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Perfil | Carlos Bañuelos

Un ejecutivo de manual

Carlos Bañuelos posa para el retrato oficial de la compañía con la cabeza erguida y la mirada fija en la cámara, penetrante y llena de fuerza. Enfundado en un clásico traje de raya diplomática, refleja seguridad en sí mismo. Sólo una pulsera de cuero en su muñeca derecha da un toque de transgresión a su imagen de tradicional ejecutivo de multinacional y delata su juventud. Con 40 años, ha sido nombrado consejero delegado de Securitas Seguridad España, una empresa que factura casi 375 millones de euros y que tiene más de 14.000 empleados.

Algo ya debía intuir este hombre "con dotes de liderazgo", según sus colaboradores, cuando el grupo al que pertenece la filial española le escogió para el curso de formación internacional al que cada año sólo acude un directivo de cada país para empaparse de visión de empresa y sistemas de gestión. Y con algo ya debía ir aprendido. Porque Bañuelos es un experto en seguridad privada y dirección de recursos humanos, actividades a las que han estado ligados sus cargos y su trayectoria profesional y en las que ha demostrado, dicen otros directivos, "una justa timidez y el suficiente don de gentes para guardar afectos permanentes en su equipo".

Él confiesa que le gusta el contacto con la gente, la proximidad y, por tanto, lo que más le preocupa es que la segmentación del mercado y la necesaria especialización terminen por hacer olvidar en la empresa la idea de unidad del negocio. Por eso, una de sus tareas prioritarias es visitar todas las delegaciones de la compañía, recorrerse España.

Hacer kilómetros no le costará trabajo, porque si hay algo que le gusta por encima de todo es viajar. Viajar en familia, a la que dedica todo el tiempo que puede. Y sus destinos favoritos son tan distintos y distantes como Estados Unidos, Centroeuropa e Italia, en su opinión, el mejor país para visitar.

De Bañuelos dicen que no suele perder los nervios. Lo describen como una persona "tranquila y reflexiva", que sólo toma decisiones muy meditadas y al que casi nada saca de quicio, excepto la irresponsabilidad y la deslealtad.

A juzgar por la mesa de su despacho, le debe gustar el orden y lo que se conoce como "normalidad", porque parece llevar lo que en su entorno es casi una vida de manual. Juega al pádel, esquía y entre sus aficiones está la de leer. ¿Lo último?, el best seller de la gestión: La buena suerte.Él se la ha trabajado.

SCIAMMARELLA

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