Muertos rediseñados
Z Mrtve ho Domu (Desde la casa de los muertos) es la última ópera del compositor checo Leos Janácek (1854-1928), pues se estrenó en Brno en 1930, después del fallecimiento de su autor. No fue hasta finales de los años sesenta que comenzó a representarse con alguna frecuencia pero no es hasta que Klaus Michael Grüber y Eduardo Arroyo la pusieron en escena en el festival de Salzburgo de 1992, por encargo del director de dicho certamen, Gérard Mortier, que se ha hecho evidente la importancia de la obra y del conjunto de sus composiciones.
"Es la primera vez que tengo la oportunidad de revisar uno de mis espectáculos", dice Arroyo que admite "sentir envidia ante el tándem Peduzzi-Chereau porque cuando les encargaron la tetralogía de Wagner tuvieron la oportunidad de ir afinando la puesta en escena a partir de distintas representaciones en distintos lugares. Respecto a nuestra versión de Salzburgo, ésta tiene un árbol mejor dibujado, mejor dimensionado. Puede parecer poca cosa pero es muy importante. La versión que presentamos en la Bastilla es la misma que irá a Madrid".
Desde la casa de los muertos está libremente inspirada en la novela de Dostoievski. La acción transcurre, en su integridad, en un campo de trabajo, en Siberia. "Pero con Grüber nos pusimos de acuerdo desde un principio en que había que escapar a una imagen demasiado precisa del universo concentracionario, a la iconografía de los presos con ropa rayada y cadena con bola de hierro en el tobillo. El vestuario, como el maquillaje de los actores, va en una línea muy expresionista". El tono del montaje, las soluciones visuales propuestas, "refuerzan el carácter rompedor y violento de la ópera, que es muy bella. Mortier la escogió casi como un manifiesto para que quedase claro que Salzburgo comenzaba una etapa distinta tras la dirigida por Karajan".
Para Eduardo Arroyo, "el tra-
bajar en el teatro o en la ópera depende totalmente del director, concretamente de Klaus Michael Grüber. Yo no soy decorador sino un artista al que recurre Klaus Michael que, de la misma manera que no quiere colaborar con dramaturgos, tampoco quiere hacerlo con decoradores profesionales. Con él el trabajo no parte de un proyecto sino de una sucesión de conversaciones. Klaus Michael no dice lo que quiere sino que escucha y pregunta. Cuando algo le gusta y le parece adecuado, lo asume en su totalidad, es decir, no picotea un poco de aquí, un poquito de allí, sino que lo entiende como un bloque. Luego, con nuestros colaboradores respectivos, seguimos profundizando en la idea y pasamos a hacer una prueba, para tener una idea de los volúmenes, de los problemas que puede plantear lo que hemos imaginado. Cuando empieza la producción, ya no quedan dudas. Eso sí, luego Klaus Michael quiere que asista a todos los ensayos. En resumen, no hay ni maquetas ni bocetos porque ni él ni yo queremos tener la sensación de que la puesta en escena es la materialización en grande de algo que ya existía en pequeño y sobre el papel. En pintura también procedo así, pues no quiero pintar el mismo cuadro dos veces".
La colaboración entre los dos artistas va a continuar el año que viene en el Teatro de la Monnaie de Bruselas, que les ha encargado un Boris Godounov. "Pero he de admitir que mis dos compositores preferidos en materia de ópera son Wagner y Verdi, el primero por su loca desmesura, el segundo por lo que tiene de teatral, de grand-guignol, de sangriento". La confirmación de ese proyecto en la capital de la UE coincide con un debate en París sobre problemas y soluciones de la cultura europea: "Lo que más me ha impresionado es descubrir que la UE sólo dedica el 0,12% de su presupuesto a la cultura".
Desde la casa de los muertos se estrenará en el Teatro Real, de Madrid, el 11 de noviembre de este año.
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