"Por placer, sólo escucho música clásica o folclórica"
David Russell (Glasgow, 1953) está orgulloso de que la guitarra haya vuelto a conquistar el Grammy al mejor disco de instrumentista clásico, por su Aire latino, dedicado a autores hispanoamericanos de querencia folclórica, de Villalobos a Falú. Un premio que supone el reconocimiento de la industria a su curiosa trayectoria. Russell graba para un sello estadounidense -Telarc, que aquí distribuye Indigo-, pero es un músico de origen escocés que creció en Menorca ("dicen que hablo mejor catalán que castellano").
La historia puede resumirse fácilmente: "Mi padre era un pintor escocés que, a finales de los cincuenta, decidió trasladarse al Mediterráneo. Viajábamos a Ibiza, un destino que seguramente hubiera cambiado nuestras vidas, pero resultó que el barco no podía transportar nuestra furgoneta; por el contrario, el barco de Menorca sí nos aceptó". Les costó adaptarse a las peculiaridades del franquismo. David recuerda "el espanto de mi familia cuando volví del primer día de escuela con el brazo en alto y cantando el Cara al sol". Su padre le enseñó los rudimentos de la guitarra y le consiguió una beca para estudiar en la londinense Royal Academy of Music.
"Siempre presto atención a lo que hacen Juan Martín o Tomatito. Y especialmente, Vicente Amigo"
Llegaron luego los premios en concursos, las master classes, las giras internacionales. Ahora reside cerca de Vigo, "gran sitio para los que amamos el golf, sin olvidar que se trata de la tierra de mi manager, que es también mi esposa".
Russell, que ya había grabado en diferentes compañías, aterrizó en la independiente Telarc por un motivo prosaico -"querían tener en catálogo el Concierto de Aranjuez, que grabamos pero más tarde"- y pronto convenció a los propietarios para que exploraran la inmensa librería de música para guitarra. Su afabilidad personal y gracia interpretativa hicieron el resto; la mitad de sus 20 títulos han salido a través de Telarc. "El mercado del disco clásico les obliga, nos obliga, a alternar lo que a mí me apetece con lo que ellos saben que puede funcionar. Lanzamientos como Aire latino o Reflections of Spain se venden bien y me permiten realizar mis discos de Bach, Guiliani o la antología de música renacentista que estoy preparando ahora. Lo que no significa que menosprecie los conciertos de guitarra de Joaquín Rodrigo, al que tuve el honor de conocer, igual que a Andrés Segovia".
Russell agradece la obsesión de Telarc por el sonido: "Ellos prefieren grabar en salas de conciertos más que en estudios. En un espacio como el de Maryland, donde se hizo Aire latino, la nota es más larga y todo suena natural, más musical; en el estudio, al no tener esa respuesta de la sala, tiendes a tocar más rápido y el resultado es seco".
"Por placer, yo sólo escucho música clásica o folclórica, aunque en mi juventud iba a conciertos de rock o jazz. Hombre, siempre presto atención a lo que hacen flamencos como Juan Martín o Tomatito. Y especialmente a Vicente Amigo, que muestra un extraordinario lirismo en todo lo que toca. Aparte de que haya una buena relación humana, está el sentido de fraternidad que une a los concertistas de guitarra, sea cual sea su estilo".
Admira al londinense Julian Bream, que consiguió que Britten, Berkeley, Henze y otros compositores le hicieran partituras para guitarra: "Los guitarristas clásicos estamos hambrientos de repertorio fresco, y siempre que se puede introducir novedades en programas donde dominan las músicas que el gran público desea escuchar. Por ejemplo, yo voy a tocar durante un año una pieza que el brasileño Sergio Assad compuso para mí".
Babelia
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