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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nosotros, antes de ser cínicos

J. Ernesto Ayala-Dip

Sería muy interesante que la editorial que ha publicado la primera novela de Pedro J. Carrasco de Oro (1958-2004) tenga el buen criterio literario de seguir publicando la obra que dejó el autor de Aranjuez al morir el año pasado. De hecho ese buen criterio ya lo ha demostrado al publicar El cielo que no sé, una novela que deja la sensación de que hemos perdido a un autor que apuntaba una trayectoria narrativa enriquecedora y personal. Tendremos que esperar la edición de esos manuscritos que se mencionan en la solapa del libro, pero mientras tanto me gustaría que el lector ya se hiciera una idea bastante aproximada, al leer esta novela, de lo que se entiende por una elección acertada del tono, del uso de los registros coloquiales, del punto de vista y de la escritura, dado el tema, el de una generación, que tanto se hubiera prestado al lagrimeo entre iracundo, soez y lastimoso.

EL CIELO QUE NO SÉ

Pedro J. Carrasco de Oro

Tabla Rasa. Madrid, 2005

256 páginas. 20,85 euros

]]>El cielo que no sé]]> es la his

toria de una generación, la de los jóvenes españoles de los ochenta, que vivió la esperanza de los nuevos tiempos políticos, y que con igual intensidad decidió que esa esperanza no cuadraba con la realidad cotidiana. Algo así como si ese altar que se le rindió a la macroeconomía desde las propias filas del socialismo, no alcanzara para curar las heridas que iban dejando el paro, la ideología del pelotazo o el enriquecimiento fulminante. Carrasco de Oro aborda este periodo de desorientación y exacerbación de los sentidos en el Madrid de la época tal como enseñara el viejo Flaubert en La educación sentimental, desde las trastiendas de la historia con mayúsculas, desde los dormitorios conyugales, y con esa dosis de cinismo iluminador que debe esgrimir el que cuenta semejante epopeya de su impotencia y su derrota. Narrada en primera persona, el héroe de esta historia casi prosaica de encuentros y desencuentros, de amores inalcanzables o rechazados, de madrugadas etílicas, nunca deja de interesarnos, aun cuando lo que cuenta ya casi se ha convertido en la narrativa española de las dos últimas décadas en un asunto recurrente (Mañas, Loriga, Casavella, Prado, Gopegui, etcétera). Pedro J. Carrasco de Oro ennoblece el género generacional, colabora a hacer de este género un motivo literario, y como tal funciona. Se inspecciona y radiografía moralmente el entorno que se representa, con esa autoexigencia ineludible de no salir indemne. El que narra se compromete con el desaguisado moral en el que está inmerso, aunque recurre con cinismo dosificado a un cierto distanciamiento, es la distancia que pone el que acierta en el diagnóstico pero no puede hacer nada para remediarlo (no puede hacer nada, aunque por momentos parezca que no quiera). Cada capítulo está precedido de una letra de canción. Son las canciones de los grupos rockeros y cantautores de aquellos años que funcionan como contrapuntos sentimentales a la ironía descarnada que abunda en estas páginas. Con el espíritu de esas canciones se ha escrito esta muy interesante novela. Y también con la inteligencia compositiva del que supo muy bien cómo contar una historia de nuestro tiempo.

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