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FÚTBOL | 35ª jornada de Liga

El Betis ya sabe ganar el 'derby'

La clase de Oliveira y la estrategia de Serra Ferrer se imponen en un partido más vivido que jugado

El Betis ha aprendido a ganar al Sevilla. Esta vez, fue Llorenç Serra Ferrer el que supo llevar el partido a su ascua. Fútbol no hubo demasiado. Pero casi nadie lo espera o, incluso, deseaba. Había que ganar y eso lo hizo el Betis.

El espíritu de la pelea entre hermanos, la más feroz, marcó la primera parte del encuentro entre los dos equipos de la capital andaluza. El Betis salió a ganarse el aprecio, la admiración y el orgullo. El Sevilla pecó de tierno, de equipo formado en su mayoría por jóvenes de mucho talento pero nunca zurridos en la bronca en la que irremediablemente se convierte este tipo de partidos. Precisamente el Sevilla, el conjunto que desde que lo dibuja Joaquín Caparrós ha hecho de la competitividad, del colmillo retorcido una manera de vivir y de sobrevivir. Ayer salió a jugar al fútbol, pero a un fútbol como sólo se juega en las categorías en las que aún no ha llegado la exigencia resultadista de lo profesional, de los millones que rodean a lo profesional.

BETIS 1 - SEVILLA 0

Betis: Doblas; Melli, Juanito, Rivas, Luis Fernández; Assunção, Arzu; Joaquín, Fernando (Benjamín, m. 81), Denilson (Varela, m. 63); y Oliveira (Dani, m. 87).
Sevilla: Notario; Daniel Alves, Prieto, Sergio Ramos, David Castedo; Navas, Martí, Jordi (Renato, m. 33), Adriano (Antoñito, m. 60); Baptista y Darío Silva (Makukula, m. 81).
Goles: 1-0. M. 6. Oliveira, de tiro cruzado desde fuera del área.Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Luis Fernández, Arzu, Adriano, Martí, Baptista, Melli, Antoñito y Lembo -ambos por discutir mientras calentaban- y Makukula.

Unos 40.000 espectadores en el Ruiz de Lopera.

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El primer cuarto de hora fue puro sudor. El fútbol apareció poco y el ardor guerrero en exceso: Arzu pateó a Navas, Alves empujó a Denilson, Assunção coceó a Baptista, Baptista a Denilson, Jordi a Joaquín, Adriano a Melli... En la primera media hora, hubo muy poco fútbol. Muy poco. Algo que demuestra el daño que le hacen al juego las declaraciones altisonantes de los directivos en busca de protagonismo, que convierten los encuentros de fútbol en combates, en batallas, en vez de un disfrutable contraste de estilos, de formas de hacer una misma actividad.

Entre el poco fútbol que se vio en la primera mitad del encuentro, destaca el gol de Oliveira. El fantástico gol de Oliveira, que se hizo con el balón cerca del pico izquierdo del área de Notario, se cruzó con un amago tras otro. Elegante, rápido y efectivo. Chutó duro y el portero sevillista no supo medir el bote antes de poner inútilmente sus manos en el camino del balón hacia lo más grande.

El Betis padeció el tembleque de su defensa durante todo el encuentro, pero el trabajo a destajo de su línea media -Assunção y Denilson corrieron y presionaron como no se les recuerda; de hecho, el extremo recuperó bastantes balones y ayudó a secar a Navas- y mordió y mordió a los sevillistas hasta que a Caparrós no le quedó más remedio que sacar a Renato para intentar así que los suyos hicieran algo de fútbol. Jordi y Martí -que son prácticamente el mismo jugador- colaboraron mucho en las recientes victorias del equipo de Nervión en sus victorias ante Athletic y Deportivo, pero ayer no supieron ni pudieron combatir las ganas verdiblancas. No buscaron ni las bandas ni la espalda de la insegura defensa. La entrada de Renato escalonó el centro del campo sevillista, pero no lo suficiente como para imponerse.

Tras el descanso, el partido siguió siendo el mismo: no demasiado fútbol, muchas imprecisiones, hijas naturales de mucha precipitación. El fútbol cuando deja de ser inteligente y se vive al ritmo acelerado del latido del corazón suele preferir vivir por el centro. Será la inseguridad que da el borde de la cama, pero lo que sucede con más frecuencia es el follón. Ninguno de los dos conjuntos supieron llevar el balón a la banda. Sorprendente, si se tiene en cuenta que lo mejor que tienen, lo tienen precisamente ahí.

El sevillista Jesús Navas comenzó bien. Le pegaron patadas Arzu, Oliveira y Denilson, pero siguió como sólo saben seguir los convencidos de su calidad. Pero no todo el tiempo. Se apagó, de manera paulatina, se inventó un par de jugadas, pero nada del otro mundo. Tampoco Baptista ni Darío Silva aprovecharon lo que les salió, un par de centros a la olla en el primer tiempo y otro en el segundo.

El bético Joaquín era más difícil aún de encontrar alrededor de las jugadas de peligro. Jordi volcó la rabia por su sustitución temprana en el peroné del extremo. A la media hora le puso un balón fantástico a Denilson que tiró al cuerpo de Notario y cerca del minuto 80, cansadísimo, no supo aprovechar la ventaja clara.

Serra Ferrer hizo cambios para defender, mientras que Caparrós los efectuó para atacar. Unos y otros tuvieron poco que ver con la calidad del juego. Pero el Betis iba por delante y lo que hizo fue intentar consolidarlo. Caparrós acertó menos, la acumulación de delanteros suele ser un brindis al sol, una apuesta hasta demagógica.

El Betis ha aprendido del Sevilla y, en un partido sin casi fútbol, supo manejar a su favor la mucha competencia. Supo jugar el derby y, por lo tanto, se lo llevó.

Oliveira regatea a Jordi, en la jugada del gol.
Oliveira regatea a Jordi, en la jugada del gol.ALEJANDRO RUESGA

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