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Manifestación en Old Trafford contra la venta

"El United no está en venta", seguían clamando ayer los hinchas, concentrados ante Old Traford, para protestar contra su nuevo propietario. Pero Malcolm Glazer, que hace ya meses que sabe que su presencia en Manchester no es bienvenida, se ha empeñado en comprar. Y ha comprado. El temor de la afición es que Glazer no esté interesado en ganar títulos, sino dinero, y no crea que los aficionados que van al campo sean los únicos clientes: él piensa sobre todo en los beneficios que puede obtener en clientes potenciales en Asia y Estados Unidos.

La operación, perfectamente normal en un mundo que se rige cada vez más por el mercado, no lo es tanto en un área como el deporte, en la que dinero y sentimientos pueden entrar en conflicto de intereses. Glazer, que opera en el fútbol europeo a través de dos de sus hijos, ha prometido invertir 20 millones de libras (menos de 30 millones de euros) en nuevos jugadores, como si con ese dinero pudiera ir a algún sitio.

"Glazer no es un Abramovich", se quejaban ayer los hinchas del United, a los que el Chelsea ha hundido en el tercer puesto y humillado esta semana (1-3); "no va a venir aquí a invertir 200 millones en jugadores, sino a recortar gastos para obtener más beneficios". Muchos llevaban sus carnets para quemarlos y demostrar al nuevo propietario que el negocio le puede salir por la culata.

"Estoy muy triste. Amo a mi club, pero me niego a poner ni un penique. Hay 20.000 hinchas dispuestos a hacer lo mismo", declaró Nick Towle, presidente de los pequeños accionistas (Shareholders United). Ron Atkinson, antiguo mánager, fue más frío: "Si va a hacer lo que Abramovich, invirtiendo, los hinchas deben decirle que se quede. Lo que tiene que hacer es explicar sus intenciones".

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