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Columna
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Mandíbula de cristal

Hay gente que va por la vida con puño de hierro y mandíbula de cristal. Dispuestos a disparar sobre todo lo que se mueve a su alrededor pero recatadas como doncellas, frágiles como una breve flor de primavera, si de lo que se trata es de recibir lo mismo que ellos dan. Hay dirigentes políticos capaces de todo tipo de adjetivos hacia sus adversarios pero cuando a ellos les dedican una mínima parte de lo que ellos han dicho, se ofenden y alteran. La portavoz del PA en el Ayuntamiento de Sevilla, Paola Vivancos, monta un lío por unas facturas falsas y cuando les cogen a ellos se muestra muy ofendida. Algo parecido le ocurre a la alcaldesa de Cádiz y presidenta del grupo parlamentario popular, Teófila Martínez, toda la vida hablando de maletines pero cuando llega cualquier crítica se pone afectadísima y te manda un notario o una querella, por no hablar de que tras el espectáculo de su grupo era ella la humillada. Y dónde dejamos al alcalde de Puerto Real, que con su verbo florido es capaz de zaherir a cualquiera o de mandarte a sus bravos para que te despellejen pero basta que le critiquen para que descalifique personalmente a quienes se le oponen, llene la ciudad de carteles ofendiendo a quien haya osado criticarle y te coloca en cualquier libelo analógico o digital. Hasta la beligerante Esperanza Oña se afecta ante un notario. Quienes revientan un pleno del Parlamento no pueden asustarse de que les critiquen y amenazar con querellas, aunque estas luego no se pongan o vayan a la basura.

En política y en cualquier actividad, todo aquel que ejerce la crítica tiene que estar dispuesto a recibirla, sea político, periodista o tertuliano. No se puede denostar a alguien y asustarse si alguien nos censura. Quid pro quo, desde el latín hasta Hannnibal Lecter. Un político de verbo incendiario no puede escandalizarse cuando lo emplean los demás. No se puede decir "en política no vale todo" si uno emplea asiduamente la artillería gruesa. Es verdad que la política andaluza es poco sutil. Los políticos que emplean la finura no tienen hueco. Como se vive del titular, del flash radiofónico, de la frase en el telediario, hay que simplificar, emplear el trazo grueso. Suele ser divertido, pero es necesario tener cintura para aceptar que los demás lo hagan.

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