217 muertos
El 28 de abril se ha celebrado el Día Internacional de la Seguridad y Salud Laboral. No hay mucho que celebrar. No hay seguridad laboral. Tampoco salud. UGT y CC OO así lo han entendido. 217 delegados se han encerrado en la subdelegación del Gobierno de Sevilla. Representan el mismo número que trabajadores muertos en el tajo el pasado año en Andalucía. No son cifras, dice el secretario general de CC OO en Andalucía, son trabajadores. Eran trabajadores. Ya no están. Responsabilizan de estas muertes a la precariedad y temporalidad en el trabajo. Son algunas de las causas. El número de trabajadores muertos tríplica a los que se producen en la Unión Europea. La precariedad y la temporalidad en Andalucía son tres veces mayores que en Europa. Están relacionadas. Sin embargo, hay más causas. La inexistencia de una cultura empresarial de prevención, el bajo coste de las infracciones laborales y la escasa persecución penal son otras. Todas ayudan a que no disminuyan los siniestros. Hay que pararlos. No caben más excusas. No puede existir justificación cuando los muertos se acumulan y las leyes no se cumplen. No puede hablarse con seriedad de la necesidad de más recursos humanos y económicos. No se han gastado ni vaciado los existentes. Existe inspección de trabajo, delegados prevención, fiscales y leyes que protegen al trabajador. Que se proteja con los medios que actualmente se cuentan. Son muchos. Deberían disminuir la siniestralidad. Después que vengan más y ayuden a los que están. Los que están que vayan al tajo, y no se queden en los despachos. La prevención se realiza en las obras. Los juzgados, por ahora, sólo conocen de muertes. Deberían conocer también de faltas de medidas. Sin esperar la muerte. Hay que diferenciar, de una vez, entre infracciones administrativas y penales. No es necesario aguardar al accidente para que existan infracciones unas y otras. El control de la Administración se debe iniciar en el centro de trabajo. Prevención es prevenir. Hay que actuar antes, no después. Los lamentos serían menos. La actuación administrativa y judicial debe ser donde miren y confíen los ciudadanos. Mientras esto no suceda seguiremos teniendo gestos y llamadas de atención, como el encierro de los 217 delegados, pero la muerte seguirá formando parte del contrato de trabajo.
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