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Columna
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Cálculos

Hay unas cuantas paradojas, que no me atrevo a calificar de variables independientes, en la política valenciana que deben recordarse a menudo para que los hechos no desmientan una y otra vez a los deseos. La primera consiste en que cuanto mayor es la tensión entre los nacionalismos vasco y catalán y el Gobierno del Estado, menores expectativas para el nacionalismo valenciano; la segunda, que cuando el PSPV se acerca en porcentaje hasta el umbral que le convierte en alternativa directa al PP, el voto útil deja en mantillas al nacionalismo democrático valenciano y a EU en lo justo para pasar la barrera; la tercera, que el electorado, o una parte de él, esa a la que tenemos (o se tiene ella) por centrista, cuando huele a cambio sin red se queda con lo malo conocido y no permite el relevo; y, la cuarta, que mientras la derecha puede fagocitar competidores en cuanto se acerca al poder (lo hizo con el CDS y con UV), el PSPV, en las mismas circunstancias sólo añade valor electoral, y ni siquiera el hecho de que se quede con disidentes de la izquierda y no con siglas con aparato y hueste incorporadas (lo de NE, fue, quizás la matizada excepción) permite entenderlo como la pauta. Si las cuatro paradojas son correctas, veamos cómo se encara el inmediato futuro a izquierda y derecha en lo tocante a movimientos políticos.

De entrada, dos formaciones políticas de la izquierda (EU y BNV) se perciben como en precario ante la próxima cita electoral autonómica, mientras que una tercera, sin apenas aspiraciones a entrar por sí sola en las Cortes Valencianas (ERPV, y, con ella, otros pequeños grupos del nacionalismo de izquierdas y soberanista) sabe que sus votos pueden o bien afianzar una plataforma de éxito (EU-BNV-ERPV-...) y condicionar el futuro gobierno de la Generalitat (pues podrían obtener entre 7 y 10 diputados), o bien continuar siendo testimonial si EU y BNV conciertan una alianza electoral, o, en fin, perjudicar al BNV si éste concurre en solitario (lo que ya ocurrió en 2003).

Por otra parte, una alianza electoral con programa común y voluntad de convergencia en un espacio de izquierda y nacionalista-soberanista de EU, BNV, ERPV y otras pequeñas formaciones (Esquerra Verda y Esquerra Valenciana, entre otras), aseguraría sin duda que hubiese pocos votos inútiles (o sin representación) en las próximas autonómicas, pero al mismo tiempo provocaría, por una parte, la movilización del electorado de centro-derecha para evitar el cuatripartito alternativo (PSPV más EU, BNV, y, eventualmente ERPV), y por otra, quizás el refuerzo del PSPV con el voto útil tendente a evitarle a los socialistas un gobierno muy condicionado por las minorías, pues la presencia de esa tercera fuerza con la única chance de forzar un gobierno de izquierdas da ventajas a los dos grandes y puede que, incluso directamente, la victoria a una derecha que está bastante por encima del 40% y a mucha distancia de su principal competidor.

Sin embargo, una aséptica alianza entre EU y BNV contra el mantenimiento de la cláusula de barrera del 5%, que es obligada si ninguno de los dos quiere sorpresas, cargada de justicia pero sin compromisos de programa, podría evitar el voto útil hacia el PSPV, al tiempo que la paralela movilización suplementaria del voto del miedo al cambio, abriendo la hipótesis de que los diferentes grupos en el Parlamento valenciano pudiesen apoyar incidentalmente a gobiernos en minoría, a derecha o izquierda, sin hipotecar su electorado o sus principios.

¿Hay más hipótesis en juego?

Vicent.franch@eresmas.net

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