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Crónica:FÚTBOL | 34ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Sevilla se renueva y gana

Caparrós ha cambiado radicalmente a su equipo, que ya acaricia la Liga de Campeones

El entrenador sevillista, Joaquín Caparrós, suele ser catalogado como un entrenador agrícola, un técnico vestido con camiseta Imperio y pañuelo de cuatro nudos sobre la cabeza en un colectivo que ha convertido el traje de marca en uniforme. Pero el responsable del juego sevillista ha conseguido lo que casi ninguno de sus colegas sabe hacer: reinventarse un equipo sobre la marcha. Y, además, con su brote de líder y todo.

El neosevilla de Caparrós ya no mana de sus centrales espinosos, los contrincantes temen más su velocidad que su ardor guerrero, atemoriza desde las bandas, se estira y encoge con armonía e intención y son titulares los que mejor están.

Y no es de boquilla: el entrenador sevillista ha cambiado de portero, de lateral derecho, de centrales, de extremo izquierda y derecha, de medio centro y de ariete -en esto, no le queda más remedio y no le convence ninguno de los cinco que tiene-. Vamos, todo lo que se hace en la pretemporada y que el Sevilla ha sabido hacer tras más de 30 partidos de curso liguero. Ayer, además, encontró un referente.

SEVILLA 2 - DEPORTIVO 0

Sevilla: Notario; Daniel Alves, Prieto, Sergio Ramos, David; Navas, Jordi (Renato, m. 84), Martí, Adriano (Jesuli, m. 75); Baptista y Darío Silva (Carlitos, m. 61).

Deportivo: Munúa; Manuel Pablo, Coloccini, Andrade, Romero; Sergio, Mauro Silva (Duscher, m. 18); Munitis, Valerón, Capdevila (Víctor, m. 46); y Luque (Xisco, m. 83).

Goles: 1-0. M. 14. Adriano recorta a Manuel Pablo y cruza la pelota con la derecha. 2-0. M. 20. Navas, desde el pico del área.

Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Sergio, Coloccini, Luque, Carlitos y Romero.

Unos 30.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán.

Navas apunta a ídolo. El aniñado jugador demuestra en cada regate que hace que el fútbol no depende de testosterona o aditivos diversos. Ayer, el chaval al que le obligan a tragar pasteles para ganar kilos, lo que se zampó fue a los deportivistas. A varios de ellos. Con la sencillez de gestos de los muy buenos, Navas se fue de dos y marcó un golazo de tiro cruzado desde el pico del área. Pocos minutos después, brincó sobre las tarascadas de Duscher y Andrade y las entradas de otros dos contrarios éstas -dentro del mínimo código de caballerosidad-, y tan sólo la salida a la argentina de Munúa, que despejó con el hombro, evitó su segundo golazo.

El Deportivo no se esperaba jugar contra el Sevilla reinventado y las pasó canutas. Entre jugadores buenos pero descolocados -como Munitis y Luque- o desnortados -como Sergio o Capdevila- simplemente le quedaba sufrir. En la primera mitad del enfrentamiento, tan sólo un remate con saña de Luque en el minuto 5 y otro de Capdevila a pase de Munitis a la media hora.

Los de Nervión utilizaban las bandas tanto para defender como atacar, Baptista se alegraba de no tener que hacerlo todo y se imponían las ganas y velocidad del conjunto. El gol de Adriano -que ayer casi fue más importante defendiendo que atacando-, dejó claro desde muy temprano que la juventud, tanto biográfica como de espíritu, de los sevillistas podía convertirse en un festival. No fue tal, pero al Deportivo se le quedaron las arrugas al aire. Es difícil señalar si se trata de desidia o de simple incapacidad, pero es un conjunto ya sin la adaptación que exige el éxito en la competición.

El Sevilla mantiene la ambición del joven, cuando a la Liga le queda un suspiro. Y eso parece que le va a llevar al éxito, que se llama Liga de Campeones. Y eso lo ha conseguido Caparrós. Con sus logros y sus pifias. Pero ya nadie puede cuestionar, por alto o desde lo alto que lo diga, que el Sevilla actual es de Caparrós.

Coloccini corta una internada de Baptista.
Coloccini corta una internada de Baptista.GARCÍA CORDERO

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