Cúpulas de oro, suelos de plata
El turismo redescubre Phnom Penh, la capital de Camboya
Phnom Penh, además de un nombre impronunciable, es una de las ciudades más desconocidas de Asia. En 1975, la que fuera la capital más hermosa de Indochina pasó a ser una ciudad fantasma. Los jemeres rojos deportaron a sus dos millones de habitantes a campos de trabajo agrícolas, donde muchos murieron de hambre. Hoy, Phnom Penh ha recuperado gran parte de su población (tiene un millón y medio de habitantes) y sigue creciendo, aunque no se parece a las grandes capitales del Sureste asiático llenas de rascacielos. Los caserones coloniales en ruinas se mezclan con los puestos de comida ambulantes y el caos de los miles de motos (a veces hasta con cinco ocupantes). Desde que en 1998 las últimas guerrillas de jemeres dejaron de atemorizar a camboyanos y turistas, el flujo de curiosos se ha multiplicado, pasando de 176.000 en 1994 a 700.000 visitantes el año pasado. Sin embargo, un elevado porcentaje se limita a visitar los templos de Angkor pasando por alto la capital, lo que la convierte en un sitio idóneo para quienes busquen un turismo tranquilo. En Phnom Penh, una puede pasear durante horas y cruzarse apenas con un par de turistas. Éstos son algunos de los sitios que merecen una visita:
1 Wat Phnom
Es uno de los lugares más populares y simbólicos de la ciudad, ya que originó su nombre. Según la leyenda, en 1372, Daun Penh, una viuda rica, encontró cinco estatuas de Buda a la orilla del río Tonle Sap y para albergarlas decidió construir un templo (wat), sobre una colina (phnom) de 26 metros que la gente empezó a llamar Phnom Penh (la colina de Penh). Hoy no queda rastro de las estatuas, pero sí de la pagoda, la más antigua de la ciudad. La variedad y densidad de las ofrendas -perfumes, flores, frutas podridas, incienso, billetes- dan una idea de su popularidad. Aquí se juntan devotos, turistas, monos, mendigos y niños con jaulas repletas de pájaros. Por un dólar te permiten liberar un pájaro, aunque hay truco: están amaestrados para volver a las jaulas.
2 El Palacio Real
En 1866, el rey Norodom construyó el Palacio Real, que ha resistido razonablemente el paso de los jemeres rojos, quienes arrasaron la mitad de su contenido. El recinto ocupa un área de 160.000 metros cuadrados y alberga una decena de templos de cúpulas doradas: el Salón del Trono, el pabellón de Chan Chaya, el de Napoleón III... Sólo se permite visitar el interior de la Pagoda de Plata, cuyo suelo está cubierto de 5.324 baldosas de este metal, de más de un kilo cada una. En los muros que rodean el recinto hay un fresco de 642 metros de largo que recrea el poema épico hindú Ramayana. Un trabajo que 40 artesanos tardaron un año en completar y que empieza a sufrir seriamente los efectos de la lluvia, el sol y la humedad.
3 El Museo Nacional
Construido en 1918, el museo fue también víctima de la crueldad de los jemeres rojos, que asesinaron a su director, lo saquearon y abandonaron. Actualmente, el museo, en un edificio de terracota, guarda la mejor colección de arte jemer del Sureste asiático. Tiene muestras de obras de arte desde el siglo VI. Aquí están muchas de las estatuas que se rescataron de los templos de Angkor, situados a 250 kilómetros al norte. Algunas de sus piezas de más interés son una estatua de la diosa Vishnu con sus ocho brazos, otra de Shiva y una del monarca Jayavarman. Por cierto, en el tejado del museo reside una colonia de cientos de miles de murciélagos. En 1997, para evitar que sus excrementos echaran a perder las obras, Australia construyó un segundo tejado.
4 Los mercados Central y Ruso
En Phsar Tuol Tom Pong o el mercado Ruso abundan figuras artesanales, CD y, sobre todo, ropa. Es fácil conseguir prendas de marcas occidentales (HyM, Gap...) a buen precio, pues éstas fabrican parte de su producción aquí. En el mercado Central, o Phsar Thmei, hay de todo: flores, libros, postales, camisetas y comida, cucarachas y gusanos fritos incluidos. Y decenas de puestos de piedras preciosas, sólo recomendable para entendidos, ya que la mayoría son falsas.
5 El paseo del río
En Phnom Penh confluyen tres ríos: el Mekong, el Bassac y Tonlé Sap. El muelle de Sisowath, un paseo de dos kilómetros a lo largo de este último, es el lugar de encuentro más concurrido por camboyanos y extranjeros. A partir de las cinco se llena de jóvenes jugando en corro y monjes paseando en parejas. Aquí están los pubs más modernos, se puede beber una cerveza en la terraza del FCC, el más famoso.
6 Museo de Tuol Sleng y los campos de la muerte
Sería absurdo despedirse de Phnom Penh sin profundizar en el capítulo más oscuro de su historia. En Tuol Sleng, el instituto que Pol Pot convirtió en la temida cárcel S-21, se vivieron algunos de los peores episodios de esa vorágine de crueldad y locura. El museo muestra fotos de los prisioneros, mucho de ellos niños. Sus miradas de pánico lo dicen todo, así como las normas; por ejemplo, estaba prohibido gritar fuerte durante las sesiones de electrochoques. Quince kilómetros al suroeste de la ciudad están los campos de la muerte de Choeung Ek, donde fueron asesinadas 17.000 personas.
GUÍA PRÁCTICA
Datos básicos y cómo ir: Camboya tiene 13,2 millones de habitantes. En agencias de viajes se encuentran paquetes combinados para viajar a Camboya. Por ejemplo de la mayorista Kuoni, que ofrece un viaje de diez días que empieza en la ciudad de Phnom Penh y finaliza en Angkor y cuesta a partir de 1.796 euros por persona.
Comer: Khmer Surin, Phlauv 57. Uno de los mejores de la ciudad. Unos 15 euros. Gold Fish. Sisowath Quay, frente a la Calle 106. Sillas de plástico y manteles de papel, pero sirven los platos típicos: sopa de langosta, cangrejo... Barato. Unos 10 euros. FCC. 363, Sisowath Quay. Comida occidental. Terraza con vistas al río. Alrededor de 20 euros.
Compras e información: Hay varias tiendas con productos hechos por mutilados (40.000 camboyanos han sido víctimas de las minas antipersona): Apsara (116-D, Norodom Blvd.), National Centre of Disabled Persons (3, Norodom Blvd.).- www.mot.gov.kh.
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