Arte de andar por casa
Un marchante de arte malagueño edita objetos cotidianos tras ser reconvertidos en piezas de disfrute estético
Para estetas fetichistas. Enamorarse de los objetos es una costumbre peculiar que en ocasiones se potencia al realzar su belleza. Vajillas, muebles, camisetas... piezas cotidianas que son transformadas por pintores y escultores con una intención artística para el disfrute exclusivo de los ojos.
Los objetos de arte son obras de ediciones numeradas, muy limitadas, pero no por ello prohibitivas. De carácter exclusivo, se suelen editar entre 50 y 100 ejemplares. A veces se convierten en "un capricho", como los define el galerista sevillano Rafael Ortiz, editor de mobiliario de artistas como Guillermo Pérez Villalta. Hay veces en que estos objetos están al alcance de cualquier bolsillo y huyen de los precios desorbitados.
Los objetos pertenecen a la obra seriada pero tienen precio de tirada masiva
"Todos son artistas cotizados que aportaron sus obras por amistad"
Es el caso de Juan José Fuentes, malagueño que comenzó a editar objetos de arte en 1992. La primera muestra de su afición, que terminó como parte de sus múltiples facetas profesionales, fue una camiseta ilustrada por el reconocido artista Rogelio López Cuenca con un poema visual. A este objeto le siguieron un pañuelo de Rafael Agredano con una figura religiosa, un plato de Abraham Lacalle ilustrado con saltamontes, y hasta una tuerca de plata maciza. "Todos son artistas cotizados y aportaron sus obras por amistad, porque lo único que perciben a cambio son las pruebas de autor", aclara Fuentes.
La pieza que ahora comercializa es una fotografía del colectivo Agustín Parejo School. El gusto es suyo presenta una instantánea de un consolador forrado por completo con famosas y coloridas marcas publicitarias. La obra simula una invitación de boda, y conserva la actitud combativa y provocadora del famoso colectivo artístico. Además del matiz sexual y político, le añaden un irónico doble sentido. Antonio García, miembro del colectivo, explica que con la obra buscaban otro tipo de provocación, a camino entre el sexo y las marcas comerciales: "Te indica finalmente que gusto no tienes ninguno, y que éste viene fijado desde el poder". "Siempre intentamos buscar una imagen potente y vistosa para nuestra obra, basada en el lenguaje", añade el artista.
Fuentes prepara ahora una serie de objetos que irán conformando las distintas piezas de una vajilla, aunque todas ellas son independientes. "No será nada en plan la porcelana que regalan los periódicos, sino todo lo contrario", avisa entre risas. "Venderla es relativamente sencillo. Corro la voz y la venta siempre es cara a cara, con los conocidos, que poco a poco se van convirtiendo en amigos". Los compradores vienen de ciudades tan dispares como Barcelona, Jaén o A Coruña. "En la mayoría de los casos se fían de mi criterio y con una explicación telefónica de la obra, les basta y acuden con fe ciega".
Fuentes se ha labrado una ecléctica carrera, en la que hasta trabajar en el mundo del arte ejerció como cocinero y modisto entre otros oficios. Su primer contacto con estos pintores que ahora edita lo ejerció a través de la galería malagueña Carmen de Julián, y posteriormente como montador de exposiciones de artistas hasta convertirse en marchante de arte ocasional. "He pertenecido al mundo artístico, pero nunca como mano ejecutora". Cuenta que ha cambiado de rumbo en multitud de ocasiones. "Me equivoqué muchas veces, pero siempre para aprender", dice.
El mercado del arte es un tema de exclusividad y Fuentes lo sabe. Dependiendo de la tirada, de la pieza única y el prototipo se puede pasar a la obra seriada, y finalmente al diseño industrial si las tiradas son masivas. Estos objetos se incluyen en la obra seriada pero tienen precio de tirada masiva.
El reducido precio de las obras, posible gracias a que el artista renuncia a sus honorarios a cambio de seis ejemplares, es parte de su éxito. Todas se venden por un precio entre 30 y 60 euros, lo cual supone un importe en ocasiones simbólico para ciertos coleccionistas. "Lo hago así para que todo el mundo pueda comprar. Es casi beneficencia", añade. Sólo edita una obra cada cuatro meses. "Para no saturar al público", comenta.
María López es una de las escasas clientas asiduas de estas obras y dice que le fascina su versatilidad. "La tuerca de plata es mi mejor colgante, la camiseta la visto en ocasiones muy especiales y el plato decora mi salón entre otros cuadros", afirma entusiasmada.
Fuentes espera ahora potenciar la edición de estas obras, aunque opina que ampliar su producción le supone un esfuerzo extra que no está dispuesto a asumir: "Podría vender a través de Internet y fomentar esta edición de objetos, pero de momento los clientes no serán multitud", concluye.
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