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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los viajes de un creador

La obra de Jesús Rueda (Madrid, 1961) sigue implacable, creciendo en extensión y en profundidad, partiendo ya de una base propia, sólida y personal hasta el punto de que un estreno suyo es un pequeño acontecimiento que sería grande si la música tuviera entre nosotros el trato público que se le da a otras disciplinas. Su Tercera sinfonía, escuchada el martes por vez primera, lleva el título de El viaje múltiple, lo que incide en aquel Viaje imaginario, que dedicara a su maestro, Francisco Guerrero, en 1998, y demuestra que esa imagen del movimiento, físico pero también interior, le interesa sobremanera. Digo lo de interior porque así parece en esta nueva obra, sobre todo en ese Adagio amplio y decidido a volcar unas emociones a las que ya no teme un compositor que se ha liberado de cualquier corsé. Una obra que comienza desde el ritmo que acompasa el viaje -una pulsión cinética llena, a la vez, de color- mientras lo va definiendo una orquesta poderosa o, por mejor decir, bien musculada, en la que la sabiduría de Rueda sorprende a cada compás. Hay en ella muchas, muchas cosas y a veces algún árbol oculta el bosque, como la dicha presencia de un coro en el tiempo lento y en el conclusivo que trata de imponer su pertinencia -para este crítico dudosa al principio, aceptada luego y vuelta a poner en duda al final- a medida que se va construyendo el arco expresivo. El último tiempo vuelve a afirmar la extraordinaria riqueza de la orquesta de Rueda, la enorme capacidad sugeridora de su discurso, la maestría de un grandísimo compositor dominador de un lenguaje ya inconfundible. Al parecer, ahí el coro es optativo. Quizá quede mejor sin él. José Ramón Encinar, al mando del Coro y la Orquesta de la Comunidad de Madrid, sirvió el estreno con atención y entrega máximas. El concierto se abrió con una cuidadísima versión del wagneriano Viaje de Sigfrido por el Rin, que mostró, por si hiciera falta, que Encinar es un maestro de muchos quilates hasta en ese repertorio con el que es difícil asociarle. Su acompañamiento a Dietrich Henschel -que anduvo corto de volumen y tirante en la zona alta, pero que es siempre un artista de verdad- en las Canciones del camarada errante de Mahler fue, simplemente, ejemplar.

Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid

Dietrich Henschel, barítono. Obras de Wagner, Mahler y Rueda. Auditorio Nacional. Madrid, 26 de abril.

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