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El supervisor investiga el relevo en la presidencia de la Bolsa alemana

El Instituto Federal alemán de Supervisión de los Servicios Financieros (BaFin) investiga la guerra de poderes en la cúpula de Deutsche Börse, la Bolsa alemana, que se saldó con la dimisión de su presidente, Werner Seifert. Seifert tuvo que dimitir el lunes pasado por la oposición de una parte de los accionistas de la compañía al fracasado intento de compra de la Bolsa de Londres. Un grupo de inversores liderado por el hedge fund británico TCI, impuso también el relevo de cinco miembros del consejo de vigilancia de la empresa, entre ellos su presidente, Rolf Breuer.

El relevo en la cúpula de Deutsche Börse ha despertado recelos en la política sobre el poder de los hedge funds (fondos de alto riesgo) y la dificultad de controlarlos. Esto ha llevado al Gobierno alemán a estudiar la posibilidad de endurecer la legislación que regula dichos fondos y ha reavivado el debate sobre el capitalismo salvaje que mantenía enfrentados a políticos, sindicatos y empresarios.

El órgano de supervisión BaFin indaga ahora si entre TCI y otros fondos británicos y estadounidenses hubo o no una acción concertada para ejercer presión sobre la compañía y lograr la marcha de Seifert y Breuer. TCI, que posee el 8% de la Deutsche Börse, aseguraba estar respaldado por el 35% de los accionistas.

"Cuando los dueños de más del 30% de las acciones de una empresa actúan conjuntamente están obligados a hacer una oferta al resto de los accionistas, porque éstos tienen derecho a decidir si quieren seguir en una empresa controlada por un grupo dominante", explica Sabine Reimer, portavoz de la BaFin.

Hacer dinero rápido

El debate sobre los inversores que, en palabras del presidente del partido socialdemócrata, Franz Müntefering, "caen como enjambres de langosta sobre las empresas, las esquilman y se van", revive ahora gracias a unos accionistas ingleses de los que se dice que sólo les interesa hacer dinero rápido y cuyo principal representante tiene un nombre tan inofensivo como el de una ONG: The Children's Investment Fund (TCI).

Algunos han aprovechado la ocasión para despertar ciertos sentimientos nacionalistas al señalar el peligro de que inversores extranjeros se apropien de las empresas alemanas; sólo el 7% de Deutsche Börse está aún en manos alemanas, el 48% pertenece a británicos y el 29% a estadounidenses. El mismo Seifert, al que antes se le pintaba como capitalista feroz, hoy es el pobre empresario desahuciado al que hasta los sindicatos defienden.

El asunto ha servido para constatar el poder que pueden llegar a tener estos fondos y lo difícil que es controlarlos. De hecho, la ley que regula los hedge funds alemanes no afecta a la mayoría de los que operan en Alemania por tratarse de sociedades extranjeras.

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