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Reportaje:

Ronaldinho sonríe, el Barça respira

El brasileño dice que disfruta igual en la banda que en la mediapunta

Cuando Ronaldinho sonríe, el Barça vive tranquilo. Ayer, la cara del brasileño era todo sonrisa. Así que en el Camp Nou reinaba la paz. Vestido con una larga camiseta negra de rapero, caminaba risueño por los pasillos del Camp Nou. "Todo bien", respondía a unos y otros. Apenas unas horas antes, sobre el césped del estadio, jugó y repartió juego, en un recital de fútbol que recordó al jugador determinante y maravilloso de la pasada temporada, ése al que, según Sandro Rosell, vicepresidente del Barcelona, se engancharon los barcelonistas para recuperar "el orgullo perdido".

Contra el Getafe, el Camp Nou se empapó de la esencia pura del 10. Marcó un gol -el séptimo en lo que va de Liga-, dio una asistencia a Giuly para el segundo -lleva nueve- y dejó para la memoria un control orientado con el tacón que convirtió en caño sobre su aturdido marcador. De hecho, Ronaldinho volvió a ser el referente que fue durante los 31 partidos que jugó la Liga pasada, el de los 22 goles, el del 66% de pases bien dados, el de las ocho asistencias de gol, el líder indiscutible de un equipo que volvió a Europa enganchado a su magia mientras él se subía al pedestal del número uno.

"No es lo mismo jugar pegado a la banda que con libertad de movimientos desde la posición de mediapunta, donde se te multiplican las posibilidades de pase y de regate", reconoció Xavi nada más terminar el partido contra el Getafe abriendo un debate sin quererlo. Lesionado Eto'o y de baja Puyol, sancionado, Rijkaard movió pieza y recuperó a Ronaldinho en la función de enlace. Recuperada la libertad, voló el gaúcho y no hubo manera de pararlo. El debate lo cerró él mismo. "Me gusta jugar pegado a la banda. Es divertido encarar al defensa y regatearlo. ¿Que parezco más cómodo de medio centro? Puede ser", reflexionaba Ronaldinho. "La verdad es que toco más la pelota", añadía antes de guardar silencio, tirar de sonrisa y asegurar: "Lo que me hace feliz es jugar, donde sea". Y reía de nuevo.

"Hay jugadores que, por su talento, escapan a cualquier intento de marcaje, individual o colectivo. Ronaldinho, por ejemplo", reconocía, resignado, Quique Sánchez Flores, el entrenador del Getafe una vez terminado el partido del domingo.

Puestos a ser malpensados, en los despachos alguien habló ayer de la simple vocación del 10 por reivindicar su jerarquía sobre el grupo: "Como no estaba Eto'o, dijo: 'Aquí estoy yo', y aprovechó la ocasión para dejar claro quien es el número uno". Pudiendo ser cierta tal idea, los entrenadores ni se la plantean. Según Eusebio, "Ronaldinho lleva tiempo tirando del carro. Desde Pamplona [jornada 27ª, 6 de marzo, 0-1] y, por encima de jugar mejor o peor, está siendo un gran referente para los demás. Le ven correr y sacrificarse y asumen que, si él lo hace, ellos también pueden y deben hacerlo".

Por una vez, y seguramente sin que siente precedente, Ronaldinho compareció ayer sobre el césped del campo de entrenamiento junto al resto del equipo. Normalmente, el 10 trabaja en el gimnasio los días después de un partido. Poco, pero algo se ejercitó con el grupo. "Cuando físicamente está bien, su talento explota", reconoció Rijkaard, para quien el brasileño "jugó un partido muy comprometido en el esfuerzo con el equipo y fue determinante por su calidad".

"Puedo hacerlo mucho mejor el segundo año", avisó antes de empezar este curso y aunque ha aparecido con cuentagotas, -excepcional contra el Milan en la Liga de Campeones, liderando al equipo contra el Chelsea y salvando el goal average con un gol de maestro en Madrid- parece suficiente para el barcelonismo, que respira tranquilo cuando él sonríe.

Ronaldinho, tras su gol al Getafe.
Ronaldinho, tras su gol al Getafe.VICENS GIMÉNEZ

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