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Crítica:ÉTNICA | Omar Faruk Tekbilek
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Levitaciones

Gente de pie + barra que sirve copas = conversaciones en corrillos y parejas. No falla. La única forma de enmendarlo es echarle decibelios musicales. Si no es el caso, y no lo fue con Omar Faruk Tekbilek, a la prestación de los músicos hay que añadir un zumbido que desluce lo suyo, para qué engañarse.

El trabajo de Omar Faruk Tekbilek oscila entre lo bucólicamente contemplativo y lo intrincadamente rítmico. Es un intento de hacer digerible una música de raíces complejas, ejercicio de meditación en busca de belleza y paz, que a veces se queda en un híbrido demasiado liviano. El trasfondo es espiritual. La huella del sufismo está presente en todo y el Mediterráneo aparece como esa tierra media de encuentro en la que convergen Anatolia, el norte de África o el flamenco.

Omar Faruk Tekbilek

Omar Faruk Tekbilek (voz, ney, zurna y baglama), Bahadir Sener (kanun), Yannis Dimitriadis (teclados), River Guerguerian (percusión) y Anthony Mazzela (guitarra acústica). Sala Arena. Madrid, 28 de abril.

Ney -una flauta árabe recta de bambú o caña- y kanun -una cítara que se coloca horizontalmente- le dan la sonoridad oriental al grupo mientras los teclados lo sacan de la ortodoxia. Un puente entre Oriente Próximo y Occidente perceptible en discos como Tree of patience, que Resistencia edita estos días en España; Alif (2001), o Crescent moon (1998), de los que ofreció algunas piezas. Él tocó el ney, pero también la zurna -oboe de lengüeta doble y sonido chillón- y el baglama -laúd de mástil largo que se usa en las ceremonias de los derviches-.

Nacido hace 54 años en una población de Turquía próxima a la frontera con Siria, el pequeño Faruk aprendió a tocar el kaval, una pequeña flauta diatónica, que ya dominaba con ocho años. Lleva viviendo en Estados Unidos, ciudad de Rochester, hace casi treinta y se pasó unos lustros confeccionando pantalones en una fábrica antes de poder colaborar con músicos como Don Cherry, Ginger Baker o Trilok Gurtu.

Sus discos con el productor Brian Keane, su amigo desde 1988, con el que grabó por encargo del Museo de Arte Metropolitano de Nueva York la banda sonora de una película sobre Suleimán el Magnífico, le abrieron las puertas del mercado de las nuevas músicas y las músicas del mundo. Este verano está anunciado en La Mar de Músicas con la Orquesta Sinfónica Región de Murcia, como parte de una edición dedicada a la música de Turquía.

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