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Entrevista:ÓSCAR MARÍN | Neurocientífico

"Un humano necesita unos 10 años para formar el cerebro"

Oscar Marín (Madrid, 1971), investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante, admite que 2004 fue un año difícil de repetir y quele proporcionó los medios para no preocuparse durante un tiempo por la financiación de su laboratorio. La fuente de esta tranquilidad son dos importantes premios: uno europeo, el EURYI, dotado con 1.250.000 euros, y otro estadounidense, el segundo que le concede la Alianza Nacional para la Investigación sobre la Esquizofrenia y la Depresión, de 30.000 dólares (23.000 euros). Además una prestigiosa revista científica ha publicado un descubrimiento de su laboratorio en Alicante: una importante pista sobre el origen de la esquizofrenia.

Pregunta: Su trabajo se centra fundamentalmente en las interneuronas corticales. ¿Qué tienen de particular estas células?

"Hoy por hoy, soy relativamente escéptico en la aplicación de terapia celular sobre el sistema nervioso"
"Las células madre no funcionarán en el 99,9% de los casos de Alzheimer, al menos a medio plazo"
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Respuesta: La corteza cerebral está compuesta por dos tipos de neuronas que están muy coordinadas. Las neuronas de proyección son las que llevan la voz cantante, las que toman las decisiones y las que integran la mayor parte de la actividad. Pero existe una segunda población de neuronas, las interneuronas, que son necesarias para que las primeras funcionen correctamente. Básicamente hacen dos cosas: controlar la actividad de la corteza para mantenerla en niveles adecuados (cuando existe demasiada y descontrolada se produce la epilepsia). La otra función, que cada vez está cobrando más importancia, es sincronizar grupos de neuronas de proyección para que actúen a la vez. Esto es básico para procesar la información que llega al cerebro. Las interneuronas se han estudiado poco porque es un grupo muy diverso y además como las de proyección son las que finalmente ejecutan siempre han suscitado más interés.

P. ¿Qué se sabe de sus alteraciones?

R. Cuando algo va mal con las neuronas de proyección, que constituyen el 80% de las células cerebrales, normalmente las consecuencias son muy graves. Por ejemplo: retraso mental, epilepsia muy severa, etcétera. En resumen, trastornos biológicamente muy interesantes, pero desde un punto de vista social no tanto porque las mutaciones son tan graves que no se perpetúan, son casos esporádicos. Sin embargo, hemos comenzado a pensar que las alteraciones de las interneuronas podrían traducirse en patologías del tipo de la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Esto ha llenado de esperanza el campo de la neurociencia porque hay enfermedades mentales de las que, por el momento, se desconoce su origen y que ahora se piensa que pueden ser enfermedades de las interneuronas. Desde un punto de vista sociológico, esta nueva vía de investigación puede tener un impacto mucho más importante porque son patologías que no son incompatibles con la vida y que tienen una trascendencia social muy importante.

P. Su último trabajo, publicado en Neuron, aporta un importante hallazgo en este área.

R. Hemos descubierto que el gen de la Neuroregulina 1 juega un papel clave durante el desarrollo conduciendo a las interneuronas hacia el sitio correcto del cerebro. Paralelamente otros grupos habían señalado a este fragmento de ADN como un posible factor de susceptibilidad para desarrollar esquizofrenia. De modo que la Neuroregulina 1 parece estar implicada en la aparición de esta enfermedad. La esquizofrenia es una patología muy compleja así que, con toda seguridad, habrá un conjunto de factores que se añaden a este gen para provocar su aparición.

P. Entre sus planes de investigación están las células madre, ¿en qué dirección van sus trabajos?

R. Muchos científicos estamos un poco desanimados porque nos da la sensación de que se está forzando tanto, se están generando tantas expectativas que el golpe va a ser muy grande. Por ejemplo, en el caso de la terapia génica había investigadores intentando entender como funcionaba sin pretender todavía curar a nadie y se han visto de pronto en medio de la muerte de pacientes en ensayos clínicos que posiblemente nunca se deberían de haber hecho tan prematuramente. La terapia con células madre tiene visos muy prometedores, pero ni la sociedad ni los científicos con ganas de notoriedad mediática van a dar tiempo a que madure.

P. ¿Piensa que por el momento no se deberían aplicar a pacientes?

R. A priori soy relativamente escéptico en la aplicación de terapia celular sobre el sistema nervioso hoy por hoy. El cerebro es un sitio muy complicado que se quiere simplificar para lograr metas a corto plazo. Se podría conseguir algo en el caso de ciertos tipos de neuronas que no tienen que hacer cosas extraordinarias en cuanto a las conexiones que tienen que formar. Por ejemplo, si me preguntan si existe la posibilidad de que las células madre funcionen para el Alzheimer, yo diría que en el 99,9% de los casos no, al menos a medio plazo. Un humano necesita aproximadamente 10 años para formar el cerebro que luego utiliza a lo largo de la vida, así que pensar que un trasplante celular en un ambiente hostil como es el cerebro va a ser capaz de formar y reformar conexiones está en el terreno de la ciencia-ficción más llamativa.

P. Entonces, ¿en qué casos emplearía las células madre?

R. El caso clásico es el Parkinson. Quizá las interneuronas tienen más posibilidades porque forman conexiones relativamente cortas y una característica que las hace un poco diferentes es que tienen una capacidad invasiva muy importante. Uno de los problemas de la terapia celular en el sistema nervioso es que éste, una vez que está desarrollado, está muy cimentado, las células que se transplantan no logran moverse y colonizar, como sería deseable, la red nerviosa. En principio, las interneuronas se extienden sin ningún problema. Esto es lo que nosotros queremos ahora estudiar. Comprobar si son capaces de reintegrarse y de formar circuitos.

P. Si esta capacidad se confirma en el laboratorio, ¿en qué patologías se aplicarían?

R. Lo más claro es la epilepsia porque hay casos en los que faltan células y quizá un aporte exógeno de ellas podría funcionar. Esto es la ciencia-ficción más cercana a la realidad, pero antes hay que conocer bien la biología.

P. ¿Qué otros aspectos de interés tienen las interneuronas?

R. Otra de las cosas que queremos ver en el laboratorio es qué genes controlan la capacidad invasiva de estas células. Creemos que es importante porque pensamos que la mayor parte de los tumores que se dan en el encéfalo podrían estar incidiendo sobre células madre que dan lugar a las interneuronas y los programas de cáncer podrían activarse en estas células madre. Si conocemos qué factores hacen a estas células tan invasivas podríamos reprimirlos.

El investigador Óscar Marín.
El investigador Óscar Marín.JOSÉ OLIVARES NAVARRO

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