Cesáreas, ¿innecesarias?
Mañana tendré una hija. La idea martilleaba la mente de Lucía desde el momento en que salió del hospital, después de que le realizasen la que sería su última ecografía. "Sí, mejor mañana viernes, porque así coge el fin de semana y pueden venir mis padres tranquilamente", calculó, inmersa en una sensación extraña. Ella siempre pensó que su hija nacería después de un parto; imaginó las contracciones, las sensaciones que tendría, devoró libros sobre el embarazo e hizo toda la preparación para el parto. Pero mes y medio antes de cumplir las 38 semanas su ginecóloga le advirtió de que muy probablemente habría que hacer cesárea "porque el feto no se daba la vuelta y venía de nalgas". Así que ni contracciones, ni parto ni nada. Entró en el hospital por la mañana y por la tarde en el quirófano. "Anestesia epidural que, ya que no voy a parir, quiero verla nada más nacer", fue su única elección.
A. González: "La razón de tantas cesáreas radica en que ahora se trata de evitar los riesgos potenciales porque nadie, ni la madre ni el médico, quiere asumirlos"
"Se hacen cesáreas a la carta, pero no es la generalidad. La mayoría de las mujeres quieren parir", dice el jefe del servicio de Obstetricia del Vall d'Ebron
Vivimos una 'obstetricia resultadista': si el resultado es bueno, todo está bien, al margen de las decisiones que haya tomado el equipo médico para hacerlo
Desde hace décadas el número de cesáreas que se realizan en España ha ido in crescendo. Y actualmente se realiza esta intervención de cirugía mayor alrededor de 36.000 veces al año, es decir, en un 25% de los partos, en el caso de la sanidad pública, y en un 30% en la privada. Es una tendencia que se repite a escala mundial, en contra de las recomendaciones de la OMS, que considera que la tasa no debe superar el 15%. En países como EE UU (27,6%), Italia (35%) o Brasil (40%) los porcentajes son aún más elevados que en España. La situación ya está siendo mundialmente discutida: ¿Son realmente necesarias todas las cesáreas que se realizan?
Una imparable tendencia
La respuesta del colectivo médico español es prácticamente unánime: "No, pero...". Y en esos peros están las claves de esta imparable tendencia: "Pero la edad de las madres es cada vez más avanzada"; "pero el miedo a las demandas judiciales si algo va mal en el parto es mayor y nadie quiere asumir riesgos cuando hablamos de vidas humanas"; "pero los avances tecnológicos han contribuido a facilitar mucho la operación"; "pero las técnicas de reproducción asistida permiten que se queden embarazadas mujeres que antes no podían y que dan lugar a partos difíciles"; "pero las mujeres lo piden porque ven el parto como un trauma...".
"No se hacen más cesáreas que las justas, en función de las indicaciones y de las decisiones de las propias pacientes", dice Antonio González, jefe del servicio de Ecografías del hospital de La Paz, en Madrid, y portavoz de la SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia). "Nosotros, el año pasado tuvimos una tasa de un 24,9%, con 27 partos diarios (10.042 en todo el año), pero es porque tenemos muchos casos problemáticos derivados de otras comunidades", explica. "La razón de tantas cesáreas radica en que ahora se trata de evitar todos los riesgos potenciales porque nadie, ni la madre ni el médico, quiere asumirlos", agrega.
"Innecesáreas, quizá no sea la palabra", dice Sergio Luna, adjunto del servicio de Urgencias del hospital maternoinfantil Carlos Haya de Málaga, en el que se producen una media de 20 partos diarios y el porcentaje de cesáreas es de un 24%. "Sí, es verdad que hacemos algunas que en la obstetricia de toda la vida no se hacían. Ahora todo se mide en función de los resultados. Vivimos una obstetricia resultadista: si el resultado es bueno, todo está bien, independientemente de las decisiones que haya tomado el equipo médico para llevarlo a cabo. En este sentido, podría decirse que hacemos una medicina a la defensiva, en la que nosotros tenemos parte de culpa porque muchas veces trasladamos al enfermo nuestras responsabilidades por miedo a la demanda. Hay una cierta judicialización de la medicina". Sin embargo, en el Colegio de Médicos de Madrid, por ejemplo, no hay registrada ninguna denuncia relacionada con problemas en los partos, según fuentes de la institución.
El jefe del servicio de Obstetricia de ese hospital maternoinfantil, Juan Larracoechea, insiste en que es uno de los que tiene más alta tasa de cesáreas de España porque, debido a su especialidad, es hospital de referencia y en él confluyen todos los casos que pueden ser "problemáticos" y que pueden indicar esa operación: "Tenemos un 6% de niños que vienen de nalgas, un 12% de prematuros, un 4% con más de 4 kilos, muchos gemelares...".
Porque si algo ha cambiado en los últimos años es que ahora son muchos más los supuestos para los que está indicada esta operación. Cuando el niño viene de nalgas: cesárea. Cuando ha habido cesáreas anteriores: cesárea. Cuando el niño es muy pequeño y no se sabe si va a superar el trauma del parto: cesárea. Cuando se detectan problemas en la pelvis de la madre: cesárea. Incluso se recomiendan cesáreas desde las consultas oftalmológicas para evitar que el esfuerzo del parto suponga más pérdida de visión en la mujer. Es decir, y por regla general, ante la sospecha de que algo pueda ir mal: cesárea. Si a eso se añade que, gracias a la tecnología, se puede monitorizar el parto y estimar el sufrimiento del feto, que aparece como nuevo factor a tener en cuenta, empieza a comprenderse mejor el incremento continuado de los porcentajes. Eso, sin olvidar lo que muy pocos médicos se atreven a reconocer, que una cesárea supone hacer nacer a un niño en 40 minutos, mientras que un parto espontáneo puede llevar horas.
"Lo que ocurre es que están cambiando las indicaciones para las cesáreas. Lo que cambia es la idea de lo necesario. Se hacen cesáreas a la carta, pero no es la generalidad. La mayoría de las mujeres quieren parir", dice el doctor Cabero, jefe del servicio de Obstetricia del hospital Vall d'Ebron, en Barcelona, donde la tasa de cesáreas es del 20,5%, con 15 partos diarios de media. Todavía no se ha llegado al punto de ofrecer "cesáreas a la carta", como ocurre ya en algunos países suramericanos como Brasil, en donde también se sopesa el factor estético de la mujer. Pero, en contra de la idea comúnmente aceptada en la sociedad de que la cesárea es casi un mero trámite, estas intervenciones tienen sus riesgos y dejan sus secuelas.
Más seguras para el bebé
En general, en el colectivo médico prevalece la idea de que las cesáreas son más seguras para el niño que para la madre. Al fin y al cabo, el riesgo de hemorragias y de infecciones lo asume la madre. Y el posparto es bastante más molesto y requiere más días de hospitalización. Lucia recuerda aquellos días completamente desprovistos de toda magia: "No me dejaron moverme durante 24 horas por los puntos. Ni levantar la cabeza. No me podía ni poner de lado para dar de mamar a la niña. Es frustrante y creo que no se disfruta lo mismo del niño al principio".
Se calcula que el coste de una cesárea (3.000 euros) es el doble al de un parto normal, incluyendo la asistencia y la prolongación de la hospitalización. Además, la cesárea siembra un precedente y, según distintos estudios, en casi el 60% de los casos el segundo parto de esa mujer requerirá de una nueva intervención. No digamos ya en el caso de un tercer embarazo (50% de posibilidades de una nueva cesárea). Tres cesáreas, ginecológicamente hablando, suponen la ligadura de trompas, y, en consecuencia, la imposibilidad de procrear de la mujer que las ha sufrido.
"El útero no se recupera tan fácilmente. Un cuarto embarazo después de tres cesáreas puede provocar la rotura del útero y poner en grave riesgo la vida de la madre", explica Verónica, una residente de ginecología de segundo año que, como la mayoría de sus compañeros, una de las primeras cosas que aprendió a hacer fueron cesáreas. "Ya no se les enseña a los residentes el trabajo del parto", dice Miguel Dolz, jefe del servicio de Ginecología del hospital clínico San Cecilio, en Granada. "En mis 40 años de profesión he visto cómo se pasaba de una tasa del 7% al 20%. Y yo he llegado a darle la vuelta a un niño con mis propias manos en un parto. Pero ya nadie se arriesga a un parto difícil, sabiendo que cualquier daño condiciona de por vida al niño y a la familia. Aunque es una pena que se pierda ese aprendizaje".
Querer es poder
HAY UNA EXPERIENCIA en España que demuestra que si se quiere reducir el número de cesáreas se puede. La puso en marcha Longino Aceituno, jefe del servicio de ginecología del hospital de Huércal-Overa (Almería), donde las cesáreas no superan el 13% de los más de 1.230 partos anuales. "Nos limitamos a seguir las normas de la OMS", dice. "Tenemos una actitud no intervencionista de entrada y no tratamos el embarazo como una patología. Procuramos evitar las inducciones y permitir que la mujer se ponga de parto espontáneamente. Aplicamos la epidural y esperamos pacientemente. Intentamos no rasurar (afeitar el pubis) a la mujer, no hacer episotomías (cortes que facilitan el nacimiento del niño), no poner enemas... Y todo eso, sin que aumente la mortalidad perinatal, que la tenemos en 8 por 1.000 (en España, la media es de 10 por 1.000). Y sobre todo tratamos de que la mujer se sienta segura con la indispensable ayuda de la matrona y con la presencia de su pareja en el paritorio".
El replanteamiento de la situación ha terminado ya en pleitos que cuestionan el porqué de una cesárea y no el hecho de que no se haya realizado, y en la creación de asociaciones de mujeres, como El Parto es Nuestro, que defienden el derecho a parir decidiendo en todo cuanto les atañe. Pero el cambio de tendencia aún está por ver.
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