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Hugo de Ana regresa al Real con su fascinación por 'Don Carlo'

El director de escena presenta su séptima versión de la ópera de Verdi

Jesús Ruiz Mantilla

Entre la solemnidad y la medida humana, fieramente humana, se mueven los personajes del Don Carlo verdiano que Hugo de Ana presenta el día 29 en el Teatro Real. Es su ópera fetiche, la gran obra de cabecera de este director de escena, donde describe el amor supeditado al poder, complejas relaciones paterno-filiales del protagonista y su padre, Felipe II, entre triángulos ardientes donde se rompen lealtades y se revientan fidelidades. "He hecho siete versiones de esta ópera y siempre aprendo de ella", dice.

Es la ópera perfecta para él, "monolítica, perfectamente cerrada", describe Hugo de Ana. También, una ópera escuela, esa obra de la que siempre aprendes sobre la vida, el arte, el alma humana, el poder... "Para mí ejerce fascinación desde que tenía 12 años. Desde hace 20, la he hecho siete veces porque tiene tres cosas que para mí son fundamentales, el teatro de Freidrich Schiller -sobre cuya obra del mismo título se basa el libreto-, Verdi y la España del renacimiento", describe Hugo de Ana.

Una España que, según De Ana, "de imperio pasa a reino", con la sombra de Carlos V planeando sobre todos los personajes: Don Carlo, su amigo, el marqués de Posa, Felipe II, enamorado de la misma mujer que su hijo, Isabel de Valois, y una intrigante impenitente princesa de Éboli. Todo un espectáculo para la acción y la emoción que prende de la mano de la gran música de Verdi. "Da igual que en el libreto aparezcan auténticos disparates históricos, la sensación que sacas al terminar la obra es la de una acertada visión de lo que debería ser el reino de España en esa época", asegura De Ana.

Al director de escena le acompañan Jesús López Cobos en el foso y un reparto en el que destacan Vincenzo La Scola, Roberto Scandiuzzi, Roberto Frontali, Ana María Sánchez, Dolora Zajick o Askar Abdrazakov. Todos conforman vivas y apasionadas geometrías emocionales: "Los triángulos definen perfectamente la obra, triángulo de amor y celos entre Don Carlo, el rey, y Valois, de amistades y deslealtades entre ellos dos y Posa". Y el poder en todas sus dimensiones, un poder acentuado con la máxima solemnidad en el espectáculo diseñado por Hugo de Ana, que precisamente aísla y empequeñece a quienes lo ejercen: "Cuanto más poder ostentas, más solo te encuentras, más aislado y más a expensas de tus enemigos", asegura.

Poderes absolutos, poderes terrenales, poderes sentimentales: "Entre todos ellos me interesaba destacar el de la Iglesia como un auténtico poder pegado a la tierra, algo que no se contradice con la religiosidad que yo veo en la obra y que existe pese a que muchos crean que no. Lo que pasa es que la religiosidad yo no la encuentro en el gran inquisidor, sino en Don Carlo, que defiende el cristianismo como valor del espíritu humano y encuentra en él una barrera de conciencia y una respuesta a todo eso que la razón no puede explicar".

El director de escena Hugo de Ana.
El director de escena Hugo de Ana.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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