúcido. Muchos pases movidos y destemplados en una labor inconsistente pusieron fin a una lamentable actuación de una figura del toreo actual.

Tampoco se sintió muy cómodo El Juli en el desastre de la tarde. Es difícil torear peor, más desganado y sin ideas, que lo hizo este torero en el tercero. Como su compañero, intentó arreglar el desaguisado en el sexto, pero el naufragio ya no tenía solución. De las mismas características que sus hermanos, ese toro no hizo más que poner de relieve sus trucos de torero ventajista y despegado.

El mexicano Zotoluco fue un convidado de piedra en tarde de bochorno. Ofreció una imagen lánguida y desvaída ante su soso primero. Sólo una meritoria tanda de redondos y pare de contar. Estuvo sin estar en él con el cuarto, descastado hasta la desesperación.

Si Ponce y El Juli son hombres inteligentes y aman esta fiesta, no deben volver a Madrid en condiciones tan nefastas. De lo contrario, sobrarán plataformas en defensa de los toros mientras las figuras atentan contra ellos con total impunidad.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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