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Reportaje:

El rapero escondido

Toscano, un muchacho del barrio de Aluche, gana el I Concurso Nacional de Hip-Hop Cultura Urbana

"Es toda una cuestión de superación. Si tú haces algo difícil, yo hago algo más complicado aún". La afirmación, tan guerrera, es de Toscano, de 25 años, nacido en el barrio madrileño de Aluche. Y cantante de hip-hop. Es su manera de ver ese mundo, la tan manida competición entre raperos que, afirma, no es tal. "Es la búsqueda de la perfección". Y sabe de lo que habla. Lleva más de la mitad de su vida escribiendo y cantando. Desde la semana pasada, cuando ganó el I Concurso nacional de hip- hop Cultura Urbana, su nombre suena con fuerza en el mundo del rap.

Alexis Toscano tiene claro lo que quiere. Es delgado, muy delgado, moreno, estatura media. Muy nervioso. No para quieto. Ahora se balancea para delante. Ahora hacia atrás. Y gesticula mucho. "Yo no quiero vender mi imagen, sino mi música", afirma. Una música, la suya, que define como "rap escondido". Como muestra, empieza por esconderse a sí mismo. "No quiero ser conocido por haber ganado un premio". Aunque el concepto, claro, va más allá: "A lo mejor tienes que oír dos o tres veces la canción para pillar de qué habla", explica. "O tardas dos meses y de repente te das cuenta, y eso es lo mejor".

"Tengo madre, pero mi viejo palmó. Yo soy hijo único como lo es el rap"
"En el rap puedes hablar de amor, de guerra... Otras músicas están limitadas"

Cuando se le pregunta, dice que no sabe qué contar de sí mismo, pero luego no para. Con sólo lanzar una idea, empieza a reflexionar en voz alta. "Todo depende del nivel de cultura que tengas". Más cultura, más entiendes. "Hay que hacer comparaciones guapas", explica. Ejemplos: "Si tuviera Alzheimer, serías mi único recuerdo" o "si me quedara ciego, escribiría rimas en Braille".

Toscano es agradecido. Por ejemplo, con su productor -la persona que hace las bases-, Fosi. "Si he hecho algo es gracias a él", dice. "Porque a mí me han dado bases muy guapas, hechas con mejores aparatos de los que tiene él, pero luego no funcionan. Él es el 50% de mi música".

Fosi, sentado a su lado, asiente. "Nos complementamos. Él viene con una base, yo busco en mi fichero y digo: 'este texto'. Lo arreglamos, y listo". Así de sencillo.

Le gusta hablar de música, de rap, de competición y de rimas. Pero le cuesta más hablar de sí mismo. ¿Pasado, juventud? "Soy de muchos barrios, no de uno". Ha crecido entre Campamento, Batán, Puerta del Ángel, los Cármenes, Alto de Extremadura... La información sobre su familia la despacha rápido. "Tengo madre, mi viejo palmó. Soy hijo único, como el rap". Sí que menciona a su novia, Simone, una joven de Cabo Verde, y se permite un chascarrillo: "No te creas que es negra sólo porque sea rapero, ¿eh?". ¿Qué te gusta hacer en el tiempo libre? Algún silencio. "Movidillas, estar por el barrio, ya sabes". No hay más explicaciones.

Afirma que no es un rapero al uso. "Existe una imagen prestablecida del rapero y eso me lo paso por el forro", afirma medio enfadado. "Cada uno es como es, con sus gustos y sus disgustos. Por ejemplo, ¿por qué me tiene que gustar a mí la ropa ancha?". Pero, reivindica, "el rap se lleva dentro".

Uno de los premios de haber ganado el concurso es que va a grabar con Fosi su primer disco. "Tengo un cajón lleno de temas preparado", dice. Y reflexiona sobre el porqué de la subida que está pegando el hip-hop en España recientemente. "Si oyes una canción que dice 'te quiero mucho', está bien. Pero a las tres estrofas lo vuelves a oír otra vez. En el rap te dicen [y empieza a mover la mano] esto, y esto, y esto, y esto... es mucha información. El rap no es óbice para hablar de nada, en cambio puedes hablar de amor, de guerra, de todo. Otras músicas están limitadas".

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