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Crítica:ÓPERA | Haendel
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Oratorio y ópera

La diferenciación entre ópera y oratorio es a veces difícil, sobre todo cuando, como en este caso, desarrolla un tema profano o de mitología clásica. Máxime en una ciudad como Valencia, donde estamos tan acostumbrados a prescindir en las óperas del elemento escénico -las vemos casi todas en versión de concierto- que las fronteras de ambos géneros se reducen todavía más. El oratorio, generalmente, no utiliza decorados, acción escénica ni trajes, aunque en sus orígenes y en su desarrollo hubo excepciones. En muchas ocasiones, la delimitación del género venía dada, más que nada, por el entorno donde iba a representarse: iglesia o concierto en el caso del oratorio y teatro en el de la ópera. Ambos cuentan para su ejecución, por lo demás, con orquesta, coro y partes solistas. Las formas empleadas varían según épocas y países, pero en el caso que nos ocupa, vamos a encontrarnos, como en la ópera, con arias y recitativos. Eso sí: todo en inglés, a diferencia de la ópera seria que, en el país adoptivo de Haendel, seguía con monopolio del italiano, siendo ésta una de las causas del desinterés del público hacia ella, y de la decantación hacia el oratorio.

Haendel: Acis y Galatea

Les Musiciens du Louvre-Grenoble. Marc Minkowski, director. Solistas: Bernard Richter, Gillian Webster, Andrew Tortise, Carl Ghazarossian y Alan Ewig. Palau de la Música. Valencia, 20 de mayo de 2005

Por todo ello vemos situada Acis y Galatea bajo distintos epígrafes, siendo el más generalizado el de oratorio. En cualquier caso, lo que sí encontramos en esta obra es esa capacidad de Haendel para suplir con la música la carencia de movimiento escénico, dotándola de una gran capacidad descriptiva y dramática. Capacidades que Minkowski y su grupo supieron expresar mejor en el segundo acto que en el primero, aunque, ciertamente, la acción es en aquél donde resulta más dinámica, con el malvado Polifemo aplastando bajo una piedra a Acis, el amante de Galatea. Destacables fueron el coro inicial de este acto (Wretched lovers!), el aria de Acis Love sounds th'arm, el precioso y suave coro Mourn, all ye muses, y el siguiente (Must I my Acis still bemoan), para coro y soprano, con un importante papel del violonchelo y el oboe. Los instrumentos de madera tuvieron un destacado papel, a veces como contrapunto de las cuerdas y, otras, enmarcando la línea de los solistas. El segundo acto amplió más la gama dinámica, con deliciosos momentos en pianissimo. En el primero -donde el libreto se limita a describir las excelencias del amor- se abusó un poquito del mezzo-forte. El coro, compuesto por los cinco solistas, sonaba algo débil frente a una orquesta de 26 miembros. Y, en cuanto a los solistas, gustó el fraseo y la intencionalidad expresiva de Gillian Webster como Galatea y, sobre todo, la voz joven y fresca de Bernard Richter en el papel de Acis.

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