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VISTO / OÍDO
Columna
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Mañana, Blair

Dicen en Londres que mañana los ingleses votarán al hombre que detestan. Ésa es una de las gracias de la democracia. Yo no estoy tan seguro de ese resultado: las predicciones científicas, o las más seguras de la bola de cristal, creen que ha ido perdiendo puntos a medida que se acercaba el día electoral. Su mayor baza es que no es conservador, y que el partido conservador quedó con la huella del derechismo total de Margaret Thatcher como algo de lo que hay que huir siempre. Hay impregnaciones que duran mucho tiempo. Incluso se cree que algunos conservadores de barrio votarán al laborista para que se mantenga la política general de derechas y la guerra de Irak y poder echar la culpa a los laboristas. Es una curiosa consigna derechista que aquí no llega todavía: "Vote usted a la izquierda para poder culparla del desastre inevitable". Aquí es distinto: la derecha trata de gobernar cuanto antes, porque ahora pierde, aunque sólo sea el "lucro cesante". No está siquiera en esa posición de ir gastando a sus enemigos políticos durante los años de la legislatura: su deseo es que el Gobierno socialista desaparezca ya, y es una consecuencia de su incredulidad por el asunto del 11 de marzo. Con la acusación de que Zapatero está "desmembrando España" trata de movilizar algo o a alguien para que haya que convocar elecciones anticipadas. Es otro error de concepto pensar que si se anticiparan las elecciones a después del verano ganaría el PP: la desmesura de sus acciones y palabras despepitadas, porque a fin de cuentas el pueblo se da cuenta y siempre ha sospechado del charlatán de verbena que ofrece duros a cuatro pesetas (perdón por el anacronismo: ya no hay charlatanes, duros ni pesetas, ni casi verbenas. Ah: despepitarse tiene una buena acepción, que es la de "arrojarse sin consideración, hablando u obrando descomedidamente").

Blair es un gobernante largo, de los que convierten el socialismo en una forma descansada del capitalismo, y suelen ganar por comparación. Ha conseguido que la isla esté más cerca de Estados Unidos que de la peligrosa Europa; ha conseguido estar en una guerra como sin estar en ella. Con Blair no hay necesidad de pedir mejores salarios, porque es un laborista. El Gobierno economiza, él es discreto ante ciertos asuntos enojosos -como la religión- y el terrorismo irlandés está más calmado. (A mí me gustaría que perdiera, pero...).

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