Las autoridades lo sabían

En el caso de BAR-Honda hay una evidencia y otra realidad más oscura y subterránea que no sale a la luz porque inculpa directamente a la Federación Internacional del Automóvil (FIA). Es justo que se sancione a la escudería porque lo que hizo es ilegal: el bólido de Jenson Button no pesaba los 600 kilos exigidos por las normas de la FIA cuando se vació de gasolina, tras la carrera de Imola. Por tanto, es lógico que le hayan quitado los puntos de la carrera de San Marino y que le hayan penalizado sin poder competir en otras dos carreras.

Sin embargo, hay un aspecto que tampoco puede pasar desapercibido. Y es que en la FIA sabían perfectamente lo que BAR estaba haciendo. Conocían sin confusión que estaban utilizando un depósito de reserva desde el Gran Premio de Malaisia, ubicado dentro del otro depósito, con una capacidad de unos nueve kilos de combustible y que eso les servía, además para ajustar su peso. Lo sabían Charlie Whiting, jefe del departamento técnico de la FIA, y Jo Bauer, delegado técnico de la FIA, porque los responsables de BAR les habían hecho una consulta antes poner en marcha su idea. Y el propio Bauer les respondió que la utilización de un depósito suplementario para él era legal. Por eso les dejó correr.

BAR utilizó este depósito como lastre para alcanzar el peso mínimo que su bólido debía dar en las mediciones tanto en la clasificación -cinco kilos más- como en carrera. Por lo tanto, cuando Button estaba apurando el combustible y los depósitos estaban casi vacíos es muy probable que su bólido compitiera por debajo del peso legal y obtuviera con ello una ventaja suplementaria e ilegal. Sin embargo, en todo este asunto no puede obviarse la indefensión de la escudería, porque técnicos de la FIA habían aceptado la solución propuesta por BAR. El problema fue que la presión de otros equipos que vieron despegar a BAR en Imola forzó a la FIA a actuar.

Al margen de la pérdida de los puntos que les supondrá, la sanción afectará profundamente a la escudería y especialmente a la marca que les motoriza, Honda. Los japoneses aceptan muy mal este tipo de situaciones. Son gente muy seria y cuidan muy especialmente su imagen. Para ellos es un golpe muy serio. Y su reacción es imprevisible. En el Mundial de Rallies, hace algunos años Toyota fue excluida del campeonato por haber realizado una modificación ilegal en el turbo y el equipo estuvo toda una temporada sin competir y exigió responsabilidades en la sede del equipo en Alemania. Esta vez BAR apelará contra la decisión de la Federación Internacional. Y no se estarán quietos. Pronto veremos su respuesta. Tienen la sensación de que el daño ya está hecho, y pretenden paliarlo.

A ellos, especialmente, pero también a Ferrari deben haberle sentado fatal las declaraciones de Fernando Alonso acusándoles de tramposos. Puede que ahora parezcan justificadas en el caso de Honda, pero no en el de Ferrari. Decir que los bólidos rojos hacen trampa es erróneo, porque Ferrari nunca estuvo en los acuerdos de los demás equipos para la limitación de los días de entrenamiento durante la temporada. No hay ninguna norma que los limite y, por tanto, Ferrari no la rompe. Ellos defienden simplemente sus intereses y hacen lo que más les conviene. Bernie Ecclestone, el jefe de la F-1, quiere intervenir en este asunto y proponer a los equipos una regla que permita entrenar 10 días al año durante la temporada, cediéndoles los viernes de cada Gran Premio para que puedan realizar sus pruebas. Sería una buena solución. Pero para poder ser aplicada debería obtener el consenso de todas las escuderías.