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Crítica:CANTO | V. Genaux
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

De Alaska a Lugo

La música clásica de calidad se va extendiendo cada día más en España por zonas alejadas de los grandes núcleos de población. Un ejemplo es el de Lugo, cuyo festival en torno a la Semana del Corpus (33 ediciones ya) ha programado este año 18 conciertos y, lo que es más importante, con criterio artístico y evidente atractivo al margen de la gratuidad. La inauguración anteayer contó con el primer recital en España de la prestigiosa cantante de Alaska Vivica Genaux, cuyas actuaciones anteriores en nuestro país se limitan a las óperas Alahor en Granada, de Donizetti, en Sevilla (con Juan Diego Flórez), y Los hugonotes, de Meyerbeer, en Bilbao. Poca cosa para una cantante cuyas grabaciones discográficas, desde las Arias for Farinelli, con René Jacobs, hasta la ópera Bajazet, de Vivaldi, con Fabio Biondi, son bendecidas con grandes elogios por la crítica internacional.

Vivica Genaux

Vivica Genaux (mezzosoprano). Con Craig Rutenberg (piano). Obras de Haydn, Loewe, Rossini, Viardot, Serrano, Chueca y Giménez. Concierto inaugural del Festival de Música Cidade de Lugo. Circulo das Artes, 19 de abril.

Encanto

Lugo, pues, se apuntó el tanto y la mezzo no defraudó. De entrada vino con un pianista de excepción, Craig Rutenberg, el mismo que recientemente acompañó a Ben Heppner en el Liceo de Barcelona. Vestida por el diseñador italiano Fausto Sari, la señora Genaux salió en la segunda parte del recital, de resonancias españolas, con un mantón de Manila de los que quitan el hipo de puro elegante. Y cantó en español incluso zarzuela, con una pronunciación impecable, de extraordinaria limpieza hasta en las jotas o las erres dobles. De hecho, terminó su programa en plan berganzista con los tanguillos de La Menegilda de La Gran Vía y 'La tarántula', de La tempranica, saliendo airosa del intento sin ningún tipo de ñoñerías y con ganas de agradar desde el rigor.

Lo mejor de la noche fue, en cualquier caso, el bellísimo y poco frecuentado ciclo de canciones Frauen liebe -Amor de mujer-, de Carl Loewe, expuesto con un alemán impoluto y un melodismo sensible y cercano. Otro punto álgido fueron las canciones de Pauline Viardot-García, especialmente Die Sterne. En las arietas, canzonettas y canciones de Rossini, de tema español, desplegó con virtuosismo y encanto su habilidad para la coloratura.

Al éxito de la velada contribuyó de forma decisiva la sensacional actuación al piano de Craig Rutenberg. Su sentido lírico, su grado de compenetración con la cantante, su expresividad y su extraordinaria flexibilidad facilitaron las cosas de tal manera que la velada fluyó musicalmente sin ningún tipo de altibajos. El recital, rodado antes en Nueva York, Pittsburgh y Alaska, cautivó tanto a los aficionados locales como a los que se habían desplazado con buen tino desde A Coruña o Santiago. Un excelente comienzo del festival.

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