En manos de Iker Romero
El Ciudad Real mantiene el pulso con el Barça por recuperar al central
Un día, sentado en la grada del Palau Blaugrana, cuando Xesco Espar era aún preparador físico del Barça pero hacía ya cábalas de entrenador, un jugador de la plantilla se le acercó y le dijo: "¿Contarás conmigo el año que viene?". Sobrio, Espar le respondió: "Sólo si te comprometes a ser como Lovgren". "¡Coño, me pides mucho!", replicó el jugador. "Lo sé, pero yo te ayudaré". "Entonces, de acuerdo". Lovgren, Stefan, juega en el Kiel alemán y está considerado como uno de los mejores centrales del mundo, sin duda el mejor de la selección sueca. E Iker Romero (Vitoria, 1980) era el jugador que le debía emular. Apenas unos meses después de aquella conversación, Romero ha abandonado el lateral izquierdo y se presenta hoy en el Palau (17:00, TV2), ante el Ciudad Real -cuenta con un gol de ventaja de la ida, 28-27-, en busca de su primera Copa de Europa, alabado como el mejor central español.
Eso, al menos, dice todo el mundo, por más que Iker se empeñe en negarlo. "¿Yo? ¡Qué va! ¡No soy el mejor! Hay otros mejores", asegura. Pero las evidencias hablan. Desde que se proclamó campeón del mundo con España en el Mundial de Túnez, todas las miradas se han concentrado en la cresta amarilla que surca su cabeza. La miran porque llama la atención y también porque, pretendido de nuevo por su rival de hoy -de Ciudad Real salió hace dos años por sus desavenencias con el técnico Juan de Dios Román-, Iker se ha erigido en el líder del nuevo Barça.
"Es uno de los pilares del equipo por su coraje y porque ha cogido un buen dominio del plan de partido", dice de él un Espar que se resiste a perderlo. El vasco es el cerebro de este Barça y el referente para la afición. Y, por lo que parece, seguirá siéndolo. Aunque el Ciudad Real se había reservado la opción de recuperarlo dos años después de su marcha, y ahora pretende hacerla valer, el Barça confía en retenerlo: según fuentes del club, el acuerdo económico con el jugador es total (cuatro temporadas, a razón de unos 200.000 euros por año) y ahora sólo falta que el Ciudad Real acepte los 300.000 euros que el Barça ofrece por su libertad.
"Lo único que me interesa a mí ahora es ganar una Copa de Europa con el Barça, que es mi actual equipo", dice mientras tanto Iker; "Si lo consiguiésemos, tras lo de Túnez, sería para colgar las botas y los pantalones y pegarme unas vacaciones en la playa, con Laszlo [Nagy, su amigo en el Barça], que no veas".
Lo dice con emoción, frotándose las manos, pensando en que, antes que por la playa, se dejará caer por algún coto de Ciudad Real para practicar, con sus amigos, una afición poco común entre los jóvenes: la caza.
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