"El 11-M nos cogió absolutamente desprevenidos"
Javier Rupérez cumplirá en mayo su primer año al frente de la dirección ejecutiva del Comité contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Si bien este organismo, integrado por 15 países, fue creado el 28 de septiembre de 2001, 17 días después de los atentados del 11-S, la dirección ejecutiva sólo quedó constituida el 26 de marzo de 2004. Rupérez, 63 años, abandonó su puesto como embajador de España ante Estados Unidos, tras la victoria socialista del 14 de marzo de 2004, y fue nombrado en mayo director ejecutivo con categoría de secretario general.
"Es un trabajo fascinate porque estoy viendo las entrañas de la acción antiterrorista en primera fila; o mejor, en el mismo ruedo", dice en una entrevista con EL PAÍS en su despacho del edificio Chrysler de Nueva York. "El 11-M, como antes el 11-S, nos cogió a todos absolutamente desprevenidos", reflexiona. "El 11-S había unas disfunciones enormes en el funcionamiento de los servicios de inteligencia y en la relación entre las diversas agencias. Yo creo que el 11-M también se ha producido un poco la misma situación. Más allá o más acá de las responsabilidades hay que trabajar para mejorar la comunicación entre servicios de inteligencia y organismos policiales", señala. He aquí los tramos esenciales del diálogo.
"Al final, la amenaza terrorista pende sobre todos los países. Nadie está a salvo"
"Es fundamental que los servicios de inteligencia funcionen mejor"
Pregunta. ¿Qué sale en limpio después de casi un año de trabajo?
Respuesta. La experiencia es fascinante. Dentro de la complejidad del sistema de Naciones Unidas, es una gran experiencia. Mi tarea está en el núcleo de la política antiterrorista de Naciones Unidas. La resolución aprobada por la ONU como respuesta a los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, la número 1373, establece las acciones que deben emprender los Estados miembros contra el terrorismo y sus obligaciones legales. Se vio que para llevarla a la práctica hacía falta un instrumento político- administrativo y ésa es mi responsabilidad. Es lo que estoy montando. Digo que es fascinante porque estoy viendo las entrañas de la acción antiterrorista en primera fila; o mejor, en el mismo ruedo. Tengo que acabar de completar el equipo. Será una unidad de 35 personas aquí en Nueva York. Son expertos legales, financieros, especialistas en inteligencia, en información, en derechos humanos y en cooperación entre policías. Todos ellos me ayudarán a mí y al comité antiterrorista, esto es, al Consejo de Seguridad, a continuar pidiendo a los Estados información y cumplimiento de sus obligaciones legales según estipulan las resoluciones de la ONU.
P. ¿Cuál será el canal, por ejemplo, para acceder a los servicios de inteligencia nacionales?
R. Esa relación ya está en marcha. La ONU no tiene, como tal, servicio propio para recoger inteligencia. En esta unidad que estoy formando no hace falta un aparato de inteligencia operativa. Necesitamos de información de inteligencia general para ver por dónde van las grandes líneas. Y estoy encontrando una respuesta muy favorable de los Estados miembros. En la acción antiterrorista es fundamental la prevención. Y la prevención viene con la información previa. Es lo que hace la diferencia entre que puedas impedir los atentados terroristas o tengas que acudir a los funerales.
P. Si echa una mirada a vuelo de pájaro sobre el paisaje terrorista tres años y medio después del 11-S y un año después del 11-M, ¿Qué ven sus ojos?
R. Tengo la impresión de que la conciencia universal en contra del terrorismo es infinitamente más profunda y beligerante hoy que antes del 11-S y del 11-M. Tengo la certeza de que la respuesta nacional y multinacional es mucho más vigorosa que antes del 11-S y del 11-M, pero lo digo con reservas. El 11-M, como antes el 11-S, nos cogió a todos absolutamente desprevenidos. De manera que, creo, las dos afirmaciones son ciertas. Por una parte, es mayor la conciencia antiterrorista y la ONU contribuye a ello. Pero, al tiempo, no se puede bajar un segundo ni un milímetro la guardia. Y si bien aquellos que perpetraron los atentados del 11-S o del 11-M son más débiles, y ciertamente ya no tienen la capacidad de sorprendernos, siguen, empero, estando en la misma disposición de golpear. Hay que hacer un llamamiento muy contundente a la comunidad internacional. El peligro sigue ahí. No ha sido por falta de ganas por lo que los terroristas no han golpeado más sino por una mayor capacidad de respuesta de las sociedades. Procuro tener esto en cuenta todos los días.
P. Cuando se avecina, para poner un ejemplo, una fecha de elecciones generales en el Reino Unido, el 9 de mayo próximo, ¿suena para ustedes una alarma?
R. La respuesta aquí tiene que ser esencialmente nacional y regional. La ONU promueve un sistema de cooperación internacional y no representa por sí misma el sistema de prevención. Pero una de las cosas que también hago es participar en reuniones de jefes de inteligencia y en las que procuro llamar la atención sobre ése tipos de actos. Por ahora, la respuesta es nacional. Quizá en el futuro debamos plantearnos cómo multilateralizar, por así decir, la inteligencia.
P. Los servicios de inteligencia no detectaron el 11-S, fallaron estrepitosamente en Irak con las armas de destrucción masiva y, más allá de alertas genéricas, tampoco previeron el 11-M ¿Ha dejado todo esto tocada a la comunidad de inteligencia?
P. Sí, sí. Claramente. Los servicios de inteligencia se han sentido muy afectados. Y ocurre cada vez que hay un atentado catastrófico del que no tienen noticia. Eso afecta a todos los hechos en este terreno desde el 11 de septiembre de 2001. El 11-S, y así lo hemos podido ver en la comisión que investigó los hechos, había unas disfunciones enormes en el funcionamiento de los servicios de inteligencia, y en la relación que se mantenían entre las diversas agencias. No hay que olvidarlo. Yo creo que en el 11-M también se ha producido un poco la misma situación. Más allá o más acá de cualquier tipo de conclusión que se pueda sacar sobre responsabilidades concretas, hay algo evidente: es necesario que todos trabajemos para que la inteligencia sea mejor, más directa, que haya mejor relación y comunicación entre las agencias de un país, entre los organismos que velan por el mantenimiento del orden y las instituciones judiciales. Se habían erigido barreras de incomunicación que deben desaparecer. En el nivel que estamos, donde la multilateralización de la inteligencia es todavía muy limitada, los aparatos nacionales tienen que mejorar. Sé que no es fácil. La inteligencia es uno de los reductos últimos de la información y de la soberanía. Los servicios tienen por ello muchas dificultades para compartir lo que saben. Temen poner en riesgo sus fuentes. Pero si queremos impedir que el terrorismo actúe, es fundamental que los servicios de inteligencia funcionen mejor a nivel nacional y colaboren internacionalmente.
P. En este mapa que tiene colgado ¿Dónde colocaría las banderillas rojas de mayor riesgo terrorista?
R. Me permitirá que me abstenga de colocar banderillas. El comité es muy cuidadoso. Actuamos de manera discreta, en colaboración con los Estados que tienen problemas. Al final, la amenaza pende sobre todos. Nadie está a salvo.
P. En sus viajes recientes, como ha sido el caso de Marruecos, ¿se advierten progresos?
R. Acabamos de hacer una visita a Marruecos, entre el 14 y el 20 de marzo pasado. Tengo que decir que el viaje a Marruecos fue muy bueno. Es un país que está haciendo esfuerzos serios y exitosos en la lucha contra el terrorismo. Yo permanecí en Rabat los dos primeros días. Me recibieron el ministro de Interior y el de Justicia. Me vi con el subsecretario de Asuntos Exteriores, que coordinaba la visita; con el jefe de los servicios de inteligencia y con el jefe de la Policía. Los expertos se trasladaron a Casablanca para examinar el sistema portuario y aduanero.
P. ¿Ha estado en Irak?
R. No. Todavía, no.
P. ¿Piensa ir?
R. Vamos a ver cuándo se constituye el Gobierno. Lo que está ocurriendo ahora en Irak es puro y duro terrorismo, con presencia importante de terroristas internacionales.
P. ¿Visitará Gaza y Cisjordania?
R. Pienso entrar en ese tema. Vamos, entraré en todos los temas que tienen que ver con el terrorismo donde me dejen entrar en el momento en que sea físicamente posible y políticamente conveniente. Tengo la impresión de que las cosas van un poco mejor allí entre palestinos e israelíes. Si se abren cauces de diálogo político es más que previsible que las acciones terroristas vayan reduciéndose.
P. ¿Le ha sorprendido el resultado del Partido Comunista de las Tierras Vascas en Euskadi?
R. Ah, esa pregunta no entra aquí...[risas]
P. Si prefiere no contestar...
R. Pues, sí, yo creo que sí, claramente me ha sorprendido. Posiblemente haya muchas explicaciones, pero creo que todos los españoles están sorprendidos por ese ascenso.
P. ¿Qué le gustaría leer en el informe de la Comisión del 11-M?
R. Me gustaría que la investigación sobre el 11-M sirviera esencialmente para mejorar nuestra capacidad de respuesta, como creo que ha servido la investigación del 11-S aquí en Estados Unidos. Lo importante de esa investigación es que al final la comunidad nacional salga más unida, más convencida de que tiene que luchar unida contra un enemigo que va en contra de esa comunidad nacional, no en contra de nadie en particular.
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