_
_
_
_
_

El cisma de los 100 años

El Partido Socialista francés celebra su centenario en medio de una profunda crisis que podría llevar a una escisión

El Partido Socialista francés celebra hoy su centenario, y lo hace sumido en una profunda división que, en función de cómo se desarrollen los acontecimientos, más concretamente, de cuál sea el resultado del referéndum sobre el Tratado Constitucional Europeo, podría incluso desembocar en una escisión y dar al traste, un siglo más tarde, con el sueño de su fundador Jean Jaurès, a quien le gustaba evocar "el bello sol de la unidad".

Lejos del poder desde que Lionel Jospin quedara apartado de la carrera presidencial en 2002 en favor del ultraderechista Jean-Marie Le Pen, y aún más lejos de la hegemonía, que no disfrutan desde que François Mitterrand abandonó el palacio del Elíseo en 1995, las dos sensibilidades que desde siempre han coexistido en el Partido Socialista, se encuentran más enfrentado que nunca con vistas al referéndum que se celebrará el 29 de mayo. La vieja guardia estatalista, aferrada todavía en buena medida al dogma marxista, hace abiertamente campaña por el no. Por otro lado, la socialdemocracia europeísta, encabezada por el secretario general François Hollande, no sabe cómo explicar que cuadros significados del partido y buena parte de la militancia haga abiertamente campaña en contra de la Constitución pese a haber perdido la consulta interna que se realizó el pasado diciembre.

Las dos sensibilidades que coexisten en el PS se enfrentan ahora con vistas al referéndum
Más información
Una historia con manchas

Las jornadas iniciadas ayer en la Biblioteca Nacional François Mitterrand, con el título Los socialistas y Francia, mostraban nítidamente los dos bandos. Los organizadores del centenario no hubieran podido escoger mejor algunas de las parejas que protagonizaron el debate. Jacques Delors compartía atril con Henri Emmanuelli para hablar de economía, y su hija Martine Aubry tenía como compañero al senador Jean-Luc Mélenchon para hablar sobre el impacto social de la formación en Francia. Emmanuelli y Mélenchon son las dos cabezas más visibles del rechazo a la Constitución europea en el seno del PS, aunque el inspirador de fondo, el ex ministro y antiguo secretario general Laurent Fabius, que forzó la votación interna, se haya hecho ahora invisible mientras imparte un curso en una universidad norteamericana.

¿Existe un problema de modernización del PS respecto a otros partidos socialistas europeos? ¿No ha hecho su Bad Godesberg [en alusión a la localidad donde se desarrolló la reforma del Partido Socialista alemán tras la II Guerra Mundial]? ¿Tiene mala conciencia? La gran mayoría de los notables del partido, incluido Lionel Jospin, apoyan el sí, y la votación interna dio casi un 60% favorable al Tratado Constitucional, pero todas las encuestas muestran que entre los votantes de izquierdas el no es mayoritario. En esta situación, y cuando ya se percibe claramente el fracaso del segundo mandato de Jacques Chirac y el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin está completamente desprestigiado, no hay que infravalorar la tentación de ciertos políticos de abrirse un camino hacia el inmediato futuro con un discurso estatalista y proteccionista, en la más pura ortodoxia antiliberal.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Jack Lang, ex ministro de Cultura y de Educación, peso pesado dentro del partido, lo reconoce en parte: "Sí, es cierto, hay todavía bastantes herederos de la tradición estatalista, pero no se puede tener un discurso diferente cuando se está en el poder y cuando se está en la oposición". Para Lang se trata, en parte, de la tradicional mala conciencia de la izquierda, pero matiza: "Entre los que hacen campaña por el no hay algunos que no lo hacen por razones ideológicas, sino por razones tácticas. Si a los tácticos se les suman los que lo hacen por razones ideológicas, son bastantes". El que fuera ministro de Cultura con Mitterrand no descarta una ruptura. "Si gana el sí, los que han hecho campaña por el no serán barridos", asegura, pero "si gana el no se abren toda clase de posibilidades, y en ambos casos habrá un congreso y puede haber varios candidatos".

El riesgo es cierto, porque la campaña se endurece conforme se acerca la fecha del referéndum y las descalificaciones empiezan a ir más allá del debate sobre contenidos. "Es una vergüenza lo que están haciendo algunos políticos de izquierdas partidarios del no, dice Lang sin citar nombres. "No se puede desfigurar un texto", añade; "hay una exigencia de verdad, además de una exigencia democrática". Y es que Emmanuelli, que fue breve secretario general en los noventa, ha llegado a decir en los mítines que el Tratado Constitucional podría poner en peligro el divorcio y la ley del aborto.

Pero Emmanuelli no parece dispuesto a pedir ningún tipo de disculpas y asume que no está bien visto por quienes mandan en el partido. Es obvio que hay un espacio político para recoger los votos de quienes rechazan cualquier cosa que ponga en peligro el gran Estado protector francés, ahora que el Partido Comunista ha quedado reducido a la irrelevancia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_