_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

217 muertos

El 28 de abril se ha celebrado el Día Internacional de la Seguridad y Salud Laboral. No hay mucho que celebrar. No hay seguridad laboral. Tampoco salud. UGT y CC OO así lo han entendido. 217 delegados se han encerrado en la subdelegación del Gobierno de Sevilla. Representan el mismo número que trabajadores muertos en el tajo el pasado año en Andalucía. No son cifras, dice el secretario general de CC OO en Andalucía, son trabajadores. Eran trabajadores. Ya no están. Responsabilizan de estas muertes a la precariedad y temporalidad en el trabajo. Son algunas de las causas. El número de trabajadores muertos tríplica a los que se producen en la Unión Europea. La precariedad y la temporalidad en Andalucía son tres veces mayores que en Europa. Están relacionadas. Sin embargo, hay más causas. La inexistencia de una cultura empresarial de prevención, el bajo coste de las infracciones laborales y la escasa persecución penal son otras. Todas ayudan a que no disminuyan los siniestros. Hay que pararlos. No caben más excusas. No puede existir justificación cuando los muertos se acumulan y las leyes no se cumplen. No puede hablarse con seriedad de la necesidad de más recursos humanos y económicos. No se han gastado ni vaciado los existentes. Existe inspección de trabajo, delegados prevención, fiscales y leyes que protegen al trabajador. Que se proteja con los medios que actualmente se cuentan. Son muchos. Deberían disminuir la siniestralidad. Después que vengan más y ayuden a los que están. Los que están que vayan al tajo, y no se queden en los despachos. La prevención se realiza en las obras. Los juzgados, por ahora, sólo conocen de muertes. Deberían conocer también de faltas de medidas. Sin esperar la muerte. Hay que diferenciar, de una vez, entre infracciones administrativas y penales. No es necesario aguardar al accidente para que existan infracciones unas y otras. El control de la Administración se debe iniciar en el centro de trabajo. Prevención es prevenir. Hay que actuar antes, no después. Los lamentos serían menos. La actuación administrativa y judicial debe ser donde miren y confíen los ciudadanos. Mientras esto no suceda seguiremos teniendo gestos y llamadas de atención, como el encierro de los 217 delegados, pero la muerte seguirá formando parte del contrato de trabajo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_