Ana Arrieta estrena el cargo de directora de la Academia de Cine

La Academia de Cine ha nombrado a Ana Arrieta directora general, un cargo de nuevo cuño con el que la institución quiere mejorar su funcionamiento y prepararse para los retos que se abren de manera inminente: el traslado a una nueva sede de dimensiones mucho mayores y la promoción del cine español en el extranjero. Arrieta, abogada de profesión, era desde 1996 la asesora jurídica de la Academia.

Ana Arrieta (madrileña de 40 años) llevaba tres meses buscando a la persona idónea para convertirse en el primer director general de la Academia de Cine. Aunque ella sólo era la asesora jurídica de la institución, cuando Pedro Medina cesó a finales de febrero como secretario general, la presidenta, Mercedes Sampietro, le pidió que se ocupara del funcionamiento diario y que les ayudara a buscar al nuevo directivo. Pero la tarea se complicó. "El problema de los candidatos que veíamos es que tenían un perfil o muy ejecutivo a muy de cine", explica.

El pasado puente del 1 de mayo, durante un viaje a Berlín, recibió una llamada. "Hola, Ana, soy Mercedes. He encontrado una persona para el puesto: tú", escuchó perpleja al otro lado del teléfono. "Piénsatelo y a la vuelta hablamos". Le llevó 10 días aceptar el encargo, pero la ilusión por el proyecto y el cariño de los directivos y los trabajadores terminaron por convencerla.

Con su incorporación se produce algo más que un mero relevo. Arrieta estrena el cargo de directora general, piedra angular de una profunda reestructuración del funcionamiento de la Academia, con más atribuciones y mayor autonomía que el anterior secretario. De hecho, fue ella quien propuso en 2000 crear una fundación paralela a la actual asociación de actividad pública, de forma que resulte más fácil conseguir fondos para los futuros proyectos y, sobre todo, para la nueva sede.

Porque ése es, como la propia Arrieta reconoce, el mayor desafío de su gestión. El Ministerio de Cultura cedió hace cinco años un palacete en desuso en la calle de Zurbano, en el centro de Madrid, para que la Academia instalara allí su sede. Pero pasar del piso que ocupa actualmente a un edificio de 4.000 metros cuadrados exige mucho más que hacer cajas. Ante todo, requiere los ingresos suficientes para mantener los gastos de unas instalaciones tan amplias y también para aprovecharlas con la convocatoria de actos, proyecciones o exposiciones.

La primera fase de las obras -la mera reestructuración del inmueble- estará terminada en breve. Pero hasta junio del año próximo no estará terminado el chasis del futuro salón de actos. Será entonces cuando haga falta una gran inyección de dinero, primero para vestir el espacio y dotarlo de forma adecuada, y luego para explotarlo.

De ahí la idea de Arrieta de crear una fundación cuyo patronato esté formado por empresas u organismos que quieran invertir en la difusión del cine español tanto en España como fuera del país. Éste es, precisamente, otro de los retos para el nuevo equipo. "La Academia es el estandarte y el apoyo del cine español, no sólo aquí sino también a nivel internacional, que es lo que ahora se debe potenciar", explicaba ayer.

Y aun habrá una pregunta que, a buen seguro, se cansará de responder. ¿Qué pasa con el sistema de votación de los Goya? Desde que los hermanos Almodóvar se dieron de baja el pasado diciembre como muestra de su descontento con el procedimiento actual, la hipotética reforma ha motivado ríos de tinta. Pero lo cierto es que en esta cuestión, Arrieta tiene poco que ver: "Son los miembros de la Academia los que tienen que decidir sobre eso y yo no lo soy", recuerda. El asunto, en efecto, se abordará en la próxima junta general, que se celebrará en junio.

Arrieta estará en el cargo los próximos dos años. Cuando termine volverá a su bufete, especializado en asuntos de derecho civil y mercantil, y que mantendrá en funcionamiento hasta entonces aunque el cine vaya a mantenerla muy entretenida.